OK, no quería utilizar la palabra mierda para empezar, para titular. Existe, la admite la RAE, viene en el diccionario y la mantiene sin subrayado rojo cualquier editor de texto. Por eso, y como Trump se ha dedicado a proclamarla por el mundo, pues hay que decírsela.
Dice que su país, los Estados Unidos, se llena de gente de países de mierda. No sé quién es más mierda, si la mierda en sí o el que come la mierda. El país que regenta Trump lleva comiéndose el cuerpo y alma de esos países desde que heredaron el mundo ante la torpeza europea. Unas cuantas veces han hecho de este mundo un sitio peor, así que entre lo que comen y lo que huelen, Trump sabe de qué habla al referirse a la mierda. Algo muy suyo.
Es lógico empezar con Trump, por aquello de no empatizar con la causa Ball. Pero también porque la NBA se ha convertido en nuestro altavoz favorito. Me encantaría contaros lo que hacen en la NFL, pero sé menos que vosotros del tema. En fin, que uno de los días más señalados del calendario NBA, el día de MLK, Trump dio motivos para la unidad y el paso firme continuo de los atletas contra su insensatez y boca ancha. Los mensajes se extendieron como una mancha de aceite en buenas intenciones, aunque un par de noches acabaran a golpes.
TUVE UN SUEÑO vs TUVE UNA PELEA
No eran las diez de la noche y ya el mensaje de paz y unión del Doctor King se iba por el retrete. Ben Simmons se enganchaba con Kyle Lowry, pero bien. Puñitos, empujones y los dos a la calle. Lowry se pica y el aire de indiferencia de Simmons, desquicia. Ben hizo bien, porque busca respeto y no creo yo que encararse a un veterano le haga mal. Peor fue aquella pelea angelina en la que Ball se borró del mapa… o le apartaron.
Bueno, en cualquier caso la noche se aparcaba allí. Hasta que al madrugar uno que le tocó currar de noche -bendito trabajo- se da de bruces con la marimorena en Los Ángeles. Chris Paul agradecido por la franquicia en su vuelta a Clippers, seis años mediante, y éste, de patrullero por sus pasillos en busca de venganza. Se cogió a dos buenos, a Clint Capella y a Trevor Ariza, llegaron al que fuera vestuario propio hace unos meses y se colaron casi dentro.
Allí les paró la seguridad. Blake Griffin y Austin Rivers fueron los que encendieron la mecha. De hecho, hasta Mike D’Antoni se queja de un golpe meditado por BG. En fin, que las heridas de la salida de CP3 en amor y compañía quedaron más al aire que nunca. El aire ya era irrespirable, y el base salió sin amigos atrás.
LOS WARRIORS
Son para grabar en vídeo. Tienen todo. Defienden, atacan y descubren tu debilidad como los talleres que se conectan a los ordenadores de abordo de los coches. Dan con la avería y te la hacen pagar al doble de precio. Se vieron superados por un esplendor físico de Cavaliers en la primera mitad. Su juego era el de siempre, pero con una marcha menos. Los Cavs cargaban el rebote, anotaban a la carrera y ponían una mano en cada extra pass de la Bahía.
A la vuelta del descanso, las piernas de Cavs no parecían las mismas. Y las de Warriors, aún subieron un pasito más. Bang, el partido cayó por su propio peso. Steve Kerr también es otra estrella en San Francisco. Arriesgó y gestionó bien los esfuerzos suyos y los del rival. La prueba es que cuando ya nadie podía correr tras su par en Cleveland, el pone a Nick Young. Fresco y descarado, acabó poniendo el partido en franquicia.
EL TERCER CUARTO
Hubo un mate a dos manos de Steph Curry. Precioso. Un corte y una elevación que el mismo declaró como cosa extraña. No en vano dice que le dijeron que fue como ver un unicornio. Ahí ya perdían de seis los Warriors, pero empezaba otra noche. No voy a hablar de números, para qué. Lo suyo fueron las sensaciones y las redenciones. Warriors odia a Cleveland porque han atentado contra su legado. Esa derrota en la campaña de las 73 victorias, hizo daño.
Curry lo sabe y KD lo entiende. Pueden llegar a combinarse para ser los mejores jugadores en un rectángulo que ocupan con LeBron. La confianza con la que veían aro, la capacidad para aproximarse a él con un catálogo inacabable de recursos… creo que o estoy aún con la sensiblería de las pocas horas de sueño, o anoche, estos dos tipos dominaron a la vez como hacen los más grandes.
NO HAY CADÁVERES
Cleveland no ha muerto. Esperábamos una masacre y encontramos a un equipo con más basket que orgullo. Esto no es malo. Ojo,si los Cavs hubieran apelado solo a lo que han sido, se hubieran llevado una buena. Pero decidieron hacer su cosa, que es jugar al basket. La sensación de desfondamiento es atribuible a ellos y a los Warriors. Trató Tyronne Lue de jugar a ser ellos, a correr y a defender, pero Golden State ha sido campeón del mundo fiel a su estilo, entonces ganar a los mejores a los suyo…
La mejor noticia me la deja Isaiah Thomas. No es el primer jugador pequeño de la NBA con talento. Si eres dos veces AllStar es por algo y anoche, en un test injusto para sus piernas aún en rodaje, hizo muy buen basket. Errático, desde luego, pero de carácter y buenas dosis de talento en anotación y en la toma de decisiones.
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