Mientras se abrazaban los jugadores locales en el centro de la pista, mientras los artífices del proyecto Bilbao Basket contenían las lágrimas de emoción, mientras el público, casi diez mil aficionados, se resistía a abandonar esa localidad desde la que dio tantas fuerzas a su equipo como minó las del rival, por la mente de todos se producía un viaje al pasado, a los orígenes de este sueño convertido, años más tarde, en realidad. Y mientras toda esa explosión de alegría invadía la pista un grupo de jugadores y técnicos cabizbajos desaparecían de la escena en silencio. Desaparecían nada menos que de la Euroliga en una eliminación prematura que deja al Caja Laboral envuelto en dudas sin saber, a ciencia cierta, qué ha pasado en esta primera fase para acabar sufriendo un castigo tan cruel.
Nunca desafíes a jugadores que han sido grandes y que parecen vivir sus últimos retos. Nunca te juegues el todo o nada con un tipo experto enfrente porque en esa hora de la verdad, en la hora de los valientes, en los partidos que separan hombres de niños, lo que fueron, resucitan…
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