El Breogán logró el mes pasado el ascenso deportivo a la Liga Endesa tras más de una década en la LEB Oro. Su afición es fiel, sobre todo uno: José Real. Es un hombre de 76 años que va a los partidos a vivirlos como hace 40 años, que es lo que lleva viviendo en Lugo. Pero José tiene una historia detrás: es ciego. La descubre Natalia Junquera en El País.
Va a los partidos con su yerno, «que me hace de ‘speaker’ personal», al que no deja de sorprender: «Sabe más de baloncesto que yo. Muchas veces se adelanta a lo que yo le digo. Incluso a lo que va a hacer el entrenador. Dice, por ejemplo: ‘A este hay que cambiarlo’; y al minuto van y lo cambian».
El relato es espectacular. José explica así cómo se hizo del Breogán:
«Yo estaba en un centro de la ONCE y me gustaba mucho el Madrid de Sevillano y el de Emiliano. Al poco de llegar a Lugo se creó el Breogán y dije: ‘Hay que ir, porque es una maravilla que una ciudad pequeña tenga un equipo así’. En los primeros tiempos no había tanto ambiente, estábamos muy cerquita de la pista y yo me hice mi composición de lugar: emparejando a un pívot con un pívot, un alero con un alero… Era más fácil porque había menos ruido. Incluso aprendí a conocer a los jugadores por el bote. Por ejemplo, teníamos un pívot muy bueno, Alfredo Pérez, que siempre daba una bote muy fuerte antes de tirar. Y, como conozco las características de los jugadores, después de tantos años puedo imaginarme los contraataques»
También rompe una lanza en favor de los árbitros: «No me meto con los árbitros porque, sin verlos, no puedo juzgarles. Creo que muchas veces se protestan cosas que no son. El arbitraje es así, a veces para un lado y a veces para otro, y así hay que contemplarlo».