Determinante dentro de la cancha, valiente fuera de ella. Candace Parker nunca se ha puesto barreras en su vida profesional. Dominó en la NCAA, cambió el juego en la WNBA e inspiró a muchas niñas que crecieron viéndole jugar. Generaciones que hoy en día están llegando también a la élite. Sin embargo, la figura de Parker siempre ha ido más allá de lo que acontecía en los 40 minutos entre el salto inicial y la bocina final. En la actualidad, no solo ha ganado el anillo en la última campaña, sino que también es una de las mejores analistas NBA e inversora en fútbol femenino. Facetas que han llevado a la organización TED a invitarla para realizar una charla sobre su vida y pensamientos. Un discurso inspirador que levantó los aplausos de todos los presentes y que ya se está haciendo viral en Estados Unidos.
Discurso traducido y completo de Candace Parker:
En todas partes del mundo, inevitablemente surge la pregunta: «¿Juegas al baloncesto?». Del vecino del otro lado de la calle: «Oye, ¿juegas a basket?»m al tipo de 1.75m de la empresa TSA PreCheck que juró que me podía ganar en uno contra uno. Detesto encajar en el molde que insinúa esta pregunta, pero a regañadientes dije: “Sí, soy dos veces campeón de la NCAA, dos veces medalla de oro olímpica y dos veces campeona de la WNBA». Pero dentro de mí grité «soy mucho más que eso».
Verás, romper barreras se trata de no permanecer en tu carril y no ser lo que el mundo espera que seas. Se trata de no aceptar limitaciones. Comienza con inspiración, y es una creación que se hace sobre la que todos piensan que es la forma correcta de hacer las cosas. Hay muchos pioneros, aquí mismo, que están luchando duro por abrir puertas que tal vez nunca crucen. Pero lo hacen de todos modos, porque estamos apoyados en el hombro de aquellos que lo hicieron por nosotros. Es una batalla cuesta arriba y no garantiza grandes victorias o mucho éxito.
Y a lo largo de esa batalla cuesta arriba, creo que todos buscamos esperanza, ¿no? Todos buscamos optimismo. Mi esperanza es mi hija y la próxima generación que viene con ella.
Soy la madre de una increíble hija de 12 años. Sí, lo sé, no soy imparcial, pero ella es bastante guay. He tenido la suerte de viajar por el mundo con ella mientras permite que su madre luche por sus sueños. Hemos jugado en Rusia, y digo nosotras porque ella realmente cree que es parte del equipo. Jugamos en Rusia, Turquía, China. Y a lo largo de ese viaje, pensé que sería yo quien le enseñaría, la desafiaría, sería el ejemplo para ella. Pero me he dado cuenta de que esto es una calle de doble sentido.
A los tres años, decidí inscribirla en la escuela en Rusia. Yo quería que ella tuviera una vida normal. Quería que ella pudiera conocer a niñas de su edad. Entonces, a los tres años, se hizo amiga de esta niña. Su nombre era Masha. Masha no hablaba nada de inglés. Lailaa apenas hablaba ruso. Pero sus padres nos invitaron a su casa. Y fuimos. Fuimos a una cita para jugar. Entonces llamamos a la puerta, y los padres de Masha abrieron la puerta con mucha amabilidad y nos dieron la bienvenida a su casa. Dimos un paso adelante, y me di cuenta de que no había suelo. Era una casa modesta. Era una habitación con un sofá en el costado que se convertía en la cama en la que dormían. Había un fuego de leña en el medio que calentaba la habitación y les permitía cocinar. Y debido a sus tres años (Lailaa), estaba preocupada. Así que fui a agarrar a Lailaa, pero llegué demasiado tarde. Miró en la esquina y dijo: “¡Una casa de muñecas!”. Y Masha y Lailaa corrieron a la esquina a jugar con la casa de muñecas. Estoy tan orgullosa de que esa sea mi hija… y no puedo decir que yo tuviera mucho que ver con eso. Ella une a las personas, encuentra puntos en común, acepta los golpes, saca lo mejor de las situaciones.
Siempre quise animarla, porque el mensaje que recibí en mi casa fue de nunca encogerse para encajar en este mundo. Que todos somos lo suficiente, pero que necesitas ser individualmente tú todo el tiempo. Tuve la suerte de crecer en un entorno con mis padres y mis dos hermanos que me empoderaron todos los días. Me dijeron que podía hacer cualquier cosa que me propusiera, tanto que mi apodo era «Can Do». Y más tarde mis hermanos lo ampliaron a «Can Do Anything And Get Away With It» («Puede hacer cualquier cosa y salirse con la suya»).
Yo era el bebé de la familia. Sí, yo era el bebé y no me faltaba confianza. Si no estaba jugando con la pelota fuera de la escuela con un vestido, ante el disgusto de mi madre, estaba en lo alto de los árboles. Me encantaba competir. En todo, no solo en los deportes. Una vez, mi maestro en la escuela primaria dijo: «Quiero saber quién puede aprender la canción del verbo auxiliar más rápido».
-Candace Parker canta la canción-
Yo era esa niña a la que le encantaba competir. Yo era esa niña.
Pero lo que amaba más era que se me permitía ser yo. Me permitieron competir. Se me permitió decir lo que pensaba. Mis padres alentaron eso. Solo porque eres una chica no tienes que quedarte en un carril determinado.
Y luego algo sucedió en 1997. Comenzó la liga profesional de baloncesto femenino. La WNBA tuvo su temporada inaugural cuando yo tenía 11 años y vi a personas que se parecían a mí jugando al juego que tanto amaba, el baloncesto. Ya no tenía que salir y tratar de machacar como Michael Jordan. Podía salir y conseguir canastas como Cynthia Cooper.
Verás, mis padres fomentaban el deporte porque, a sus ojos, el deporte era un microcosmos de la vida. Aprendes a ganar. Aprendes a perder. Aprendes a superar los obstáculos. Aprendes a levantarte cuando no quieres. Aprendes a valorar las diferencias, porque estas son importantes. Pero cuando me aventuré en el mundo real, me di cuenta de que el mundo no era tan alentador respecto a las diferencias. El mundo tenía una manera de… poner las diferencias en una caja.
Por ejemplo, recibí mi equipación de baloncesto femenino en la escuela secundaria. Era viejo, maloliente y apretado. Los chicos compraron unos nuevos. Mi hermano trabajó duro para ingresar a una de las facultades de medicina más prestigiosas del país. Mi familia estaba muy orgullosa. Escuchamos los susurros que decían: “Cuotas”. El mundo tenía una forma de simplemente poner las diferencias en una caja y luego enfadarse cuando teníamos el atrevimiento de no encajar. Como individuo, te enfadas conmigo por no encajar en la caja que tú mismo hiciste.
Hubo un tiempo en el que no quería decir que sí al baloncesto. Porque si había marcado esa casilla, entonces había verificado otras suposiciones, ¿verdad? Así que la competitividad entró en mí. Te mostraré, te mostraré. Voy a ser la mejor ¿Las chicas no pueden machacar en un partido? Machacaré dos veces. ¿No puedes sostener un trofeo MVP estando embarazada? Está bien, te lo mostraré. ¿No puedes tener una familia, una carrera y cuidar a tu hija? Regresé nueve semanas después del parto, jugué un partido y amamanté a mi hija durante 13 meses. ¿No puedes estar en la portada de un videojuego? ¿No puedes hacer una charla TED como atleta?
Durante todo este tiempo, mi idea de romper barreras fue algo que intenté para que el mundo pudiera ver que era posible. Pero lo de romper barreras no siempre queda registrado. En 2021, como la mayoría de ustedes, me senté frente al televisor porque sabía que era un gran momento. Senté a mi hija al frente también. Le dije: «Lailaa, mira esto». La primera vicepresidenta asiática-afroamericana estaba prestando juramento. Ese fue un momento que tal vez no aprecies al instante. Pero con el tiempo lo harás. Y mientras Kamala Harris prestaba juramento, dije: “Lailaa, ahora mírala. Ahora tú también puedes hacer eso”.
Y Lailaa me miró. Me miró a los ojos y dijo: «¿Y por qué no podía antes?».
De repente, me sentí así de grande (haciendo el gesto de muy pequeña) porque me había convertido en lo que más despreciaba en este mundo. La había puesto en una caja porque, verás, la historia que el mundo me contó fue que las mujeres no son vicepresidentas. Y yo había asumido que eso era lo que le habían dicho a mi hija. Te lo digo, la Generación Z, la generación de mi hija, están cambiando el mundo, están cambiando el mundo a través de la conversación, de la unidad y del vivir como si las cajas y las barreras no existieran. Ya no basta con bajar la cabeza. Obtener el trabajo. Lograr la hazaña. Tenemos que unirnos, unirnos para descubrir por qué existen barreras en primer lugar. Y la Generación Z lo está haciendo. Están escuchando. Están viendo ambos lados. Y se están uniendo por causas que no les afectan directamente. Tenemos ligas deportivas enteras que defienden lo que creen. Ya no es solo un atleta. Tenemos hombres que están luchando para que las mujeres reciban el mismo salario. Tenemos aliados blancos que protestan por las desigualdades raciales. Estamos hablando de salud mental.
¿Y sabes qué es tan especial? Mi hija la otra semana vino y me entregó una lista de tiendas en las que ya no podemos comprar. Yo estaba como, «Lailaa, ¿otra lección?» Ella dijo: «Mamá, no se nos permite comprar en estas tiendas porque no son positivas para el cuerpo y tampoco conscientes de los cuerpos de todas las formas y tamaños» (en referencia a las tiendas que venden solo tallas pequeñas).
Y sabes qué, estoy escuchando, seré honesta, y estoy aprendiendo. Y tú también deberías, porque mi optimismo está en lo próximo. Que cojan nuestros obstáculos, nuestras luchas, nuestras inseguridades, nuestros desafíos y no los vean como obstáculos, sino como oportunidades. Estoy orgullosa porque la Generación Z es audaz y son ellos mismos. Porque aquellos a los que nos dijeron que no podían toda nuestra vida están teniendo hijos que nos están haciendo creer que podemos.
Así que adelante, pregúntame si juego a baloncesto y te diré con orgullo: «Sí». Porque me doy cuenta de que fui yo quien puso el baloncesto en una caja todo el tiempo. Muchas gracias por esta oportunidad.
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