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Guía NBA 2017/18: Golden State Warriors, por Andrés Monje

Guía NBA 2017/18: Golden State Warriors, por Andrés Monje

Memoria 2016-17
Balance: 67-15. Mejor récord de la Liga. Campeones NBA (Cleveland, 4-1)
Eficiencia Ofensiva Ritmo Eficiencia Defensiva
113.2 (1º) 102.2 (4º) 101.1 (2º)
Ataque 4 Factores Defensa
56.3% (1º) % efectivo en tiros 48.6% (1º)
25.9% (20º) Tiros libres 26.1% (11º)
14.4% (20º) Pérdidas 15% (6º)
22.8% (18º) Rebote ofensivo 25.1% (29º)
 
Glosario de la Memoria 2016/17:
* Ritmo: posesiones cada 48 minutos / Ef. Ofensiva: puntos producidos cada 100 posesiones / Ef. Defensiva: puntos recibidos cada 100 posesiones.
* Porcentaje efectivo: une valores en tiros de dos y triples / Tiros libres: porcentaje de tiros libres (lanzado o recibido) sobre el total de lanzamientos / Pérdidas: pérdidas de balón (propias o provocadas) cada 100 posesiones / Rebote ofensivo: Capturas de ataque (conseguidas o permitidas) sobre el total.

warriors

El segundo anillo en tres años llegó de un modo incontestable, tras un 16-1 de balance en Playoffs (mejor récord de la historia en la fase final) e igualando además el hasta ahora mayor net rating (diferencial entre puntos anotados y recibidos por 100 posesiones) de un equipo en las eliminatorias por el título, el +13.6 de los también intratables Lakers del 2001.

Los Warriors, la mayor colección de talento bruto en medio siglo, fueron una apisonadora que, ya alejada de la presión del récord de triunfos en la fase regular, caminó con firmeza hacia el título desde principio de temporada. Ni siquiera la lesión de Kevin Durant en el tramo final de curso, que le mantuvo fuera de las canchas todo marzo y le hizo llegar aún tocado al arranque de playoffs, fue un contratiempo para un equipo inabordable.

La estructura de Golden State, con Steve Kerr al mando, marca tendencia. Su desequilibrio individual es enorme pero pasa a ser inalcanzable integrado en un sistema a la vista perfecto. Proyectados sobre sistemas pequeños, con Draymond Green y el propio Durant actuando como ‘falsos’ hombres altos, los Warriors dominan en ambos lados de la pista al amparo de los factores más resolutivos del baloncesto actual: ritmo, espacio, versatilidad y solidaridad.

La segunda versión del ‘Quinteto de la Muerte’, con Durant ocupando el lugar de Harrison Barnes, fue justo lo que se esperaba: un formato sin aparente solución para cualquier rival que haya enfrente. Y de ese modo hallar una respuesta a ese quinteto ha pasado a ser el mayor anhelo para aspirar a acabar con los Warriors.

Cuando Curry, Thompson, Iguodala, Durant y Green se juntaron en pista sacaron de media 24 puntos (por 100 posesiones) a sus rivales en fase regular y 33 en playoffs. Llegado el momento clave, en sólo 33 minutos durante las Finales ante los Cavs obtuvieron 26 puntos de diferencia. Como un arma nuclear guardada en el cajón y lista para emplearse al gusto.

Golden State fue mucho más, con sus ocho quintetos más usados superando a los adversarios y el segundo mejor rendimiento defensivo de la Liga acompañando a un ataque monstruoso. Pero más allá de números, con un muestrario casi absurdo para un equipo que los destroza a su paso, la sensación que transmite el colectivo, la percepción al ojo, plantea una cima real al juego. Una evidente muestra de evolución en un bloque que, aunque resulte obsceno pensarlo, puede llegar a ser aún mejor.

Durant en un ataque legendario

El aspecto más relevante en la Bahía era qué tipo de adaptación podía tener Kevin Durant en un equipo ya con tanto arsenal ofensivo. Uno en el que Stephen Curry gobernaba a su antojo. Pero la integración en realidad fue muy sencilla, con el resto de estrellas acomodándose al nuevo escenario y permitiendo a Durant disfrutar en un sistema muy flexible.

Durant coexistió de forma natural con Curry, sin estridencia alguna ni sensación de reparto de tiros. La sensación de fluidez fue constante después de que Kerr redujese la influencia ofensiva de Draymond Green, limitándola a generador desde el pase; y le restase a Klay Thompson el peso creativo con el bote que había ganado el curso anterior. Las dudas con los Warriors circulaban alrededor de que sólo había un balón para demasiados jugadores capaces de tenerlo. Se sugería una posible lucha de egos. La respuesta de Kerr fue sencilla: compartirlo hasta encontrar la mejor opción. Así fue.

Foto: Getty

 

El resultado fue salvaje. Golden State fue el primer equipo en 32 años que promedió más de 30 asistencias por encuentro y terminó igualando un registro que años atrás parecía una quimera: el de ataque más productivo de la historia. Sus 115.6 puntos anotados por 100 posesiones (según Basketball Reference) superaron a los Celtics de 1988, a los Bulls de 1991 e igualaron la marca de los Lakers de 1987. Fue replicar la cima del baloncesto ofensivo.

La flow offense, de pizarra fácil y asociada a la permisividad creativa, fue el mayor espectáculo del año. El ataque rescindía por inercia del pick&roll y por tramos el balón fue una centella en un equipo que eleva el rango de tiro a cotas por completo nuevas (ningún equipo en la historia ha generado tanto espacio en ataque y por tanto obligado a defender más metros a su rival), reduciendo el juego a permanentes secuencias de 3×3 en la que (casi) todos pasan, botan y tiran, en la que todos pueden moverse sin balón y recibir en ventaja tras bloqueos. Con semejante talento involucrado, un cóctel imparable.

Jugando a un ritmo frenético (102 posesiones), los Warriors repartieron más de dos asistencias por cada vez que perdieron el balón e incluso encontraron formatos viables para su rotación, que hicieron que durante los descansos de Curry, Green o Durant la versión en pista no se desmontase. En estático o en transición, los Warriors dejaron una huella para la historia.

Aún más recursos

El verano se solventó de un modo impecable. Se renovó a Curry por cifras máximas pero Durant sacrificó dinero para mejorar las condiciones de Andre Iguodala, vital en la estructura. También se firmaron nuevos acuerdos para Shaun Livingston, David West, Zaza Pachulia y Javale McGee. A excepción de Ian Clark, que se marchó a los Pelicans, plena continuidad de la rotación habitual.

No quedó ahí. La seducción del anillo atrajo a Nick Young y Omri Casspi, cuyas cualidades de tiro (en el caso del primero) y versatilidad (en el del segundo) hacen aún más profundo un equipo al que también se sumó el novato Jordan Bell, un perfil de interior más que interesante. Salarialmente los Warriors son un equipo carísimo pero sostenible hasta 2019, momento en el que expira el contrato de Klay Thompson. Es decir, pese a su cargado payroll, el escenario normal muestra al menos dos temporadas más con este núcleo.

Con un ataque tan devastador, las principales exigencias de los Warriors este curso se concentran en dos aspectos: ser capaz de retener la concentración atrás y hallar formas para mejorar su rebote defensivo, incluso jugando con formatos muy dinámicos.

Con una estructura con tan buenos especialistas, donde todos cambian asignaciones y las ayudas se han perfeccionado, el potencial defensivo de Golden State es elevadísimo. Como muestra, el curso pasado fue el mejor equipo defendiendo el triple (32.4% permitido al rival) y a su vez el tercero bajando porcentajes en la zona (50.8%).  A los Warriors les metieron muchos puntos en la pintura (más de 45 por encuentro) pero su rendimiento ahí en estático suele ser bastante mejor de lo que por su tipología de equipo parece. Lo oscurece bastante su transición, donde la intensidad no es ni mucho menos constante.

El aspecto del rebote defensivo es complejo en formatos con Green al cinco, incluso teniendo a Durant (en la práctica un siete pies) al lado. David West y Zaza Pachulia son útiles atrás pero no destacan en esa faceta mientras que McGee, rehabilitado para la causa por Kerr, podría pasar a ser la solución más viable. Por mucho que el estilo promueva formatos muy móviles, el rebote defensivo sigue resultando un potencial agujero. Claro que el riesgo del rival si lo ataca es también considerable: si lo captura, puede castigar; pero si no… será abrasado al contraataque.

Datos de lupa:

  • Colectivo:

Los Warriors anotaron 22.6 puntos al contraataque por encuentro, la tercera marca más alta del siglo XXI.

  • Individual:

Stephen Curry anotó el 37.5% de sus triples lanzados entre 9 y 12 metros de distancia al aro la pasada temporada.

Situación salarial:

  • Salarios franquicia: 135.3 millones
  • Límite salarial: 99.1 millones
  • Impuesto de lujo: 119.2 millones
  • Mínimo salarial: 89.2 millones

Fuente: Basketball Insiders

  • Opción de jugador
  • Opción de equipo
  • Qualifying Offer
  • No completamente garantizado

El equipo que cerró los Playoffs con un balance de 16-1 ha logrado mantener a todo su núcleo y, de hecho, parece incluso haber mejorado su rotación este verano. Suena hasta cruel. Los Warriors renovaron a Stephen Curry (201 millones por 5 años), poniendo sobre la mesa todo lo que el base, hasta entonces uno de los contratos más por debajo de mercado de la Liga, había dejado de percibir a causa de su anterior renovación en 2012 (cuando las dudas sobre su tobillo eran muy elevadas).

Pero además Kevin Durant firmó por debajo del máximo (51 millones por 2 años, el segundo opción del jugador) para hacer sitio a Andre Iguodala (48 por 3), Shaun Livingston también renovó (24 por 3) y la batería de secundarios interiores (Pachulia, McGee y West) prolongaron sus acuerdos por otro año y cantidades mínimas. Por si fuera poco, los Warriors consiguieron a Nick Young (5 millones por 1 año) y Omri Casspi (2 por 1) en el mercado. Y, si Kevin Durant así lo desea, no será hasta 2019 (momento en el que expira el contrato de Klay Thompson) cuando haya que revisar de verdad la arquitectura salarial. Parece haber monstruo para (al menos) dos cursos más.

Jugador a seguir:

En su primera campaña con los Warriors, Kevin Durant conquistó por fin su ansiado anillo y, de paso, ganó el MVP de las Finales. En un equipo plagado de talento, Durant representa seguramente el mayor mismatch de todos. Lo cual no es precisamente poco. Por su tamaño, poder atlético, cualidades ofensivas y poder defensivo, un jugador prácticamente imparable.

Foto: Getty

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