Gregg Popovich quedó descolocado este verano cuando un jugador le hizo una petición inédita para él hasta entonces: «Quiero ser traspasado”. Quién se lo pedía era LaMarcus Aldridge, después de dos temporadas a sus órdenes. Una petición que hizo reflexiones al entrenador de los Spurs.
«Dije, ‘buah, nadie me había dicho esto antes’. Llevo más de 20 años y nunca nadie me había dicho eso: ‘No estoy disfrutando. No me siento seguro. No estoy seguro de que me quieras aquí. Quiero ser traspasado», recuerda Popovich de su conversación con Aldridge.
El ala-pívot venía de promediar sus peores números en unos playoffs: 16,5 puntos y 7,4 rebotes. Y creía que no había un buen entendimiento con su entrenador. Algo que Popovich corrigió de inmediato, aunque antes le hizo un discurso de los suyos a Aldridge.
«Fui muy sincero con él. Le dije: ‘Me gustaría traspasarte. Si me consigues un talento como Kevin Durant, yo mismo te llevaré al aeropuerto. Prepararé tus maletas. Te llevaré hasta allí, te subiré al avión y te sentaré’. Se rió. Y también le dije: ‘Aparte de eso, soy tu mejor amigo porque llevas un año aquí y no te irás a ninguna parte. Porque por ti no vamos a conseguir a cambio el talento que queremos. Así que, resolvamos esto. Y lo hicimos», recuerda Pops.
El técnico de los Spurs admite que tuvo que cambiar cosas de su comportamiento y de su manera de actuar con el jugador, que está promediando 22,6 puntos y 8,6 rebotes, unos números cerca de los mejores de su carrera.
«A medida que avanzaban las conversaciones, se me hizo evidente que era por mí. Él ha estado jugando en la liga nueve años. No voy a convertirlo en otro jugador. Podría hacerle algunas cosas a su defensa y a su rebote. Pero en ataque lo iba a mover por todas partes. Fue una tontería por mi parte, estaba sobreentrenado. Por lo tanto, nos ocupamos de ello, y ha sido fantástico», concluye Popovich.
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