FEMENINOEstás viendo//Kelsey Plum contra su propio pasado, por Luis Vallejo
Kelsey Plum contra su propio pasado, por Luis Vallejo

Kelsey Plum contra su propio pasado, por Luis Vallejo

«Estoy deseando anotar sobre Diana Taurasi. Se lo diré a ella también. Por supuesto que lo haré», afirmaba la emergente promesa del baloncesto estadounidense. Kelsey Plum aterrizaba en la élite del baloncesto norteamericano desafiando a una de las mejores jugadoras de la historia. Lo hacía con una pizca de humor y altas dosis de confianza, pero ninguno de ambos componentes superaba al de la admiración. Mientras las declaraciones eran tomadas al pie de la letra por la prensa, Plum se preparaba para salir a aclarar el malentendido. Aquella niña que había crecido grabando en VHS las finales NCAA de Taurasi, a pesar de no haber debutado en la WNBA, acaparaba todos los focos mediáticos, con todo lo que ello implica. Cualquier brecha comunicativa iba a ser aprovechada para hacer caer a Plum, una jugadora que tampoco había puesto nunca de su parte por pasar desapercibida.

La historia de Kelsey Plum contaba ya con varios capítulos de inmenso tamaño e importancia sin haber disputado ni un solo minuto como profesional. Criada por una familia de deportistas, la competitividad de la pequeña base corría por sus venas. Así se lo había enseñado su padre, que incluso los días que iban a pasar un plácido rato en algún restaurante, salía corriendo hacia el coche al terminar el desayuno. Si la pequeña Kelsey llegaba a tiempo, podía subirse al autocar. En caso contrario, ya era consciente de que ese mismo recorrido lo debía completar a pie. Una mentalidad que trasladó a cada uno de sus equipos durante su formación, llegando a malentendidos en ocasiones por una falta de comprensión de sus compañeras. Choques de personalidades en los que, como años después reconocería, no siempre tenía la razón.

En la NCAA, Plum encontró la fama nacional a través de su aplastante superioridad en la cancha. Era imparable. «Al final del día, no importa cómo de familiarizado estés con su juego, tienes que seguir averiguando cómo frenarla. Nadie lo ha conseguido, en serio. Nadie», afirmaba Sherri Coale, experimentada entrenadora de Oklahoma. La base de Washington, que arrancó su trayectoria universitaria bajo la incomprensión de su propio equipo, se ganaba el respeto en la cancha cada semana. «¿Por qué una rookie debe tener más galones que cualquier veterana?», se preguntaban sus primeras compañeras. Cuestiones que aislaron a la base durante sus primeros meses en el equipo, pero que terminaron cayendo por su propio peso. Aquella rookie no era una cualquiera, sino la futura máxima anotadora en la historia de la NCAA.

Como si de un destino ya escrito previamente se tratara, Plum acabó superando cuatro años más tarde la cifra de puntos de Jackie Stiles en la competición universitaria. Stiles fue una prematura estrella en el panorama nacional norteamericano gracias a su instinto anotador, a la altura de las mejores de la historia. Sin embargo, aquello que anticipaba una trayectoria brillante, acabó siendo más pesadilla que sueño. Las lesiones impidieron mostrar todo su talento a la estrella de Kansas, que terminó cerrando su carrera con apenas 28 años, contando como punto álgido su campaña rookie en la WNBA, año en el que debutó en el All-Star y fue nombrada mejor novata de la competición.

Surfeando en el punto más alto de la ola, aquel hipotético panorama no entraba en los planes de Plum. Tampoco en los de la prensa, quien ensalzaba a la californiana hasta puntos pocas veces visto tras cada una de sus exhibiciones y elevando su figura a límites insospechados, provocando que cualquier caída posterior tuviera lugar desde una altura casi definitiva. El número 1 del Draft era su sitio, no había duda alguna en términos de talento, pero que las San Antonio Stars fueran las primeras en elegir no era el mejor contexto posible. A la par que Plum estudiaba con lupa el juego de James Harden o Chris Paul (meses después de pasar un verano entero entrenando con Nate Robinson), poniendo toda su atención en cualquier mínimo detalle sobre cómo absorbían los contactos, jugaban el pick and roll o generaban espacios para sus tiros, el debate iba en aumento.

Las San Antonio Stars habían terminado últimas la pasada temporada, pero las posiciones exteriores eran las mejor cubiertas. Principalmente, la de base y escolta. Ahí se encontraban Moriah Jefferson y Kayla McBride, a priori con puestos asegurados en cualquier alineación titular de cara al futuro. Los rumores de traspaso no tardaron en llegar. Una vez más, todos hablaban de Plum, y las expectativas, ya de por sí en una altura abrumadora, no cesaban su escalada. Pero nada era comparable a lo que iba a acontecer tras su elección en primera posición por las Stars.

Ante los cantos de sirena de posibles traspasos y los rumores que decían que Vickie Johnson la iba a colocar como escolta en el equipo, Lindsay Kagawa Colas, agente de Plum, hizo saltar todo por lo aires. Como última opción, observando en primera instancia cómo su jugadora estaba siendo utilizada como un juguete, salió a hablar en The Summit: «San Antonio está diciendo que escogió a Plum para jugar junto a Jefferson y Mcbride. ¿Por qué han elegido en el pick número uno a Plum si va a jugar fuera de posición? ¿En qué deporte sucede eso? No tiene precedentes. No escoges a Kyrie Irving, John Wall, Sue Bird o Derrick Rose para ponerles a jugar como escoltas. Plum ha sido llamada dos veces por USA Basketball para jugar como base y rompió el récord de anotación de la NCAA como 1, ¿y ahora la eligen para que cambie de posición? Dicen que jugarán con tres bases. Está bien, pero si ese experimento falla, ¿a quién van a despedir? Porque eso, esencialmente, significará que desperdiciaron la elección número uno».

Más allá de avivar las llamas de la prensa alrededor de Plum, que veía cómo una vez más su llegada a un nuevo equipo no iba a ser sencilla, aquellas declaraciones no terminaron de tener un efecto evidente en la franquicia. Plum, que se había ido al hotel a llorar la noche del Draft y no celebró su pick 1, era consciente de su situación. «No importaba lo que hiciera, no sabía si alguna vez podría estar a la altura de las expectativas que creé en la universidad», reconocía años más tarde a ESPN. Sin embargo, desde ese mismo instante, ante la dura colina que se le avecinaba construida sobre las expectativas, afirmó en la prensa estar bien con Johnson y tener ganas de comenzar a jugar, justo antes de volver a centrarse en lo importante, los entrenamientos. Desde ese instante, alargó cada sesión de entrenamiento hasta quedarse sola, demostrando que aquella competitividad desmedida tenía unos cimientos imbatibles. No había tiempo para dudar: el trabajo era la prioridad.

Pese a todo, Plum era humana. Su control del entorno era limitado y, por primera vez, el nivel deportivo no estuvo a la altura de las expectativas en su primera campaña. En gran parte, por temas que no dependían de ella, como la confección de la plantilla, los escasos minutos de juego -provocados por el primer punto muchas veces- a pesar de sus destellos en diversos encuentros o la venta de la franquicia, que terminaba trasladándose a Las Vegas al término de la temporada, mientras Plum defendía los colores del Fenerbahçe en Europa. Ahí llegó su ya famoso «Dios tiene un plan para mí», refiriéndose a todas las complicaciones vividas en su estreno junto al ilusionnate futuro, aquel en el que, como contaba el reputado periodista Howard Meghdal, ya no estaría la GM de las Stars (Ruth Riley) ni Vickie Johnson, que pasaba a ser asistente de Bill Lambeer. El ex jugador cambió por completo los planes desde el primer día. Basándose en que, tras conocer a Plum, se había dado cuenta de que lo que realmente necesitaba era jugar, razón por la que Lambeer situó a la base como titular y le dio las riendas del equipo.

Su segundo año mejoró al primero, pero el problema de fondo seguía siendo el mismo. «No estaba preparada para todo esto. Podía anotar 10 puntos, repartir 6 asistencias, no perder ningún balón, defender bien, ganar y había gente que seguía diciendo en la prensa que echaban de menos a la antigua Plum, la de la universidad», confesaba en ESPN, mismo medio en el que Lambeer reconocía que «lo de Plum es una batalla interna en la que debe pelear y controlarse. Todavía lucha contra su pasado a veces». En cambio, su momento más emocional no había llegado todavía. Lambeer, con el objetivo de fortalecer la confianza de Plum y construir un caparazón que le protegiera de todo aquella, era muy duro con la base. Nada que sorprenda en un Bad Boy. Y, siguiendo con su completa honestidad, decidió sentar a Plum y quitarle la titularidad a finales de la campaña 2019. Un golpe duro con ese mismo objetivo común: construir una jugadora más fuerte. Justo lo que se encontró días más tarde.

Plum saltó a pista con ganas de reivindicarse. Con Las Vegas cayendo por 12 puntos a falta de 9 minutos, la dinámica hacía indicar que aquella noche las Aces sumarían una nueva derrota… hasta que apareció Plum. No la actual Plum, sino una nueva versión que combinaba aquello que había demostrado en Washington con su renovada mentalidad. En 9 minutos, anotó 17 puntos. Se desató en la cancha y, al término del encuentro, fuera de ella. Aquellas lágrimas eran la prueba de todo lo sufrido en sus primeras tres campañas, luchando contra sí misma y las expectativas creadas, dando paso a uno de sus mejores tramos en la WNBA.

Pero el drama aún guardaba un nuevo capítulo entre sus líneas. Cuando todo parecía florecer de nuevo, aparecieron los fantasmas de Vickie Stiles. Su tendón de Aquiles, a poco de comenzar la temporada más excitante de su trayectoria, dijo basta. Las Vegas se disponía a viajar a la burbuja y Lambeer lo hacía sin dos de sus estrellas, Plum y Cambage. La californiana, después del largo trayecto recorrido, no iba a permitir que una lesión hiciera caer todo lo construido con sudor y lágrimas. Justo antes de la operación, se fue a la playa, buscando la paz interior en el mar, y comprometiéndose consigo misma a volver mejor que nunca. «I’ll be back, better than ever», dijo en Twitter. Una promesa que, desde la otra punta del mundo, en Tokio, ha demostrado haber cumplido, superando cualquier expectativa por primera vez como profesional y sacando esa sonrisa con su juego que durante tanto tiempo desapareció del mapa. La sonrisa de una jugadora que consiguió vencer a su propio pasado para triunfar en el presente. Esto no ha hecho más que comenzar.


 

 

Defiende las publicaciones de calidad, suscríbete a Gigantes:

Revista

Deliza hacia abajoSigue deslizando hacia abajo para ver más contenidos
Desliza hacia abajoSigue deslizando hacia abajo para ver más contenidos
Cargando el siguiente contenidoEspera un momento por favor :)