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‘La mirada del adiós’. La marcha del Chacho de Milán, por Piti Hurtado

‘La mirada del adiós’. La marcha del Chacho de Milán, por Piti Hurtado

Para siempre será el Chacho del baloncesto nacional, ya nunca será un muchacho. Sergio Rodríguez ha encarado sus últimas decisiones deportivas como dicta el código civil “se exigirá la diligencia que corresponde a un buen padre de familia”. Podía haberse quedado en Moscú tras el título de la Euroliga de 2019, con contrato en vigor le expuso a Natalia Furaeva, mano derecha del Presidente, su voluntad de ver crecer a sus hijas en una ciudad y un país más cercano y más parecido a España. El agradecimiento por su rendimiento en la última gran copa levantada por el ejército rojo le liberó de cumplir el contrato en su totalidad.

En Rusia podía haber extendido su carrera y engordado currículum de títulos nacionales además de patrimonio económico. O no. Si los caminos de la vida le llevaron a pasar la pandemia en la Lombardía, una de las regiones europeas más dañadas, aquella decisión también le sacó de la actual situación geopolítica que ha zarandeado a los clubes deportivos rusos tras la invasión de Ucrania. Nunca sabes…

Le esperaba el proyecto Messina en Milán. Y Sergio Rodríguez se supo líder desde el salto inicial. Ettore solicitó a Giorgio Armani una inversión fuerte en mejora de instalaciones de entrenamiento, refuerzo del cuerpo técnico y médico, alargar la plantilla y cambiar hábitos de trabajo. Para que todo este proyecto tomara forma y cristalizara en títulos, el liderazgo y la paciencia son premisas fundamentales. La propiedad había visto durante muchos años una conducción errática de la política deportiva. Messina fichó a Stavropoulos como General Manager en los despachos y a Sergio Rodríguez como General en la pista. Sin olvidarnos de Kyle Hines, al mando de la guardia pretoriana.

Dos Copas de Italia, una Lega y una clasificación a Final Four le puede parecer escaso botín a aquellos aficionados españoles que ponen al técnico de Catania en el microscopio desde que salió de Madrid. Pero la realidad es que hasta la llegada de Messina los grandes jugadores no miraban Milán como destino real competitivo y ahora hemos visto llegar a Datome, Nicolo Melli, Shields o Brandon Davies. Y suenan Pangos, Baron y otros jugadores muy en forma de nivel Playoff o F4.

Dos Copas de Italia, una Lega y una clasificación a Final Four puede ser también un muy buen bagaje en un baloncesto italiano sin duda en ascenso por las nuevas normas fiscales, las normas de número de italianos en la liga nacional que han dado espacio a jugadores transalpinos para su crecimiento. Sin olvidar que ya no compiten solamente contra los fantasmas del dispendio pasado, también contra una Virtus Segafredo que además de subir también la inversión de un modo drástico, han sido hábiles en el momento delicado de los fichajes de la diáspora rusa.

Sergio Rodríguez es un jugador observador, salir del banquillo le ha dado en su carrera en Euroliga una sabiduría como la que tuvo Papaloukas. Lectura del partido, estudio de las estrellas rivales, frescura y calidad de minutos que ya no son los de hace diez años pero sin duda están más aprovechados. Por mucho que manoseemos el término liderazgo, nunca tendrá un verdadero sentido si no emana del propio rendimiento, del respeto en doble dirección y de la unanimidad ajena de un pequeño grupo. El Chacho ha llegado a la mayoría de sus compañeros, a los más cercanos a su edad, con los que comparte visión estratégica y también a los jóvenes. Otra cosa es que le llegues a los que poco escuchan, como es el caso de Delaney. Lo complejo se consigue con el trabajo de años, los milagros no siempre suceden.

El Chacho ha vuelto a jugar y a divertirse en esta etapa. Quizás con menos caños o menos pases sin mirar al objetivo pero con ese disfrute que te da la paciencia que te regala la experiencia. Conseguir asociarte con Kaleb Tarczewski en el 2×2 y así aprender a pronunciar su apellido tiene mérito. Siete consonantes y tres vocales en el cuerpo de un pívot rocoso al que supo sacar a bailar.

Y la relación con Ettore Messina, conocidos desde Madrid, se acercaron el uno al otro en Milán. Valorarse, comunicarse con respeto pero con sinceridad, con la sinceridad de un entrenador sabio y en ocasiones tajante. Con el respeto de dos ganadores que saben de la importancia de escuchar al campeón que tienen enfrente. Dos personas nacidas en el sur de sus países mediterráneos, formadas deportivamente en el norte. Sin perderlo nunca, con la victoria como línea de actuación. Somos hechos mucho más que palabras, ¿a cuántos jugadores conocen que hayan optado por hacer padrino de uno de sus hijos a su entrenador?

Muy por encima del reproche por los minutos jugados en aquel partido, por la corrección decibélica o por aquello que al jugador no le gusta de las decisiones de un entrenador. Una tasación en conjunto de hechos, sentimientos y agradecimientos.

El adiós de un español apellidado Rodríguez Gómez de la capital de la moda ha sido nada tópico o común. Tomarse el gusto que no la molestia de encargar un vídeo paseando por el Duomo y la Galería Vittorio Emanuele II, locutar un off en italiano con un texto que expresa agradecimiento en la justa medida tanto a la ciudad, como al club, el propietario y al entrenador. Personalmente siento admiración por las personas que saben irse sin la necesidad de apurar plazos y eso en deporte no es lo habitual. No tengo ninguna duda de que sabiendo el cariño que Armani declaró públicamente por la familia Rodríguez tras ganar la Copa, si hubieran decidido quedarse, la cuestión contractual y económica les hubiera sido muy favorable. Pero cuando miras la vida desde los ojos de tus hijos y sus momentos vitales, la economía del corazón manda.

Decía Fernando Hierro, el futbolista del Real Madrid y Selección Española, que si volviera a nacer como deportista profesional, lo primero que haría sería contratar un equipo que supiera asesorarle en comunicación e imagen para poder explicar mejor lo que no supo en su día. Sergio Rodríguez ha sabido comunicar y no es tan sencillo como parece que un español triunfe en países como Francia o Italia. El triunfo deportivo y el personal. Los Rodríguez en la mirada del adiós se han ido con palabras más, palabras menos, amigos muchos.

El Chacho se ha marchado de Milán con la plena sensación de felicidad tanto en él como en su familia. Con los ojos llenos de lágrimas de Ana, su pareja y Jefa de su Tribu, que fue decisiva en la decisión de llegar a Italia en 2019 pues conocía el idioma por un Erasmus pasado. COVID, abuelos que vienen y van, familia numerosa y el reto de ser cimiento. ¿Quién cuida a los cuidadores?

En la Legión Extranjera que son los clubes de baloncesto hay poca cultura sobre cómo son las parejas e hijos y sus necesidades afectivas, el dinero no lo cubre todo, lo normal es que descubra. Tanto la doña de Kyle Hines como la de Sergio Rodríguez han ejercido tanto en Moscú como en Milán de “capitanas” de las familias de trabajadores de alto nivel que se pasan la temporada viajando, entrenando o jugando. Con todas las variables que eso implica.

Sergio Rodríguez fue MVP de la Euroliga en Madrid, ha sido campeón de Euroliga tanto en Moscú como en la capital española, ha sido alguien muy importante en el renacer del baloncesto en Milán. Si vuelve a España, ese volver implica levantar la Euroliga de nuevo. Y en Madrid.

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