MÁS FEMENINOEstás viendo//Leo Rodríguez: “He utilizado el baloncesto para expresarme sin seguir una norma”
Gigantes del Basket
Leo Rodríguez: “He utilizado el baloncesto para expresarme sin seguir una norma”

Leo Rodríguez: “He utilizado el baloncesto para expresarme sin seguir una norma”

De sus inicios en Las Palmas de Gran Canaria a disfrutar de tres Juegos Olímpicos. De dejar fluir toda su magia en la pista a la madurez de asumir los tiros importantes. Repasamos con Leo Rodríguez una trayectoria de ensueño.

*Artículo publicado en la revista 1.553 en febrero de 2025

Würzburg apagó las luces, se puso en pie y una sonora ovación se alargó durante un extenso periodo de tiempo. Leo Rodríguez, presente en el centro de la cancha, miraba hacia arriba. Su camiseta, con el número 4 a la espalda, acababa de ser estrenada en el techo del pabellón. La despedida perfecta que jamás imaginó y, a su vez, el inicio de una nueva etapa alejada de las canchas. Ese lugar en el que siempre se sintió una privilegiada, se adaptó a lo que necesitó cada colectivo y nunca perdió su esencia.

Gigantes del Basket: ¿Qué se te pasó por la cabeza al ver por primera vez tu camiseta en lo más alto de Würzburg?

Leo Rodríguez: Yo creo que sobre todo estaba absorbiendo el momento, ¿no? Siempre he jugado al baloncesto porque me sentía libre, me lo pasaba bien y se me daba bien, pero nunca te llegas a imaginar que que pueden colgar tu camiseta de un pabellón y menos en uno tan importante en el baloncesto femenino español como es el de Salamanca. Me siento una afortunada y una privilegiada por todo, no solo lo que estoy viviendo ahora, que es muy bonito, sino también por cómo ha ido mi carrera profesional. Solo tengo palabras de agradecimiento.

G: ¿Ha sido siempre Salamanca ese lugar seguro y estable para ti?

LR: Siempre me he sentido cómoda en todos los sitios, sinceramente. Soy una persona que me adapto fácil y siempre veo el lado positivo. Yo creo que eso me ha ayudado mucho mi carrera. Acabé en Salamanca después de la universidad. Me ofrecieron la oportunidad de jugar Euroliga por primera vez y la aproveché muy bien. Después me fui al extranjero y en 2020 tuvo lugar la pandemia, me apetecía volver a España. Y qué mejor que regresar a un sitio que ya conocía, que ya me sentía querida y donde sabía que que iba a tener un rol importante. Las cosas vinieron rodadas sin yo buscarlas. Salamanca es un sitio muy importante para mí.

“Salamanca es un sitio muy importante para mí”

G: Te entrevistamos cuando estabas en Schio aislada. ¿Te cambió aquello un poco la forma de ver las cosas?

LR: Schio fue el epicentro del COVID, entonces nos recomendaron que si nos sentíamos seguras no volviéramos a casa. Estuve dos meses aislada ahí, después vine a España e hice aquí la cuarentena. Luego empecé a pensar qué quería hacer con mi vida y dónde lo quería. Tenía oportunidades también para irme fuera, pero yo creo que a raíz de todo eso me apetecía estar cerca de los míos. La oportunidad en Salamanca era muy buena. Habían creado un proyecto apasionante con Roberto Íñiguez a la cabeza. De hecho, en esos tres años conseguimos dos medallas de Euroliga y bastantes títulos en España.

G:¿Cuánto significa el número 4 para ti? Te ha acompañado durante muchos años, no solo en Salamanca.

LR: El número 4 es con el que empecé de pequeñita, porque entonces se hacía lo de que las bajitas se quedaban los números 4, 5, etc. Y cuanto más alta, más alto el dorsal. Yo era base. Después ya di el estirón y las demás se quedaron atrás. Entonces yo siempre pensé en quedarme con el 4, con el que aprendí a ser quien soy. Con la selección, como estaba pillado, el 11 me gustaba mucho. A esos dos números les tengo mucho cariño.

G: Dices que siempre te has sentido muy libre en la pista. ¿De dónde viene esa pizca de magia que te ha acompañado de inicio a final para hacer todo a tu manera?

LR: En parte es algo innato que siempre he tenido. He utilizado el baloncesto para expresarme sin seguir una norma. Sí, en el cole o en la vida tienes que hacer las cosas de cierta manera, pero jugando a baloncesto siempre me he expresado y he hecho lo que me ha apetecido en cada momento o lo que yo leía, porque al final mi juego nunca ha sido físico, nunca he sido la que más saltaba, la que más corría, la que más… pero de lecturas, sí. Mingo Díaz y Begoña Santana siempre desarrollaron esa capacidad en mis inicios. En vez de tenerlo todo ya analizado, me decían que fuera al aro a ver qué me encontraba y, en función de eso, que creara juego. He intentado adaptarme siempre a los equipos en los que he jugado, pero sin perder esa esencia porque es lo que me ha caracterizado siempre como Leo Rodríguez.

G: ¿También la generosidad en pista?

LR: Soy de la mentalidad de que cuanto más contentas estemos todas, mejor estará el equipo. Siempre he preferido dar una asistencia o acabar con menos puntos, pero que haya otra integrante del equipo feliz o que se sienta valorada. Creo que eso va con la personalidad también y me encanta haber sido así dentro y fuera de la pista.

G: ¿Esto viene de casa? A modo de anécdota, aunque dice mucho, contaste que tu madre repartía caramelos en tus partidos.

LR: Somos cuatro hermanos y soy melliza, es decir, nací compartiendo vientre materno (risas). Siempre se ha inculcado en nuestra casa que somos una piña, ayudamos en un momento a uno, en otro momento a otro, y eso nos hace crecer. Yo soy quien soy y tengo los valores y principios que tengo, gracias a mi familia.

G:  Te fuiste muy joven de Gran Canaria, pero nunca te has olvidado de tu tierra.

LR: Yo soy muy canaria, me encanta mi tierra y siempre que puedo vengo a casa, aunque sea solo de visita. En verano, aunque siempre estaba fuera durante el año, siempre he aprovechado para entrenar. El club me proporcionaba la cancha, los balones, lo que hiciera falta. Y yo creo que eso es lo que ha hecho que la relación se mantenga.

G: Cuando marchaste a Florida State, no era tan habitual optar por la ruta de la NCAA.

LR: Yo me fui a Estados Unidos principalmente porque los estudios siempre han sido importantes para mí y allí tenía la oportunidad de desarrollar ambas carreras. Yo sabía que si me dedicaba profesionalmente al baloncesto no iba a terminar la universidad en 4 años. En aquel momento ya jugaba en el primer equipo de Spar Gran Canaria y fueron varias de mis compañeras de equipo las que me dijeron que me tenía que ir a EEUU. Yo no sabía de qué me estaban hablando. Es cierto que ya habían llegado a mi casa cartas con ofertas de universidades, pero yo no tenía ni idea de lo que significaban. Me acuerdo que un día vinieron a casa mis compañeras Brooke Wyckoff, que ahora es la entrenadora de Florida State, y Taru Tuukkanen, que también fue a Estados Unidos. Y a partir de ahí, con las 20 cartas que habíamos recibido, fue ir descartando. Yo lo que les decía era que quería una universidad con buen clima y con buen nivel, tanto deportivo como académico. Quería seguir retándome y creciendo por si en un futuro me apetecía jugar profesionalmente. Además, yo todos los veranos jugaba con la Selección Española de mi edad, y no quería perder esa oportunidad. Ellas fueron las que me ayudaron a elegir, sembrando la idea en mi cabeza y en la de mis padres, que era complicado porque no solo estaba lejos, sino que era algo desconocido. Ahora van a hacer una visita primero, pero yo fui directamente en septiembre con la beca y la maleta hecha. Mis padres me acompañaron y al final todo salió muy bien, pero la verdad que fue un paso muy valiente, no tanto por mi parte, sino por la de mis padres.

G: ¿Cuánto ha influido en tu trayectoria el hecho de haberte lanzado con 17 años a Florida State?

LR: Nunca lo sabré a ciencia cierta, pero siempre he sido bastante valiente. A la vuelta de Estados Unidos, en la Liga Española ya lo hacía bien y estaba con la Selección Española. Yo quería retarme a mí misma. Era buena jugadora, estaba bien considerada en España, por lo que quería irme fuera y ser yo la extranjera capaz de sacar las castañas del fuego al equipo. Una de las que en ese momento clave, en teoría, dan el plus.

“Tuve un entrenador en Polonia que me hizo reflexionar y darme cuenta que a veces lo mejor para el equipo era que tirara yo”

G:  Siendo que tú siempre preferías dar el pase y ser generosa, ¿te costó mucho cambiar ese chip?

LR: Aprendí y me ayudó mucho. Tuve un entrenador en Polonia que me hizo reflexionar y darme cuenta que a veces lo mejor para el equipo era que tirara yo. Yo nunca lo había visto como una prioridad. A veces sobra un pase extra. Agradezco mucho esa oportunidad en los años que estuve fuera porque creo que gracias a eso fui la jugadora que que fui al regresar. Era capaz de tomar más decisiones, ser más decidida y sobre todo de vez en cuando saber que que el tiro tenía que ser mío.

G: Cuando escuchas que has sido 130 veces internacional, ¿sientes haber disfrutado de todo este camino?

LR: Muchísimo, muchísimo. Me siento una privilegiada y una afortunada. Para mí, vestir la camiseta de España siempre es lo que más ilusión me ha hecho, con la que más he disfrutado cada segundo. Haber empezado con 14 años y no haber faltado ningún verano, aunque al final fuese descartada, hizo que hubiese siempre un motivo para trabajar, para conseguir estar en verano allí.

G: De hecho, has ido teniendo roles muy diferentes hasta los JJOO de París y fuiste uno de los últimos descartes en varias ocasiones, como 2013, 2015, 2018… ¿supiste ir gestionando todo de forma adecuada?

LR: Gracias a eso soy la jugadora que soy. Yo siempre iba con la conciencia tranquila, yo soy como soy y como jugadora intento dar lo mejor de mí. A partir de ahí, si me quieren utilizar más o menos, ya depende de ellos. Yo eso no lo puedo controlar. Entonces, yo me centraba en el presente, sabiendo que solía hacer muy buenas temporadas y por eso me llamaban. Una vez llegaba ahí, yo estaba preparada para la oportunidad que me dieran. Algunos veranos más, algunos veranos menos. Nunca dependía de mí, yo solo controlaba lo que podía controlar, y yo creo que gracias a eso siempre he estado preparada.

“Me llamaban de la Selección Española por ser Leo Rodríguez y fui Leo Rodríguez hasta el último día”

G: Sobre esos veranos en los que te quedaste a las puertas, ¿le dabas después muchas vueltas o eres de pasar página rápido?

LR: Siempre he sido jugadora de presente, de conciencia tranquila porque sé que dado lo mejor de mí misma. Es decir, me llamaban de la Selección Española por ser Leo Rodríguez y fui Leo Rodríguez hasta el último día. Mi prioridad ha sido mantener mis valores y mis principios, como jugadora y persona. A veces dolía más o menos quedarte fuera, pero saber eso a mí me ayudaba a afrontar la siguiente temporada. Y la verdad es que el hecho de que siempre haya tenido buenos contratos y siempre haya sido llamada por la selección, a mí me daba esa seguridad de decir, «Lo estás haciendo bien”. A lo mejor este año no te quieren para entrar en las 12, pero lo estás haciendo bien porque te siguen llamando y antes o después llegará el momento. Y mira, llegó en mis terceros Juegos Olímpicos, en mi mejor momento, y si me hubiesen dado a elegir, hubiese preferido que me lo dieran este año en vez de hace cinco.

G: España se perdió los JJOO de 2012, cuando todavía estabas en la universidad, y has estado presente en los tres siguientes.

LR: Me ha tocado vivir una época del baloncesto femenino español muy importante, muy especial, en el que se han conseguido muchas cosas. Yo he sido simplemente una parte pequeñita de este gran proyecto. Nunca me imaginaba nada, yo vivía al presente. Cuando te dan estas oportunidades, solo me sale dar las gracias, aunque hayan sido momentos buenos y otros menos buenos, pero gracias porque al final he acabado con tres JJOO.

G: Dentro de los momentos buenos, ¿cuál recuerdas con especial intensidad en los JJOO?

LR: La subida al podio en Río 2016 con la medalla de plata colgada al cuello, de la manos de mis compañeras, sabiendo que estábamos viviendo un sueño que nunca se había conseguido, que para muchas eran nuestros primeros JJOO. No queríamos que nos despertaran de aquel sueño porque solo queríamos exprimir el momento de lo que estábamos consiguiendo, no éramos conscientes del todo.

G: ¿Es lo más cercano que has llegado a sentirte completamente realizada como profesional?

LR: Nos mirábamos como niñas pequeñas de ‘por favor, no me saquéis de este parque de atracciones porque me lo estoy pasando muy bien’. Fue algo espectacular. Yo creo que para cualquier deportista ir a unos JJOO es algo especial, pero es que subir al podio con la primera medalla olímpica de tu deporte… no se podía pedir nada más.

“Nunca he sido una jugadora de soñar con meter un último tiro”

G:  Todos recordamos la canasta de Anna Cruz ante Turquía en 2016, pero seguramente la tuya contra China en 2024 pase también a la memoria colectiva de los JJOO. ¿Cuántas veces has soñado con aquel instante?

LR: Yo lo recuerdo con mucha ilusión y confianza, con la valentía de decir, «Es que no sé por qué, pero vamos a sacar el partido adelante”. Nunca he sido una jugadora de soñar con meter un último tiro. Fue muy bonito, sobre todo al ver al equipo. Siempre digo que la canasta fue de España, no mía. Nos dio un chute de energía, de creer que se podía. Fallé el tiro libre y no sabía si lo había hecho bien o mal. Me acuerdo de estar dándole vueltas en el tiempo muerto posterior y de todo el mundo diciéndome que estaba muy bien, que había metido el triple y que daba igual lo demás. Fue uno de los mejores momentos de mi carrera, de sentirme totalmente realizada. No solo por haber metido ese triple, sino por el cómo, por cómo se sentía el equipo, porque yo también sabía que iban a ser mis últimos JJOO y uno de mis últimos partidos. Antes hablábamos de que había tenido momentos en los que tuve menos protagonismo, pero yo habría escrito mi historia de nuevo tal y como sucedió.

G: ¿Habías compartido con alguien tu decisión?

LR: Mi círculo cercano más o menos lo sabía, sí. A nivel de baloncesto no, porque aunque la decisión estaba en mi cabeza, yo siempre he querido estar en el presente. Yo quería ir a la Selección Española como jugadora 100% activa, a darlo todo, como si tuviese que jugar otros 5 años. Mi cabeza no hizo click hasta que acabó, aunque en mi subconsciente ya lo sabía. Siempre he pensado que me quedan 20 años de carrera deportiva. Y eso fue clave para yo jugar a ese nivel y sentirme tan cómoda y tan libre.

G: ¿Dejarlo en un buen momento era una prioridad para ti?

LR: Mentalmente me empezaba a apetecer otra cosa. Es cierto que físicamente me encontraba muy bien, pero siempre he pensado en la retirada soñada como una decisión personal, que no fuera provocada por una lesión o de no estar al nivel. Haber acabado con unos terceros Juegos Olímpicos era la guinda del pastel, he conseguido mucho más de lo que nunca me hubiese imaginado. Y si la mente te va pidiendo otras cosas, pues escúchala, porque al final es la que mueve el cuerpo y la que te hace motivarte. Estoy muy feliz por cómo ha sido, por todo el cariño recibido y solo tengo palabras de agradecimiento sobre mi carrera deportiva.

G: Y ahora, ¿qué viene en el futuro?

LR: Quiero saber qué más puedo hacer en mi vida, en qué más puedo ser buena, qué otros retos puedo tener fuera de la cancha. Siempre he querido ser madre también. La etapa de baloncesto ya la he cerrado. Toca disfrutar mucho del presente, de todo eso que me he perdido a lo largo de los años por haber jugado al baloncesto. Acabo de pasar mis primeras Navidades en casa sin tener que mirar el reloj, coger la maleta e ir a entrenar. Con calma, iré tomando las siguientes decisiones de mi vida.

Etiquetas de Mautic

 

Deliza hacia abajoSigue deslizando hacia abajo para ver más contenidos
Desliza hacia abajoSigue deslizando hacia abajo para ver más contenidos
Cargando el siguiente contenidoEspera un momento por favor :)