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Varios de los retos a resolver por parte del baloncesto femenino europeo de cara a la temporada 2022-2023

Varios de los retos a resolver por parte del baloncesto femenino europeo de cara a la temporada 2022-2023

La situación del baloncesto femenino europeo deja ahora mismo más preguntas que respuestas para el aficionado. La WNBA, en su propósito de acaparar todo el foco mediático, comienza a poner serias complicaciones a sus estrellas si quieren compatibilizar la competición con sus estancias en Europa. Asimismo, la invasión de Ucrania puede abrir un nuevo panorama continental totalmente diferente en Euroliga y Eurocup, mientras que Turquía sigue mirando más por sus intereses nacionales que por la llegada de estrellas.

Nos adentramos un poco en tres de los restos que marcarán en mayor (WNBA, Rusia) o menor (Turquía) medida el futuro del baloncesto femenino europeo:

El convenio de la WNBA

La WNBA firmó a principios de 2020 un convenio colectivo histórico en el desarrollo de la competición. Con el objetivo de impulsar la liga, los salarios se vieron mejorados, al igual que las condiciones de las jugadoras en otros ámbitos del día a día. Sin embargo, dos años después, detalles del acuerdo han ido generando pequeñas polémicas que se han intensificado en el último mes. En primer lugar, por la multa impuesta a las New York Liberty de medio millón de dólares tras utilizar vuelos privados en la segunda parte de la última temporada. Una forma de transporte prohibida en el convenio firmado y que podría haber acarreado, según ESPN, sanciones mucho más duras, como la pérdida de todos los picks en los siguientes Drafts o la expulsión de la franquicia.

Sin estar a la altura de esta polémica, al menos de momento, se encuentra otra norma que va a condicionar los próximos años de la WNBA y el baloncesto europeo: la regla de priorización. Este apartado del acuerdo, que no es efectivo hasta 2023, posiblemente variará el baloncesto internacional como lo conocemos hasta ahora. Las jugadoras con contrato deberán estar en la fecha señalada por la franquicia para comenzar el training camp. En caso de no presentarse, cada día de entrenamiento perdido supondrá un descuento del 1% del salario total de la jugadora. Si esta ausencia se alarga hasta el primer día de la temporada WNBA o hasta el 1 de mayo, la fecha que llegue antes en 2023, el contrato quedará automáticamente suspendido esa campaña.

Esta norma castigará a las jugadoras que combinen competiciones en otros países y la WNBA, puesto que para muchas será imposible llegar el primer día del training camp y para otras tampoco será sencillo aterrizar antes del 1 de mayo. Sin irnos más lejos, la Liga Femenina Endesa está programada para terminar en 2022 no antes del día 8 de mayo. Por lo que, haciendo un ejercicio de ficción, jugadoras como Kahleah Copper (Avenida) o Bec Allen (Valencia) no podrían jugar la WNBA en caso de llegar a la final de liga en España y quedarse a disputarla.

Este punto del convenio tiene excepciones para las rookies y sophomores y para los torneos con las selecciones (además de casos puntuales por motivos familiares de causa mayor, obvio), estén programados para antes de la campaña o a mediados de esta. Sin embargo, la norma es clara: solo podrán perderse dos semanas de entrenamientos y deberán estar de vuelta 48 horas después de la eliminación de sus equipos o final del torneo en caso de alcanzarla.

Esta situación ya ha provocado que jugadoras como Breanna Stewart (que ya mostró públicamente su preocupación) o Courtney Vandersloot firmen contratos de un único año en 2022 en la WNBA. ¿El motivo? No querer arriesgarse con el 2023, puesto que si regresan a Europa con jugosos contratos, el riesgo de no estar a tiempo en Estados Unidos es alto. Un problema que tendrá que hacer frente tanto la competición como las jugadoras en los próximos meses, ya que la WNBA todavía no está ofreciendo contratos que puedan ser comparables a nivel económico a los acuerdos que tienen las estrellas en el Viejo Continente.

La situación de Rusia

La invasión de Ucrania por parte del ejercito ruso no parece un tema que vaya a ser resuelto en el corto plazo. Más allá de la longitud en el tiempo de la lucha armada por el territorio, las relaciones de Rusia con el resto de los países a nivel internacional parece que van a tener que pasar por un largo periodo hasta ser reparadas. Un trayecto en el que el baloncesto, como se ha podido comprobar ya, también sufrirá las consecuencias.

Tras la expulsión de los equipos rusos (UMMC Ekaterinburg y Dynamo Kursk) de la Euroliga, la duda se centra en la próxima temporada, ya que numerosas jugadoras internacionales de ambos equipos -al igual que las presentes en otros clubs como Nadezhda Orenburg- han firmado acuerdos por los que recibirán la totalidad de sus salarios esta temporada en caso de no firmar con ningún otro club, según contaba Carlos Méndez (gerente de Perfumerías Avenida) en Cope Salamanca. Pero, ¿y en la 22-23? Teniendo en cuenta que los contratos no suelen tener largos peridoos de duración, un significante número de jugadoras se encontrará sin equipo este próximo verano. El periodo previo a una campaña en la que ya veremos en qué situación se encuentra tanto el conflicto con Ucrania como la situación de los equipos rusos en competiciones europeas.

En caso de que el contexto no sea positivo, dando por hecho que no todas ellas podrán acordar salarios similares a los percibidos hasta ahora en ningún otro lugar de Europa, la cuestión se centrará en si las estrellas WNBA decidirán jugar por mucho menos dinero en otros equipos o se tomarán un descanso al acabar la WNBA 2022 (de la que hay que tener en cuenta también lo comentado en el punto número 1). Para esto, imposible tener respuestas por ahora.

La prohibición de Turquía

La Federación Turca de Baloncesto ha confirmado que los equipos de la Superliga turca, a partir de la próxima temporada, podrán contar con tan solo 3 jugadoras extranjeras en sus filas. Una decisión que busca potenciar a sus propias jugadoras a costa de bajar el nivel general de su máxima categoría nacional. En un país con clubes como Fenerbahçe, Çukurova o Galatasaray, entre otros tantos que ofrecen buenos contratos a jugadoras americanas, veremos cuánto puede afectar la medida.

A priori, la influencia sobre la propia competición será destacada, puesto que una extranjera menos (habitualmente de caché alto) siempre cambia muchas cosas en la pista, pero faltará ver si también tiene el mismo efecto en la composición de las plantillas (tanto por parte de los clubes como por las propias jugadoras implicadas). Jugar competiciones europeas y rotar en la Superliga ya es una opción utilizada en la actualidad, aunque esta deberá ser realizada con un mayor número de jugadoras si los equipos quieren mantener a sus extranjeras (habitualmente de caché alto en Turquía).

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