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Gigantes del Basket
Entrevista a Itoudis: situación de Israel, ampliación Euroliga, fichajes del Hapoel…

Entrevista a Itoudis: situación de Israel, ampliación Euroliga, fichajes del Hapoel…

El doble campeón de la Euroliga al frente del CSKA está de vuelta a los mandos de uno de los proyectos más intrigantes del baloncesto europeo: el Hapoel de Tel Aviv, campeón de la Eurocup y capaz de romper el mercado con el fichaje de Vasilije Micic. Gigantes se sienta con el técnico griego para analizar, largo y tendido, el statu quo del baloncesto europeo.

¿Cómo se gestó el fichaje de Vasilije Micic por el Hapoel? ¿Qué claves hay detrás del poderoso proyecto hebrero? ¿Hacia dónde va el baloncesto europeo? En el marco del XVII Clínic Internacional de la Fundación Cesare Scariolo, Dimitris Itoudis saca el bisturí.

No se le ve mucho el pelo por España.
En primer lugar, qué voy a decir, me encanta este país. He estado muchas veces en Málaga, como rival, claro, pero esta es la primera en Marbella. He intentado venir varias veces al clínic, pero nunca puede por diferentes razones. Esta era la buena y me alegra haber venido.

Su nombre estuvo muchas veces sobre la mesa como futurible en España. ¿Cerca alguna vez?

Pues sí. Tuve el privilegio de que Josean Querejeta, en 2007, me llamara y quisiera que fuera entrenador del Baskonia, Estaba con Obradovic en Panathinaikos. Fueron conversaciones muy buenas, pero ya había renovado. Tengo un enorme respeto por Baskonia y por el señor Querejeta, pero soy hombre de palabra y le dije que no podía ser en ese momento. Luego, estuvo a punto de pasar en 2012 cuando yo entrenaba al Banvit. Básicamente, nos reunimos y hubo una oferta sobre la mesa, pero al mismo tiempo apareció el CSKA y elegí esa opción. Así fue, pero es un honor que un club como Baskonia, con tanta historia y aficionados tan pasionales, me haya seguido la pista. Ha habido otros tres equipos españoles que han mostrado algún interés por mí, prefiero no decir los nombres, pero no resultó. ¡Pero me siento joven y con fuerza, quizá pase en el futuro! (sonríe).

Precisamente por esa fuerza, fue sorprendente verle irse a entrenar al Hapoel de Tel Aviv a la Eurocup, ¿Fue difícil?

Sí, y entiendo la sorpresa. Además de ser alguien de palabra, me gustan los retos. Y me gusta cuando la gente piensa, entre ellos usted o cualquiera, mejor que yo lo que es mejor para mí. Tomé una decisión, que era no trabajar el año pasado. Mis agentes lo sabían. Rechacé varias ofertas hasta el verano. Pero entonces, el señor Ofer Yannay —dueño del Hapoel— llegó al club. Nos conocimos y entablamos relación. En el club estaba Stefanos Dedas como entrenador, que ahora es mi ayudante. Esteve en las finales de 2024, me pidieron ayudar al equipo, pero desde fuera. Pero luego el señor Yanay me dijo que era el momento de coger el equipo. Le dije que para eso tenía que haber una transformación total, de arriba abajo. Y es lo que ha pasado. Antes, el club pertenecía en parte incluso a grupos de aficionados, pero el señor Yannay dio el paso y ahora han llegado dos potentes inversores más, Gili Raanan y Miki Malka. Con ellos, tenemos un gran ambiente en el club. Volviendo atrás, Yannay me convenció. Pude ir a algún gran equipo de Euroliga, pero acepté el reto de convertir al Hapoel en un club que se asomara a la elite europea. Ahora es fácil hablar, pero en noviembre di el paso para construir algo, sin saber lo que iba a tardar. Pasó en la primera temporada, hicimos buenos fichajes, como Jonathan Motley o Yam Maddar. Un equipo muy versátil, y los jugadores hicieron grandes sacrificios y ajustes a mi sistema. Pasamos momentos difíciles, pero teníamos un gran vestuario y eso fue clave.

Antonio Blakeney fue capital en ganar la Eurocup. ¿Esperaba ese nivel de alguien que llevaba varias temporadas en equipos de una exigencia mucho menor?

He hablado mucho con él. ¿Sabe qué me dijo? Que me estaba agradecido porque era su primera aproximación seria a un nivel táctico como este. Nunca había estado obligado a pasar o defender así, no sabía lo que era irse al banquillo si no seguía las normas. Incluso poder salir del equipo. Está en proceso de seguir creciendo, y estoy feliz de que le hayamos renovado y de que haya pasado mis exigencias, que no eran fáciles. Me recuerda a Cory Higgins: cuando le firmé en el CSKA, estaba en Gaziantep, nadie esperaba su nivel. ‘AB’ (así le llama) fue muy resiliente, trabajó mucho. Mire, en el partido contra el Gran Canaria de la segunda vuelta de la Eurocup, fue el décimo jugador en saltar a la cancha. Jugó los últimos nueve minutos. Entró, no puso una mala cara, sabía que era parte del proceso. No era fácil para él, pero nunca pensó que el entrenador no confiaba en él, todo lo contrario. Entrenar no es marcar ‘dos abajo’ y que los jugadores lo hagan. Entrenar es todo lo demás.

La semifinal contra Valencia fue muy intensa. En la cancha, y fuera.

Fuera de la pista no presté atención a lo que pasó. La gente sigue hablando de eso. Yo tengo una gran relación con Valencia Basket, empezando por Pedro Martínez, que es mi amigo. Al dueño lo respeto mucho, es un gran hombre con un gran proyecto. Seamos honestos: creo que Valencia era el mejor equipo. Tuvo momentos dominantes, también en la Liga ACB, jugando un gran baloncesto. Pero en la semifinal fuimos mejores. Incluso en el primer partido, que perdimos, se lo pusimos muy complicado con nuestro compromiso y estrategia. Teníamos lesionados a Bruno Caboclo o Joe Ragland, pero ellos sintieron que estuvimos ahí. Perdimos, pero sentimos que íbamos por buen camino y tendríamos opciones. En el segundo partido dominamos y en el tercero pasó lo que pasó. Fue una semifinal dura, pero sin problemas entre los jugadores fuera de la cancha. Creo que fuimos mejores y que jugamos un buen baloncesto. Hicimos un juego ordenado, moviendo bien el balón y haciendo lo que queríamos.

¿Cómo es entrenar a un equipo que juega en Bulgaria en la Eurocup y en Tel Aviv la Liga?

Complicado. Pero es otro capítulo, otro reto. He invertido muchas horas estudiando a los equipos y jugadores de Eurocup. He entrenado veinte años en la Euroliga y conozco a los jugadores, sus hábitos, sus debilidades y fortalezas. Si me dices Juan Carlos Navarro, cierro los ojos y le conozco perfectamente. Pero en la Eurocup necesitaba estudiar más. He visto muchos partidos de ambos grupos, no solo los nuestros. Los asistentes me han ayudado mucho. Pero ha sido complicado, aunque los propietarios han conseguido que lo hagamos porque no se han rendido. Dijeron que la situación geopolítica no nos iba a frenar y pusimos el deporte por delante. Y así, hemos hecho algo enorme: el Hapoel de Tel-Aviv ha ganado su primer título europeo y va a estar por primera vez en la Euroliga. Los jugadores han mostrado un gran compromiso, han visto que el club y el entrenador son serios. Pero seguimos en el proceso, no somos aún Real Madrid, Fenerbahce u Olympiakos… Pero estamos aquí porque queremos hacer crecer el baloncesto.

En lo personal, ¿cómo está lidiando con la situación en Israel? ¿Estaba allí durante la guerra con Irán?

No estaba. En primer lugar, quiero recordar que el deporte une. No voy a entrar en analizar la situación geopolítica, pero hasta el momento que me fui de Tel Aviv, todo era normal. Jugamos partidos con los pabellones llenos. Nos sentíamos seguros y no sabíamos qué iba a suceder después. En España se verá distinto, solo se ven las noticias y las alarmas, pero allí la vida era normal. Nosotros éramos profesionales haciendo nuestro trabajo. Sí que fue un problema que nuestra casa estaba en Samokov, como le pasó al Partizan en 1992 con Fuenlabrada. Pero entonces, la gente de allí llenaba el pabellón y les hizo sentir en casa. Nosotros jugábamos en un pabellón vacío. Luego sí, en los playoffs de la Eurocup nuestros aficionados vinieron. Pero antes fue difícil. Nosotros lo que queremos es construir un buen equipo y en ello seguimos. Ahora vamos a jugar la Euroliga en Sofía hasta que todo se normalice, pero espero que podamos jugar en Tel Aviv en algún momento. Es un privilegio que los propietarios del club no solo pongan dinero, sino que creen el mejor proceso posible para crecer desde las dificultades. No es fácil hacerlo sin tu gente, y más porque Hapoel tiene una base de aficionados enorme. Me gusta la resiliencia y la forma de soñar y creer en el proceso que estoy viendo.

Se habló de la opción de que jugaran en la Liga Adriática.

Lo valoramos porque soy una persona a la que gustan las cosas tangibles, y ahora mismo hay incertidumbres en torno a la liga israelí, cuándo y cómo será y bajo qué circunstancias. También hay normas que afectan a los equipos de competiciones europeas: por ejemplo, el Fenerbahce gana la Euroliga principalmente con extranjeros, pero en su liga se pueden tener una gran cantidad de extranjeros. En Israel solo puedes tener cinco. Competimos contra Valencia o Gran Canaria que tienen a lo mejor tres españoles. Y no digo esto por ir contra los jugadores israelíes, todo lo contrario. No entreno a los jugadores según su pasaporte. Si eres israelí y haces bien lo que pido, jugarás. Blakeney estuvo en el banquillo tres meses hasta que lo entendió. Yo no entreno al Hapoel por ser griego, sino porque alguien me eligió. No me gusta discriminar, y tampoco la gente que juega por un pasaporte. Eso es malo para el jugador, le hace sentir ‘bueno, jugaré porque tengo un pasaporte’. Si es así, yo no quiero entrenarte. Mis jugadores han entendido eso. Por eso, igual este año vemos al Hapoel con tres israelíes a la vez en la cancha en Euroliga. Porque creo en ellos. O con cinco extranjeros. Pero es malo que haya diferentes normas en cada liga nacional, porque no es igualitario en la competición europea.

Federaciones o asociaciones de jugadores defienden ese mínimo, precisamente justificándolo en la defensa del nacional.

Me gusta que saque este tema. Estamos en España, el país que es el ejemplo vivo de cómo los extranjeros no afectan en absoluto al rendimiento de los equipos nacionales. Si hay un ejemplo, es España: ganan medallas en formación, con la absoluta, en hombres y en mujeres… y al mismo tiempo tienen a un equipo como el Baskonia que no tiene españoles, y a los demás equipos de Euroliga con tres o cuatro. No es cuestión de pasaportes, sino de tener el mejor sistema. Doncic, Porzingis o Mirotic se formaron aquí. No discriminemos por ahí: si puedes jugar, jugarás, y además España tiene una gran selección. Doncic ayudó mucho a crecer a los españoles. Traer buenos extranjeros hace a los locales competir contra ellos, y mejorar para poder sobrevivir. España es el mejor ejemplo de que los jugadores y entrenadores extranjeros acaban haciendo crecer incluso al equipo nacional.

Vamos a una Euroliga de veinte equipos que ya empezará con jornada doble. ¿Es esto sostenible?

Es que yo sueño con una Euroliga de treinta equipos. Y espero que sea así, con una mejor estructura que no vaya en contra de las ligas locales, pero que las use como competiciones de desarrollo. Hasta ahora, la Euroliga es la mejor competición de Europa, claro. Y quizá del mundo. Cada partido importa. ¿Pero dónde están las respuestas? Esto no es un partido político que tiene sus encuestas. Aquí las repuestas están en los aficionados. Y en la Euroliga, los pabellones se llenan. Así que, si quieren más partidos de esa competición, hay que dárselos. Pero necesitamos sentarnos la Euroliga, la EHCB (asociación de entrenadores), la ELPA (asociación de jugadores) y la UEBO (asociación de árbitros), y esta es mi opinión personal y no como presidente de la EHCB. Ahora vamos hacia una Euroliga de veinte equipos, con sistema de liga regular y, de nuevo, solo el 50% de equipos se clasifican, y solo ocho de veinte van a los playoffs. Compare con la NBA, juegan treinta y dieciséis van a los playoffs. Más de la mitad. En la temporada 2020-21 Valencia fue noveno, ¿significa eso que su trabajo había sido malo? Yo defiendo que, en una competición de veinte equipos, al menos doce deberían de avanzar a la siguiente ronda, más de la mitad, como en la NBA. Ahora juegan los playoffs ocho, ¿los otros doce son una mierda? Y el entrenador a la calle, claro. Tenemos que sentarnos y pensar en una estructura mejor para que se desarrolle la competición. He hablado con entrenadores, jugadores y árbitros y todos están de acuerdo en que sería mejor un playoff hasta el final, en lugar de la Final Four. Porque eso supondría que participarían más jugadores, más árbitros, habría más partidos. Harías más marca. Así funciona la NBA. En Europa, muchos equipos tienen déficit. Le pongo el ejemplo del Panathinaikos: tiene 15.000 abonados o así, llena el OAKA en cada partido. Pues el año pasado en la Final Four de Berlín, se le dieron 700 entradas. Imaginemos la final del año pasado: tres partidos en Madrid, tres en el OAKA y un séptimo en Madrid. Pabellones llenos siempre. Y no creo que solo lo viera gente de Atenas o Madrid. Lo querrían los aficionados al baloncesto. Igual que la Champios League: ¿Una final Manchester City-Liverpool no la ven los griegos, los italianos o los rusos? A veces creo que no apreciamos lo suficiente nuestro producto, que es realmente bueno. El fútbol es el primer deporte, claro. Pero el baloncesto es el segundo. ¡Hagámoslo crecer! A la gente le gustan los partidos, también a los jugadores. ¡Démosle partidos!

Pero luego el entrenador se quejará de que no tiene tiempo para construir …

Sí, eso es verdad. Para ello, creo que es clave la pretemporada, y el tener una plantilla profunda. Ya no puedes ir por ahí casi ni con quince jugadores, necesitas dieciséis. Hay muchas lesiones, muchos momentos en los que hay que dar descanso. También hay que dar minutos a otros en la liga local. Quizá se podría permitir contratar una cantidad mayor de jugadores. Incluso hasta veinticinco. Así podrías casi tener prácticamente dos equipos, uno para la Euroliga y casi otro, en el que entrarían chavales jóvenes, para la liga. Estamos viendo lo que está pasando con la NCAA, hay equipos españoles dudando de mantener sus canteras. ¿Para qué inviertes en entrenadores, recursos y medios que ayuden a los jóvenes si luego se van a ir enseguida a coger millones? De nuevo, hay que sentarse y poner en común ideas. El baloncesto se lo merece. No puede ir cada uno por un lado.

Por si faltaba algo, alianza FIBA-NBA. ¿Tiene motivos la Euroliga para preocuparse?

No lo sé. Para empezar, de momento son rumores.

Bueno, y una rueda de prensa.

Sí, pero no tenemos claro qué van a hacer. Sí sabemos que la Euroliga ha renovado por diez temporadas con muchos equipos. Veremos. También sueño con que, algún día, el baloncesto se una y la Euroliga y la FIBA vayan de la mano. Creo que es posible, porque tenemos más en común de lo que nos divide.

Más: Dubai Basketball Club y Final Four en Abu Dhabi, ¿a favor o en contra?

Han puesto mucho dinero. Hay gente con muchísimo dinero invirtiendo en baloncesto y ahora quieren sacar algo a cambio. Creo que han comprado la Final Four cinco años, aunque no de forma seguida. Estoy a favor.

La pasada fue la primera temporada en veintiún años sin españoles en la Final Four. ¿Casualidad, o cambio de paradigma?

Esa es una pregunta más para quienes están en los despachos de Real Madrid, Barça, Valencia o Baskonia. Hay una gran historia detrás de ellos y hay que valorarlo. No sé cuál es la prioridad del Barça, si es el fútbol, el balonmano o qué. Ellos lo saben, yo no. Pero son clubes que son potencias, con millones de aficionados. Sé que van a pelear por seguir estando en el primer nivel, porque es lo que sus aficionados quieren. Pero esta pregunta es más para Florentino Pérez o Joan Laporta, por ejemplo. Está claro que el nivel está aumentando y que hay muchos clubes invirtiendo mucho dinero, lo que significa que muchos equipos van a acabar decepcionados. Se trata de cuánto seas capaz de sostener eso. Hay equipos que llevan algunos años invirtiendo mucho, pero no llegan a la Final Four. Y de esos es de lo que hay que aprender.

El Hapoel es uno de los que apuesta fuerte: Dan Oturu, Elijah Bryant y… Vasilije Micic no suena mal. ¿Cómo se gestó el fichaje del serbio? ¿Qué expectativas tiene con él?

Entramos muy pronto al mercado. Llegué al club a finales de noviembre y empezamos a pensar en los próximos capítulos sin saber qué éxito podríamos tener. A primeros de diciembre ya hablamos con Micic, al que conozco de hace años. Intenté ficharlo en el CSKA, no pude, pero mantuvimos buena relación. Esto ha salido hace poco a la luz pública, pero nosotros le explicamos entonces el proyecto, esa es la verdad. Ahora es una realidad, es nuestro jugador y estamos felices. También empezamos pronto con esos otros jugadores, y algunos que no pudimos fichar. Estamos encarando dificultades por las circunstancias geopolíticas, porque vamos a tener que jugar en Sofía, algo que quiero agradecer a las autoridades búlgaras y de la ciudad. Sobre las expectativas, hay algo importante: ‘Vasa’ y otros jugadores van a estar con sus selecciones, por lo que la pretemporada va a ser muy corta antes del primer partido de la Euroliga, y creo que Serbia puede llegar muy lejos en el Eurobasket, así que se perderá la mayor parte de la pretemporada. Por eso, lo que necesitamos ahora es construir un equipo. Tenemos un proyecto grande, en el que los dueños quieren construir un nuevo pabellón y hacer un proyecto sólido para décadas. Estamos motivados para ser de verdad un equipo. Cuando eso pase, veremos qué podemos conseguir.

Entrenó en Moscú a Sergio Rodríguez, que pasa a los despachos del Real Madrid. ¿Cómo le ve en ese rol?

De él esperaba que estuviera en el baloncesto, de una u otra forma. Porque el Chacho ama el baloncesto. Su prioridad es su familia, claro, pero le apasiona el baloncesto. Estoy más que feliz de verle de vuelta y en una posición ejecutiva.

Ha sido también seleccionador griego. ¿Cómo es la experiencia de poner a Giannis Antetokounmpo en una cancha FIBA?

Esto es muy interesante. Giannis es algo excepcional, y es alguien extremadamente entrenable. Es muy fácil trabajar con él. Las normas FIBA permiten que todo el mundo esté pensando en él, y es lo que hacen todos los entrenadores: ‘no perdamos por Giannis, que nos ganen los demás’. Creo que Grecia puede tener un futuro brillante. Él es único, y un gran compañero. Sabe que siempre va a tener tres encima, pero pasa muy bien, crea para los demás. Tiene mucha presión a sus espaldas, pero puede manejarla. Y está deseando lograr algo con Grecia. A mí me hubiera gustado seguir, pero no pude continuar cuando fiché por el Fenerbahce.

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