Tuvieron distinta forma de impactar en el partido, pero lo cierto es que la historia de Nate Britt y Kris Jenkins ya habría sobrecogido incluso antes de que se disputara la final de la NCAA. El primero es junior y dirige, como base suplente (sólo 9 minutos y 2 puntos en la final) a North Carolina. El otro, en su tercer año como universitario, ha tocado la gloria siendo la cara de Villanova al anotar la canasta que dio el título a su equipo (14 puntos y 2/4 en triples en 21 minutos sobre la cancha).
Sin embargo, la historia de Britt y Jenkins trasciende mucho más lejos de lo deportivo. Ambos jugadores se conocían, y mucho, antes de disputar el encuentro. De hecho, sin ser familia, habían convivido durante muchos años como hermanos: «No es una película», declaraba Jenkins antes de jugar la final. Parece serlo viendo su relato.
Se conocieron en un torneo cuando sólo eran unos críos que apenas estaban en infantil (era el año 2004). Hicieron una buena amistad, pero tras el divorcio de los padres de Kris ambos tuvieron que separarse. Sólo el destino fatal tras la muerte de la hermana pequeña de Jenkins (con sólo 11 meses) volvería a reunirles.
Dolida por el fallecimiento de su hija y sin ver un futuro próspero para su hijo, Felicia llamó a Nate Britt padre para pedirle que, en primer lugar, Kris viviera un tiempo con ellos. Dos años más tarde, en 2007, se convertirían en sus tutores legales tras otra llamada de teléfono.
La madre de Jenkins quería alejarlo del complicado ambiente que le rodeaba. Tras mucho sufrimiento teniendo lejos a su hijo, hoy puede decir que lo ha conseguido. Para Villanova, es un héroe. Pero a buen seguro, mucho tendrá que ver en la gesta su ‘hermano’ y en la final enemigo Nate hijo. Atrás quedan muchas horas jugando a baloncesto….y construyendo una relación que a buen seguro no quieren que acabe nunca.
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