La oscuridad total era un 0-2, una pelea vergonzosa y un futuro próximo de tinieblas. En esa ausencia de luz tenían que bailar los blancos. Edy Tavares se encontró a sí mismo en el dolor físico y anímico de no haber podido jugar el 2º partido de la serie y fue encontrado por el Chacho. El cual fue creciendo en este thriller de 5 mini temporadas. Alimentador del grande en el tercero y cuarto, clarividencia leyendo lo que los pocos pívots que les quedaban iban a necesitar, así como acompañar a Goss su momento de gloria.
Aún así en la habitación de los guionistas habían retorcido más el destino para presentar un 5º partido con un Partizan de nuevo implacable como en el 2º. Punter dando por buenos a aquellos que imaginaron una derrota a propósito del entrenador más ganador de la historia de Europa. Así el tirador del Bronx quedaba limpio de sanciones para la F4.
Y ahí es donde volvió a mandar la bola naranja, y decidió que quién mejor la tocara, ese sería el ganador. Los serbios empezaron a fallar y en el ritmo no presionado de transición ese balón empezó a ser acariciado de derecha a izquierdas para acabar en varias bandejas, las cuales fueron encendiendo el fuego de la remontada del equipo blanco.
La chispa del Chacho fue estar preparado, estar afinado en el tiro exterior, encontrar en ángulos complejos, ni esquina, ni 45 grados, a Llull y a Hezonja, que con el público encendido, consolidaron una locura, la de romper un 0-2 y un -18.
No le importó bailar en la oscuridad todos estos meses ante todos los que decían que no estaba para este nivel ya. Ninguno de esos quería recordar que pocos meses antes era un líder en el mejor Olimpia Milano que ganó el scudetto y que jugaba F4 y playoffs de Euroliga. La capital Lombarda también sufrió un apagón cuando él se fue.
Bailando en la oscuridad pero sin perder la chispa. La que encendió el 5º partido y llevó a su equipo a la F4.
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