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Un grupo rebelde, por Jose Ajero

Un grupo rebelde, por Jose Ajero

Artículo de José Ajero desde la Final Four 2018 de la Euroliga en Belgrado (Serbia).

La celebración del Madrid es el espejo del alma. ‘El Facu’ Campazzo, que jugó sin estar a todo gas, decidió que se iba a subir al aro. Pero no podía solo. Santi Yusta fue el reclamado. Uno, más pequeño, y el otro, más grande, no llegaban. Llamaron a Dino Radoncic en una escena mítica propia del libro de cabecera de hogares con tiranía infantil: ‘El Ratón que se Comió la Luna‘.

Facu reunió a unos cuantos, pero no a todos. De hecho, le faltaban centímetros. La fiesta desde arriba de la canasta mutó en la situación cómica. Facu quería bajar y ya no le valieron los otros. Era cuestión de Tavares. Edy chilló en perfecto canario: «Ya voy, mi niño». Fue solución por un momento antes de que, por fin, Campazzo bajara en los brazos del gigante, aún nada convencido.

La celebración agonizaba. Doncic se hizo fotos con su familia, la familia de su familia y los familiares de todos los que tenían familiares dentro del cordón negro de seguridad. Iba cubierto con la bandera de Eslovenia tras cumplir con los abrazos. Ha de ser jodido celebrar tanto y no planificar nada.

La temporada del Madrid coincide con la celebración. Todos a una y todos a lo suyo. La imagen de grupo es insuperable. Fotos en redes sociales grupales recurrentes, discursos similares aún cuando las cosas han cambiado. La explosión de Doncic lo ha cambiado todo y es normal en lo anormal de la criatura. 

De hecho, piensen en cómo empezó el partido. El Madrid sale a la guerra, se deja los puntos en el banco y blinda a Luka de guardias. Empieza el ataque de resistencia, una larga noche que empezaba con cambios en bloque y talento constante.

Muchas veces las caras de los banquillos son las que te dictan. Recuerdo mirar al banco desde la posición de cancha, pegado al doc y al resto de preparadores y fisios. Fueron las mismas miradas que en Valencia, en el cuarto partido de la final de la ACB. En La Fonteta no había nada que sacar; aquí, puro fuego. El cuello de todos estaba por encima de las barreras de leds.

Pablo los movió a su antojo. Cuando quiso soldados, tuvo marines. Cuando quiso puntos, tuvo el talento que marcan los ceros de los sueldos. Anotaron 11 jugadores, salieron unos cuantos cojos, con moratones y cinco faltas, entre ellos el mejor del partido. 

Fabien Causeur debería descansar un mes y sanar cada golpe, abanicado y en tumbona. Pero no creo que quiera. Más dolieron sus puntos a las avispas de Zeljko. Hablaremos del rebote, de las ganas, de la calidad, de la NBA y del Draft, desde luego que sí. 

Luego, ya si eso, de la temporada de mierda de los médicos, fisios y preparadores. Lloraron como los protagonistas, solo ellos han visto lo que costó la recuperación de Llull, la rodilla letal de Kuzmic, el hombro de Randolph… La implicación con cada lesión, los desvelos y esa vela de psiquiatras que tienen, porque te tratan, te escuchan y te ‘empatizan’. Por suerte, al Facu le trataron antes aunque nos temimos lo peor antes de aterrizar.

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