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Entrevista a Aíto García Reneses. Baloncesto en los 80, cambio del juego con el triple…

Entrevista a Aíto García Reneses. Baloncesto en los 80, cambio del juego con el triple…

Entrevista originalmente publicada en el especial «Así fueron los 80», número 1508 de la revista Gigantes del Basket

Comencemos así, sin anestesia. ¿Cómo le explicamos a los que no lo vivieron que hubo un tiempo en que al baloncesto se jugaba sin triples?

Precisamente recuerdo bien el momento en que llegaron los triples. En 1983, tras diez años en el Cotonificio, estaba un poco frustrado porque el club no podía seguir por problemas económicos. Pensé en dejarlo. Pero luego entendí que no podía ser, porque no podía perderme la experiencia de los dos americanos, que justo entraba entonces, y lo de la línea de tres. Fiché por el Joventut y ahí empezó un poco todo.

Un momento. ¿Aíto pensó en dejarlo en 1983? ¿Es una broma, no?

No, no. ¡Quería parar un año solo! Sentía esa frustración. Pero esas dos novedades generaron una experiencia completamente nueva.

Volviendo a la pregunta inicial. ¿Cómo era este juego sin triples?

Pues yo creo que era mejor desde el punto de vista global. Al principio mucha gente estaba en contra de ese cambio, por ejemplo Antonio Díaz Miguel. Yo siempre estuve a favor. En el Joventut fuimos el segundo equipo que más triples lanzó y tuvimos el mejor porcentaje. Pero claro, teníamos a Villacampa, Montero, Jofresa o Margall, que era un tirador extraordinario… Fue algo bueno para nosotros. Pienso que el juego entonces era mejor porque, aunque la línea se ha ido alejando del aro, el baloncesto ha cambiado hacia que solo existan prácticamente triples, alguna penetración y mates. Es mucho mejor cuando existe el juego interior, algo que prácticamente hoy no se hace.

¿Y qué impacto tuvo la llegada de la línea de tres?

Fue bueno e inmediato. Los jugadores no estaban acostumbrados a tirar desde tan lejos, y cuando empezaron a meterlas de tres, con aquellas condiciones físicas, apenas podían hacerse ayudas en las penetraciones o balones interiores. Era un juego muy compensado. Poco a poco, la evolución física de los jugadores, que cada vez son más altos, más fuertes y más rápidos, obligó a alejar la línea. Pero ha dado igual, porque sin una buena defensa los porcentajes son increíbles hoy día desde mucho más lejos. Así que se puede decir que fue una muy buena idea al principio pero que luego ha sido demoledora porque el estilo de juego ha cambiado a uno menos espectacular.

Entiendo que sería inimaginable pensar entonces en que hubiera jugadores como Stephen Curry, James Harden o el mismo Sergio Llull, con esos rangos de tiro.

Bueno, Margall por ejemplo era un tirador excepcional. Seguro que actualmente, si tuviese las condiciones físicas apropiadas, seguiría tirando desde más lejos y con la misma fiabilidad.

Otra novedad ochentera de alto impacto estuvo en la mayor movilidad de los pívots.

Es cierto que Fernando Marín y Andrés Jiménez tuvieron mucha incidencia porque eran jugadores mucho más rápidos y potentes y capaces de ejecutar magníficamente las transiciones. Fernando especialmente también dominaba en posiciones interiores. El de los ochenta era un juego muy espectacular, con juego interior, tiro de fuera y transiciones muy rápidas.

Con todo, ¿El mayor cambio ha sido la evolución en defensa?

En primer lugar, le diré que en los diez años que estuve en el Cotonificio, con un equipo muy modesto, logramos plantar cara a Madrid, Barça y Joventut. Siempre dijeron que hacíamos eso del ‘Kárate press’, que dábamos muchos palos.

Ese otro clásico del momento. Siempre se ha dicho eso de Aíto.

Bueno, ahora no mucho, porque en el Alba llevamos tres años siendo el equipo que menos faltas hace (risas). Pero entonces sí. Si no defiendes, no haces falta, eso está claro. Nos decían eso, pero si ves un vídeo de la época y ves la defensa de ahora, lo del ‘Kárate press’ te lo tienes que tomar a broma. Ahora la defensa es muchísimo más dura.

Confiese. ¿Llegó a decir aquello de que si haces muchas faltas te pitarán menos en proporción que si haces pocas?

Bueno, es posible. Pero no era un concepto filosófico. Lo que quería era que defendiéramos. No vamos a dejar que jueguen a los otros. Y eso ha sido para bien, porque ahora, unos mejor y otros peor, todos los equipos defienden. Desde ese punto de vista el juego es mucho mejor. Hay equipos verdaderamente muy potentes en defensa. También los físicos son mejores, y además tienes más extranjeros, cuyo potencial físico es tremendo. Y lógicamente nosotros también hemos mejorado en ese aspecto.

¿Qué escuela influyó más en aquella época, la yugoslava o la soviética?

Sobre todo nos fijábamos en Yugoslavia. Su juego era muy inteligente. Antes de ellos, nuestra referencia era la NCAA. Cuando el baloncesto creció, pasamos a ver la NBA y a Yugoslavia. Tenían muchas cosas y muy interesantes. No eran muy potentes físicamente pero sí muy inteligentes. Marcaron una época.

¿Y qué supuso el final como país de aquellos dos gigantes?

Obviamente salieron muchos países nuevos. Eslovenia, Croacia, Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte… Recuerdo que en la mítica Jugoplastika de los ochenta estaba por ejemplo Petar Naumoski, un base macedonio que era muy bueno, porque ellos se permitían recopilar jugadores de toda Yugoslavia. ¿Qué pasaba? Que Naumoski en aquel equipo era el trece, porque tenían todos los jugadores que querían de la zona, todos de altísimo nivel. Los yugoslavos tenían un potencial enorme y eran equipos realmente buenos. En la URSS no se puede discutir a Sabonis, pero el estilo de baloncesto estaba basado en ser los más altos y no tanto en la sabiduría.

Más o menos en esa época, la NBA también se convirtió en un espejo. Los Lakers y los Celtics. Pero ahora estamos en un momento en que la NBA no es un buen sitio donde mirarse. No quiero decir que no sean buenos, pero el estilo de juego… Creo que hoy la NBA tiene menos incidencia porque el estilo en el resto del mundo también ha mejorado mucho.

El estilo y los físicos. Los americanos que llegaban a Europa a primeros de los ochenta parecían auténticos marcianos.

Fue un impacto enorme. Hay algo muy importante en la evolución del baloncesto, incluso antes de la línea de tres. España antes de la ACB era un país del montón a nivel de selecciones, la décima o decimosegunda potencia de Europa. Desde la creación de la ACB, cuya influencia fue enorme, se profesionalizó todo. Antes, el Madrid era el único que entrenaba todos los días, y a raíz de eso empezó a hacerlo todo el mundo. Ahora ya no. Ahora, ya sabes, es viaje, partido, viaje, partido (sonrisa irónica). La ACB fue una gran motivación para los jugadores, los que estaban y los que querían llegar. Hubo un fenomenal trabajo con los jóvenes que llevó a España a ser la segunda potencia del mundo.

A los ‘millennials’ les sorprenderá saber que en los ochenta no había youtube. ¿Cómo estudiaban el juego?

Para empezar, fichábamos prácticamente por catálogo. Había una revista americana llamada  ‘Basketball preview’ que analizaba a los equipos favoritos en la NCAA y quiénes eran los jugadores más destacados. Así que nos empollábamos aquello y casi sin verlos fichábamos a gente como Brian Jackson, por ejemplo. Por otro lado, recuerdo ir a Argentina con Pepe Laso a dar varios clínics. León Najnudel, que fue entrenador del CAI Zaragoza, nos llevó a conocer a un señor, del que lamento no recordar el nombre, pero que tenía un despacho de 2×2 metros lleno de manuscritos americanos traducidos al español. Desde el suelo hasta el techo llegaban. Eran para los entrenadores argentinos, porque en aquella época tocaba estudiar por catálogos y libros. Era impresionante ver cómo se estudiaba el juego, pero tenía cierto peligro, porque había cosas mal traducidas. Recuerdo que antes de eso, cuando yo jugaba, corríamos prácticamente de puntillas porque algún libro americano mal traducido decía que el peso del cuerpo debía apoyarse más en las puntas y se implantó que era mejor correr así. Así era aquello…

Además, existían muchos formatos de televisión, y era difícil por ejemplo ver un vídeo francés porque necesitabas un reproductor específico. Así que en nuestros campus en Barcelona alquilábamos, para poder ver partidos de la NBA, diferentes tipos de vídeos para poder poner los partidos. Para ver algo, tenías que ingeniártelas mucho. Recuerdo también leer en su día un artículo de Dean Smith sobre el ‘run and jump’. Al poco me enteré que venía a Suiza a dar un clínic, y no me quedó otra que ir a verlo. Era imposible tener como hoy todo a disposición. Tocaba ir a verle.

Como balance, ¿En qué diría que estamos mejor y qué podemos estar peor que entonces?

Todo lo de hoy es mejor, sin duda. Lo que pasa es que el reglamento tiene que seguir mejorando la forma de arbitrar y las normas para que el baloncesto no pierda el juego interior. Algunas veces se ha cambiado de forma negativa, como precisamente en los ochenta cuando se puso el 1+1, que beneficiaba al infractor cuando iba perdiendo. Decían que había que potenciar que fuera emocionante el final. Yo pensaba que para eso podíamos jugarnos a cara o cruz quién ganaba al acabar el partido. Con eso lo que potenciábamos era que fuese emocionante, no que fuese justo. El baloncesto actual es mejor, igual que se rectificó aquello del 1+1, creo que el paso cero es un gran cambio.

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