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Estrés y preparación mental en el baloncesto

Estrés y preparación mental en el baloncesto

La figura del psicólogo deportivo cobra importancia dentro de la estructura de los equipos.

Por todos es sabido que las entidades deportivas, en las últimas décadas, destinan una parte importante de recursos y tiempo a la parte psicológica en su preparación de los jugadores. Psicólogos deportivos, coaches, actividades de team building, etc. son figuras o conceptos que cada vez nos son más familiares.

Un entrenador ya no sólo se centra en preparar físicamente a los jugadores o diseñar estrategias de equipo analizando a los rivales. Desde hace ya tiempo, también se preocupan individualmente de cada uno de los miembros de su equipo e intentan entenderles, pulir sus puntos débiles y potenciar sus puntos fuertes. Les preparan para la presión, buscan fórmulas para motivarlos y para manejar la frustración, entre otros aspectos. El baloncesto, como deporte que practican y siguen millones de personas en el mundo, no podía ser menos.

Porque, a fin de cuentas, con todo el entrenamiento que llevan a sus espaldas estos profesionales, al final se encuentran solos frente a ese tiro libre que puede ser decisivo para su equipo y sus carreras. En esos segundos, con miles de ojos contemplándolos y esperando su acierto, la presión se dispara, especialmente cuando se encuentran en las fases decisivas de la temporada, y el resultado depende de no cometer una falta, de recuperar un balón o de encestar un triple.

Tal es la importancia de los factores psicológicos en el mundo baloncestístico que ya se han realizado, en los últimos años, diversos estudios que buscan relacionar rendimiento con aspectos como la atención, la concentración, la gestión de las emociones o el autocontrol. Por ejemplo, se han hecho investigaciones que pretendían ir sumando estrés a los jugadores para descubrir cómo afecta a su rendimiento en los tiros y cómo actúa su mente en los momentos decisivos: cómo procesan la información, pensamientos negativos, distracciones, etc.

Y no se trata sólo de un aspecto individual a trabajar en cada uno de los jugadores. A nivel de equipo, hay que centrarse en el liderazgo, en la comunicación, la empatía o las expectativas grupales, entre otros. Podemos entrenar horas y horas de carrera y tiros a canasta, pero ¿no influirán los valores que se trasmiten en el comportamiento del equipo? ¿Aceptará la presión igual un equipo que ha entrenado los aspectos psicológicos que otro que no le ha prestado la suficiente atención a esta variable?

Todos hemos visto partidos en los que, tras una remontada del conjunto contrario, los jugadores se desesperan o bajan los brazos. Manifiestan una actitud derrotista y ya no pueden dar la vuelta al marcador. Cae su confianza en ellos mismos, dejan de crear oportunidades, se precipitan en sus acciones, cometen faltas innecesarias víctimas de la frustración y se culpan y discuten por los fallos de los demás.

No podemos olvidar tampoco, como en la mayoría de deportes, que hablamos de jóvenes, de los que además esperamos que maduren a un ritmo vertiginoso y que pretendemos que manejen una presión difícil de imaginar. Personas que, en una edad universitaria, viven unas experiencias de focos, multitudes y cámaras de televisión.

Por ello, el psicólogo deportivo Graham Betchart trabaja con estos jóvenes y les enseña a centrarse en el momento actual y a gestionar su forma de pensar y actitud, así como a enfrentarse a los retos de manera más eficiente. Con grandes resultados, por cierto.

En definitiva, los equipos cada vez son más conscientes de que la inversión de entrenar los aspectos psicológicos de los jugadores y el juego redundan positivamente en el rendimiento y los resultados. Y a tal fin, la figura del psicólogo deportivo está adquiriendo mayor protagonismo.

Querría acabar este artículo con un ejemplo muy ilustrativo, que muestra la capacidad de un entrenador para trabajar la forma en la que un equipo debía enfrentarse a la presión de un partido decisivo. La tuvo el head coach Dean Smith cuando les dijo a sus jugadores de la Universidad de North Carolina la famosa frase de “Play hard, play smart, play together” («Jugad duro, jugad inteligente, jugad juntos»), a la que el también entrenador Morgan Wootten añadió el “And have fun” («y divertíos»).

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