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Entrevista a Susana Gómez: “Mostrar emociones acerca el arbitraje al espectador y es algo que está muy bien”

Entrevista a Susana Gómez: “Mostrar emociones acerca el arbitraje al espectador y es algo que está muy bien”

Detrás de la jefa de estudios del IES José Planes de Murcia se esconde una de las referencias del arbitraje español. Susana Gómez tuvo que decir basta en 2017, tras un cuarto de siglo ligada en un universo, el del silbato, que aún le recuerda como un icono femenino y al que sigue ligada, entre clases y clases de inglés, desde el Comité Técnico de la FEB.

Mucha gente llega en cierto modo de rebote al arbitraje. ¿Cómo fue tu caso?

Hasta la temporada de cadete de segundo jugué en el CB Femenino de Murcia, pero lamentablemente desapareció por razones económicas y hubo un lógico éxodo de jugadoras. A otra compañera y a mí unos amigos nos propusieron ser árbitras. Tenía 16 años.

Y la primera reacción fue…

¡Que no me veía arbitrando! Pero es verdad que me vendieron que seguiría en contacto con el deporte, conocería gente y hasta ganaría algún dinerillo y fueron tres razones de peso para probar. Pues eso, hice el curso en 1992 y estuve hasta 2017.

¿Costó empezar?

Sí, porque requiere mucho sacrificio en los fines de semana, y con esa edad es complicado, imagínate. Pero no sé que tiene el arbitraje que como te guste te enamora, te engancha. Si el jugador quiere meter una canasta, tú quieres pitar bien una falta.

¡Pensaba que ibas a decir una técnica!

¡No! No es lo que más gusta hacer. Es una herramienta que necesitas para controlar el partido, pero prefieres no pitarla (risas). Los árbitros pensamos que mucho mejor no usarlas, porque eso significa que has controlado el partido sin necesitarla.

En Murcia serías casi una pionera.

Éramos muy pocas, sí. Cuando entramos nosotras solo había dos. Alguna más se apuntó, pero como suele pasar mucho en el baloncesto femenino, hubo bastante abandono.

¿Cuándo empezaste a salir de Murcia?

En 1997 pité mi primer Campeonato de España ‘mini’, en Blanes. Fue algo muy emocionante, salir por primera vez de la ciudad, ir en grupo con árbitros de toda España… Muy chulo.

Más tarde, durante un tiempo fuiste la única mujer en el grupo 1 de la FEB

Fueron tres años, sí. Cuando llegué a ese nivel éramos cuatro chicas, pero al año siguiente descendieron dos y una subió a ACB, así que me quedé sola esos tres años. Luego bajé y volví a ascender y ya hasta 2017. En 2011 me dieron la licencia internacional, que también mantuve hasta que me retiré.

Esperanza Mendoza me dijo recientemente de ti que eras la mejor persona que se había encontrado en el mundo del arbitraje y la que más le había ayudado…

¿En serio? ¡Pues hoy me voy a ir a la cama feliz! Con ella coincidí en mi última etapa. Estábamos las dos solas como árbitras en Oro. Justo cuando me retiré ella tuvo la opción de subir a ACB. Lo cierto es que se merece lo que le está pasando: se ha preparado mucho y ha aprovechado esa oportunidad que le llegó.

Vamos con la pregunta complicada de la entrevista. ¿Si hubieras pitado más tarde hubieras llegado a ACB?

¡Uff! Llegar a ser profesional depende de muchos factores. Tuve ese deseo mucho tiempo, no lo niego, pero no es algo que dependa de una, sino de muchas circunstancias y de los perfiles que se busquen en cada momento. Lo que depende de ti es estar preparada y tener la experiencia para aprovechar la oportunidad. Recuerdo que en una liga de verano ACB cuando era muy joven me vieron, pero aún no estaba preparada. Y luego ya no volvió a pasar el tren.

Ahora, un tópico. Ya sé eso de que el árbitro debe ser buena persona… ¿Pero debe de tener un punto de mala leche?

No creo que mala leche (risas)…, pero sí debe de tener personalidad, creerse el papel que tiene entre manos. Tener autoestima y saber imponerse, en definitiva. Pero no hace falta mala leche. A veces puede venir bien tirar de genio pero la autoridad se debe imponer hablando con respeto a la gente. No necesitamos árbitros con mal carácter, sino con habilidades sociales para ser capaces de convencer de sus decisiones.

¿Qué opinas de esta era en la que los árbitros empiezan a dejarse grabar o llevar un micrófono?

Que es fenomenal. La vida misma es ver esa toma de decisiones desde dentro, el vocabulario que se usa… Comunicar es fundamental, tanto verbal como no verbalmente. A veces convences con una mirada, porque estas permanentemente tomando decisiones. Mostrar emociones, realidades, nos acerca al espectador y es algo que está muy bien.

¿Ver a tres mujeres pitando un partido de LEB Oro era algo imaginable no hace tanto?

Pues mira, yo ya pité partidos con dos, cuando se pitaba por parejas. En mi primer año en LEB-2, en 2001, ya pitamos dos mujeres un partido en Gandía. Aunque es cierto que ahora son de tres.

Actualmente eres vicepresidenta del Comité Técnico de Árbitros de la FEB. ¿Le sigues dedicando mucho al arbitraje?

Mucho no porque no soy profesional. Participo en la toma de ciertas decisiones y en las propuestas de mejora sobre los problemas de los árbitros. Colaboro con Juan Luis Redondo y los miembros del CTA para todo ello.

Estás casada con Luismi Castillo, árbitro ACB. ¿Habláis mucho de esos pasos o esa falta?

No demasiado. Tenemos claro que hay otra vida y separamos un poco el baloncesto. ¡Aunque algo se habla, sí!

Para acabar, ¿Lo echas de menos?

Sí. Te mentiría si dijera que no. Tuve que renunciar a esa vida, que es muy chula pero muy demandante. Ahora estoy en otra etapa profesional. Tengo que cuidar a mi hijo Daniel porque su padre está siempre fuera. Sus primeros cuatro años Luismi y yo íbamos como en la peli ‘Tú a Boston y yo a California’. Los dos éramos internacionales y… ¡Nos veíamos casi más en aeropuertos o en Atocha que en Murcia! Era divertido pero el crío estaba en casa…

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