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El juego no miente. Crónica del Croacia-España, por Andrés Monje

El juego no miente. Crónica del Croacia-España, por Andrés Monje

Antes de los Juegos advertía Sergio Scariolo, seleccionador español, que el torneo olímpico entendería poco de cimas ya coronadas y mucho de alcanzar nuevamente pleno rendimiento. Que no bastaría con el nombre. “El juego no miente”, reseñaba en una entrevista concedida al diario ‘El País’, en la que también reconocía la dependencia de Pau Gasol para soñar con la medalla.

Croacia confirmó ambos escenarios en el amargo estreno de España en Río. La derrota por 72-70 reduce el margen de acción del campeón continental al tiempo que confirma que el camino, ni corto ni sencillo, va asociado inevitablemente a dos factores, íntimamente ligados. Uno cómo esté Gasol y otro cómo pueda sobrevivir el equipo sin él.

España dominó buena parte del duelo. Lo hizo porque Gasol, lejos de su plenitud física, se fue a 32 minutos (26 puntos y 9 rebotes), incluido todo el último cuarto. Y con él el equipo fue superior al rival, sobre todo mientras las fuerzas existieron. Pero los ocho minutos que Scariolo no tuvo a su faro en pista Croacia le metió 10 tantos de renta a la vigente campeona de Europa, siempre en puntos críticos. Como un reloj. Así cuando el 2×1 permanente a Gasol, recurso de Aza Petrovic para el último cuarto, cerró la gran vía de ventajas España se atascó primero y se asfixió después.

Pero antes, mucho antes, sucedieron otras cosas. De inicio Petrovic ofreció una trampa táctica que consistía en flotar descaradamente a Rubio con el tiro, no menos de tres metros, alterando la ofensiva normal de España. Fue como asumir que sólo podían tirar cuatro. Pero tras unos minutos de confusión (4-0 de arranque croata) España respondió con poso y solvencia: dominando la otra zona. Apretó dientes atrás y confío en el desahogo que el binomio Mirotic-Gasol producía por inercia en la ofensiva, donde a Planinic se le acumulaba el trabajo. Un 0-13 de parcial obligó a Petrovic a parar el duelo. La trampa había durado poco.

A partir de ahí creció el cuadro español. Gasol y Mirotic, pareja de baile en Chicago por dos años, anotaron 17 de los 21 puntos de España en el primer período. Pero atrás sostenían el escenario los de fuera, Rubio-Llull-Fernández por lectura y por piernas. El trabajo oscuro fue suyo y permitía a España controlar sin brillo. Mandar por galones.

Sin embargo una señal acudiría a parar el optimismo, al menos a matizarlo. El primer descanso de Gasol en el partido devolvió a Croacia al encuentro y frenó el ritmo de España. La rotación convivió al completo en pista y lo hizo sin producir, observando a la vez cómo Bojan Bogdanovic, silencioso y letal, comenzaba a guardar canastas en su zurrón. Un zurrón que después parecería no tener fondo.

España a la media parte mandaba (32-38) y las sensaciones globales eran óptimas. Más por solidez en aspectos clave como el control del balón (sólo tres pérdidas), la superioridad interior en ataque (26 puntos de Gasol y Mirotic en dos cuartos) y el abuso del papel de Ukic, tan fantasmagórico en la primera mitad como oportuno en la segunda. Pura anarquía, como es él. Era una calma tensa para España.

La reanudación abrió con Sergio Rodríguez por Rubio, cargado de faltas personales, dando paso a los mejores minutos de España. Se alcanzaron buenas rentas y visualmente la sensación de fluidez era absoluta, con buenos ataques, el extrapass funcionando y produciendo tiros cómodos. Llegó a ser de catorce puntos la ventaja (36-50, min.27) antes del primer punto de inflexión serio del duelo. El siguiente (y último) paso de Gasol por el banquillo.

Sin Gasol, más Croacia

Los croatas lanzaron entonces un 11-1 de parcial que diluyó toda la renta en un pestañeo. Sólo un triple de Mirotic (20 puntos), casi sobre la bocina del tercer acto, parecía reducir la ansiedad. Pero fue un espejismo, la ansiedad ya existía. Ukic se había abrazado a su anarquía, Bogdanovic a su talento y Planinic a la falta de Pau en la zona. España se agobió, los croatas ya mordían. No eran blandos ni desapegados, era un bloque duro y con fe en su plan.

La respuesta fue clara: Scariolo salió de inicio con Gasol en el último período. Era un mensaje de autoridad, una sutura violenta a la hemorragia. Pero acabó pesando por exceso, el cansancio acudiría cruel a ajusticiar. Croacia había encontrado definitivamente su rendimiento defensivo, con un plan agresivo de anticipación, teniendo en ataque a Saric y Simon (ambos de menos a más) como apoyos en la creación al pistolero Bogdanovic. Con otro detalle táctico iba a bastar.

Petrovic mandó entonces un 2×1 inmediato a Gasol cada vez que éste tocase la bola en poste bajo y España no fue capaz de aprovecharlo. Porque si bien el nuevo jugador de los Spurs sacaba la bola y generaba superioridad, la ausencia de verticalidad del resto reducía el daño a producir. No se dividía la zona y los tiros abiertos no entraban. Croacia se hizo fuerte en su zona, con dureza en los contactos e impolutos bodycheck que dificultaban todo balón dentro, a sumar a sus piernas exteriores. Y en ataque Bogdanovic era suficiente.

Porque el alero de los Nets no era precisamente poco. No necesitaba ni compañía, cualquier balón que recibiese olía a red sin importar quién estuviese delante. Y si bien la defensa de España fue en muchos momentos muy buena, con talentos encendidos eso no basta. El croata igualó el clímax del duelo con dos canastas estratosféricas mediado el último cuarto, un triple ante Rudy y un fadeaway ante Gasol, como respuesta a la doble conexión Chacho-Pau, ambos con triple. Fue la fase poética del duelo, la que marcó el poderoso carácter de resistencia de Croacia ante el favorito.

El final igualado y agónico premió la voluntad defensiva de los croatas, que minimizaron el error. España necesitaba a Gasol pero éste tenía dos problemas: uno la minutada que arrastraba para su condición actual, con el último cuarto íntegro a cuestas; y dos que él (siempre sobremarcado) no podía ejecutar, sólo generar. Y tal ejecución, que correspondía al resto, no fue capaz de ser resuelta esta vez, ni siquiera con tiros librados. Fue el último lanzamiento de Gasol, sobre la bocina y buscando el empate, paradoja de la estrategia. El intento de bandeja taponado por Saric en una ayuda croata.

Croacia celebró y España maldijo. Sólo es un partido y hay cuatro por delante antes de los cruces. Para España es además bien familiar la sensación de arrancar por debajo de la máxima velocidad, por lo que no han de existir alarmas apocalípticas. Sin embargo Scariolo advertía con conocimiento de causa. La actual subcampeona olímpica tiene mucho trabajo por delante, una fase evidente de rodaje con un muy reducido margen de error, sobre todo considerando que el otro grupo esconde un conjunto de apariencia alienígena con el que es preferible no verse pronto.

España sigue teniendo la ventaja de contar con Gasol, un gigante. Pero sólo con él no bastará.

A estos niveles el juego no miente.

 

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