Ha fallecido Bernardino Lombao a los 81 años. Un auténtico fenómeno, dedicado al atletismo, del que fue profesional y posteriormente entrenador, pero con paso también por el baloncesto, siendo durante más de una década preparador físico de las categorías inferiores de la selección española.
Y en ella, Lombao coincidió con muchos de los que a la postre serían mitos de nuestro deporte. Varias generaciones (la del 59, 61 y 63…) que pasaron por las manos de Bernardino y sus atrevidos métodos en la década de los ochenta. Y junto a dos de ellos, internacionales absolutos y con una carrera ejemplar, hemos recordado la figura de una inolvidable persona.
Fernando Romay y Toñín Llorente respiran hondo para hablar de él. Tienen que pensar unos segundos para valorarle con detalle, pero rápidamente arrancan a hablar. Lo hacen para destacar, a través de sus palabras, su grandeza durante todos esos años en los que fue importante para la irrupción de la preparación física en el mundo de la canasta. Así le recuerdan.
Fernando Romay, sobre Lombao
D. E. P. Bernardino Lombao echaremos de menos tu simpatía tu pasión tu bigote tu sonrisa tu genialidad y tu manera de comerte la vida a bocados D. E. P. https://t.co/2jQiuM5c7G
— fernandoromay (@fernandoromay1) April 23, 2020
Como le conoció. «La primera vez que fui a la selección junior allí estaba él. Era el complemento perfecto de Ignacio Pinedo para aquel equipo. Los dos tenían muchas cosas en común, pero sobre todo la capacidad de ilusionarse e ilusionar para crear ilusión en común. Individualmente a cada uno y de hacer equipo mediante el trabajo».
Recuerdos de él. «Un tipo muy particular, de hecho hace poco estuvimos con él y decía que con 120 años quería ser el primer campeón del mundo español de atletismo de tan alta edad. Muy grandilocuente en sus formas de expresarse y de pensar, pero la vez muy afable y sencillo en todo lo que decía. De él merecían la pena muchísimas cosas. No se andaba con chiquitas en nada y todos pensábamos que lo que decía era capaz de hacerlo. A un jugador como Cambronero le dijo que iba a ser campeón del mundo de altura y le hizo cambiar el baloncesto por el salto de altura. Un tipo espectacular en todo».
La grandeza de Bernardino en palabras de Toñín Llorente
Sus primeros momentos con él. «Le conozco de la selección junior, que en ese momento era cada dos años. Estuvo casi una década de selecciones de formación junto a Ignacio Pinedo. Además, también estuvo con el Inmobanco, equipo con el que debuté en primera división. En mi etapa de formación le tuve mucho».
¿Quién era? «Un personaje singular y auténtico, de los que merecía la pena conocer. Muy especial. También fue un innovador en lo suyo porque cuando él empezó, haciendo pareja con Ignacio Pinedo, (de los primeros que creyó en la preparación física), Lombao la llevó a las últimas consecuencias. Y desde ahí el baloncesto español empezó a cambiar un poco a lo que era hasta ese momento».
Momentos inolvidables con él. «Le conocí hace 40 años. Para mí, genio y figura desde que le vi por primera vez hasta que nos ha dejado. Cuando estaba retirado, casi con 40 años, iba a entrenar al INEF y él estaba todos los días con la pértiga. El deporte lo llevaba al extremo. Tenía por costumbre todos los días de su cumpleaños saltar desde el tejado de su casa hasta la piscina, y al principio sin protección. Después ya con los años los hijos le iban poniendo colchonetas.
Un personaje único, como yo no conocí ni parecido. Y luego estaba bien porque a la hora de entrenar era una completa caja de sorpresas, nunca sabíamos lo que nos iba a esperar en cada entrenamiento y era una motivación. Desde luego le quiero mucho, fueron muchos años los que estuve con él y la preparación física me la metió en vena».
Una anécdota espectacular. «Una que me viene a la cabeza, en la preparación para el Campeonato del Mundo de 1983 junior en Palma de Mallorca. Jugamos varios partidos de preparación contra Alemania (en la que estaba el que fue NBA Detlef Schrempf), en un equipo potencialmente mejor que el nuestro, con jugadores muy grandes y muchos de ellos formados en Estados Unidos, (aunque les ganamos).
Y el entrenador germano tenía curiosidad por ver qué hacíamos y una mañana vinieron a entrenar con nosotros, a correr 30 minutos. Entonces, Lombao nos dijo que cuando empezáramos lo hiciéramos a todo lo que nos dieran las piernas para dejarles tirados. Íbamos a correr 30 minutos y ellos pensaban que empezaríamos despacio, pero tocó el silbato y salimos a toda leche. Ellos se quedaron mirando, a la primera curva los despistamos y se debieron de pensar que corríamos siempre así. Cada día tenía una, el tío era un fenómeno».
Descanse en paz.
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