“¿Y qué generación no es buena en Sant Adrià?”, reflexiona el entrenador del Cadete A de Snatt’s Femení Sant Adrià, Enric Cervera. La entidad afincada en la ladera del río Besòs (entre las gigantes Barcelona y Badalona), volvió a acudir a la marmita del afluente que le atesora para mantener intacta su fortaleza nacional en categoría Cadete (campeonas en 2017 y 2018). Más allá de la pócima secreta lila, el conjunto de Cervera posee un talento infinito en la pista. Con el salto del grupo de edad Infantil a Cadete y la copa del Campeonato de Cataluña y España bajo el brazo, el técnico de Premia de Mar tenía ante sí un reto renovado y con proyección. “El ciclo Cadete lo empezamos con una generación que llegaba de ser campeona de Cataluña y de España. Es un lujo comenzar con un equipo de este nivel, muy trabajadas, preparadas para la competición y la exigencia de no bajar el nivel sino todo lo contrario: mantener el listón y poder mejorarlo”.
El bloque cuajó a las mil maravillas y el elevado nivel del grupo no fue un hándicap sino lo totalmente opuesto. “He tenido un conjunto de jugadoras muy trabajadoras y con una competencia sana en la pista. La rivalidad entre ellas les exige trabajar más y el nivel de los entrenamientos y partidos es muy grande”, analiza el cuerpo técnico. Este grado elevado a la máxima potencia fue un reto para Enric. “Me voy con la sensación de haber cumplidos con los objetivos: trabajar el ADN Sant Adrià. La idea es que la mayoría puedan picar a la puerta del primer equipo y en Sant Adrià nos estamos poniendo el listón cada día más alto. Puede parecer muy fácil ganar pero hay muchas horas de trabajo detrás de los triunfos”.
Cuando le ponemos a Cervera los nombres de Laia Lamana, Mireia Poyato y Alba Orois encima de la mesa, su reacción no deja lugar a dudas. “Son tres bases de un nivel paranormal y estarían en el top 5 a nivel nacional de su generación. No podemos olvidar a Laura Salmerón, jugadora con una gran intensidad de juego, gran defensora colectiva y una jugadora ofensiva de gran talento y futuro. Así como tampoco se debe dejar de lado a Cristina Gil, una jugadora muy completa, con gran sacrificio por el equipo, con unos intangibles innumerables… una jugadora 4×4. Cada una aporta un ingrediente diferente. Son jugadoras que han sabido llevar al equipo y son un activo en Sant Adrià de los que se pueden hablar en el futuro”, deja caer sobre el papel. Y es que entender al equipo sin sus piezas en un conjunto sería muy difícil de discernir. La presión del Cadete A en toda la pista es uno de los aspectos que se inculca desde que se entra por la puerta de Ricart y que desactiva cualquier teoría que se quiera aplicar contra las lilas.
¿Generación para el recuerdo?
“Es muy complicado decir que la generación del 2002 es de las mejores. ¿Qué generación no es buena en Sant Adrià? Está claro que se puede tener un grupo con un juego más vistoso, otra que ataque o defienda mejor… Pero donde en un grupo destaca un punto fuerte, en la que viene por debajo destaca otro. No me atrevo a decir que es la mejor generación que he tocado pero en el momento que ves que lo ganan todo pues se puede decir que es de las más determinantes”, explica el técnico.
Las puertas de la selección se estrechan
A pesar de verse reflejado el trabajo lila en la pista y en las vitrinas, las convocatorias de la selección española en categorías inferiores no acaban de premiar suficiente las conquistas adrianenses. En los últimos dos años, tan sólo Laia Lamana, Laura Salmerón, Mireia Poyato y Gedna Capel han tenido la oportunidad de vestir de rojo. De hecho, Lamana será la única jugadora que represente al combinado lila en el próximo Europeo U16.
“Estamos hablando de la mejor cantera de España hoy en día y tenemos una jugadora por categoría. ¿Merecerían ir más? Y tanto. ¿Del 2002? Aún más. Tenemos nivel para poder estar mejor representados pero si miramos el listón internacional hay que tener en cuenta también el físico y quizá prefieren mirar más ése aspecto”, reivindica y justifica Cervera sobre las convocatorias nacionales.
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