La historia de Sudán del Sur es la de un país en guerra, hijo de la guerra, muerte y destrucción. Nacido el 9 de julio de 2011, se trata del país más joven del planeta. Un referéndum de independencia celebrado en enero, con el 98.8% de apoyo de la población, abría el proceso de separación de la hegemonía de Sudán, pero las cosas no mejoraron. En 2013 otra guerra civil, la tercera vivida en el territorio en 50 años, dejaba al país al borde del derrumbe, en una lucha por el poder político con más de 400,000 fallecidos y otros cuatro millones de desplazados. Se aplazaban las elecciones, de 2022 a finales de 2024, con Salva Kiir Mayardit ejerciendo de máxima autoridad desde 2005, todavía como gobierno autónomo. Y pese a todo ello, la selección de baloncesto de Sudán del Sur, ha conseguido hacer historia.
El equipo nacional ha conseguido clasificar para los Juegos Olímpicos tras solo once años formando parte de la FIBA y trece existiendo como país. Su primer partido oficial llegó en 2017, en una derrota ante Egipto en el clasificatorio para el Afrobasket, donde cayeron 87-76. Apenas dos días después, ante Kenia, conseguían el primer triunfo de su historia, por dos puntos, aunque quedaban fuera del Afrobasket celebrado en 2018. Sí que clasificaron en 2021, en Ruanda, por la retirada de Argelia, aunque el momento más importante de su historia, joven pero brillante, llegó con la clasificación al Mundial de Filipinas, Indonesia y Japón del pasado mes de septiembre. Con un balance de 11-1 en los clasificatorios, solo era el primer paso para estar un año más tarde en París.
Las victorias sobre China en fase de grupos, y sobre todo ante Angola en la repesca, les dejó como mejor combinado del continente africano y el premio de acceder a unos JJOO. Se quedaron a una prórroga ante Puerto Rico de colarse en segunda ronda, pero el objetivo estaba más que conseguido. De la mano de dos exjugadores NBA y compañeros de instituto, Luol Deng y Royal Ivey, la selección más joven del planeta ha logrado lo que muchos países todavía sueñan y se ha colado en el top-35 del ranking FIBA. Y lo han hecho con jugadores emigrados a Australia, Canadá, Estados Unidos o Inglaterra, hijos de la guerra y la desesperación. Hijos que han vuelto a casa para sacar el orgullo de su país: en París habrá 14 deportistas de Sudán del Sur, los doce jugadores y dos atletas.
Luol Deng es desde 2019 el presidente de la federación de baloncesto en Sudán del Sur. Deng y su familia dejaron Sudán por la guerra rumbo a Egipto, pero tras conseguir asilo político, decidieron hacer las maletas rumbo a Brixton. Antes, en El Cairo, aprendió a jugar al baloncesto de la mano de otro refugiado sudanés: Manute Bol. Haciendo escala en la Academia St. Mary’s en Londres, Deng llegó a la NBA donde hizo carrera con 14 años de experiencia, dos All Star y un quinteto defensivo. En Chicago se le recuerda con cariño, y sus últimos años fueron un constante ir y volver, entre Cleveland, Miami, Lakers y Timberwolves. Pero Deng sabía perfectamente lo que era hacer las maletas, porque no había hecho nada más desde que nació.
Fue su hermano, Deng Deng, quien le propuso llevar el programa. Por aquellas fechas no había donde entrenar, no había dinero, no había proyecto. Su primera llamada fue a Royal Ivey, compañero de Luol en Blair Academy. Ivey le regaló sus primeras zapatillas en Estados Unidos y se hicieron amigos el primer día y juntos llegaron a la NBA. La diferencia es que Royal fue un jugador de fondo de armario que si bien llegó a jugar casi 500 partidos en la liga, nunca promedió más de 20 minutos por partido o seis puntos. Atlanta, Milwaukee, Philadelphia o bien Oklahoma fueron sus hogares antes de acabar su carrera en China. A Ivey le ofreció el trabajo de entrenador, uno que el propio Deng había estado haciendo hasta entonces. Uno que no tenía salario.
Buscar jugadores fue el reto más grande, sin liga propia y con la población del país esparcida por todo el planeta. Primero tenía que encontrarlos y luego convencerlos de elegir jugar en Sudán del Sur. Porque como Deng, hay muchos otros casos de emigrantes. Carlik Jones, una de las estrellas del equipo, nació en Cincinnati, Ohio; Marial Shayok es natural de Ottawa; y JT Thor, el único jugador NBA en los juegos, creció en Alaska. Todos ellos son hijos de sursudaneses. Pocos hay nacidos en Sudán, pero uno brilla entre el resto: Khaman Maluach. De solo 17 años, formó parte del equipo en el pasado mundial y repite en los Juegos Olímpicos a escasas semanas de incorporarse a la universidad de Duke. En él, como en muchos otros, Deng vio una oportunidad.
La primera vez que cogió un balón Maluach fue en un campamento de la fundación de Deng, en Kampala. Tenía trece años y una altura diferencial, pero su talento por aquel entonces no era destacable; sí su capacidad de aprender. Maluach sí nació en Rumbek, en el presente Sudán del Sur, aunque creció Uganda consecuencia de la guerra entre 2013 y 2020. Ha sido parte de la NBA Academy en Senegal y MVP del campamento Basketball Without Borders de 2023 en Sudáfrica. Se espera que salga elegido en la parte alta de la primera ronda el próximo año, aunque la oportunidad de jugar un Mundial y unos Juegos Olímpicos incluso antes de debutar en la NCAA es algo que no muchos jugadores tienen. Todo era parte del plan de Luol Deng para desarrollar el baloncesto.
Deng no solo ha puesto la cara, también la financiación detrás del equipo. “Quiero ayudar al crecimiento del deporte, pero quiero usar el baloncesto para cambiar la narrativa y las historias de Sudán del Sur” decía Deng. “Pero también encontrar una manera de atraer a la diferentes comunidades y que todos tengan inspiración por ello” explicaba el exjugador y All Star. Inspiracional fue, por ejemplo, pelearle hasta el último segundo un partido al Team USA. Tuvo que aparecer LeBron James, con una canasta a falta de ocho segundos, para evitar la tragedia americana y la mayor victoria de la historia del país. Tendrán otra oportunidad en los Juegos Olímpicos, al compartir grupo con Estados Unidos, además de Serbia y Puerto Rico.
El futuro es todavía más brillante por los nombres que pueden venir. Thon Maker es el primer ejemplo, que no consiguió el permiso a última hora tras haber jugado con Australia (y tenía interés de Canadá). Bol Bol, hijo de Manute, o jugadores de la Basketball African League como Ater Majok y Jo Lual-Acuil (hijo de un ministro en Sudán del Sur), ambos con experiencias pasivas en la NBA, ya sea siendo drafteados o jugando la Summer League. Lual-Acuil es MVP y mejor defensor de la liga africana y parte de los mejores quintetos en la liga australiana. Y ahora por fin han llegado los patrocinadores detrás, permitiendo a Deng no tener que pagar los viajes de su bolsillo. Poder disfrutar la experiencia como sus jugadores.
Rodeada por Sudán, Etiopía, Uganda, Kenia, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, Sudán del Sur es el país más joven del mundo, con apenas 11 años. Con algo más de doce millones de personas, con uno de los PIB más bajos del planeta y tres guerras bajo el brazo. Pero cuando el equipo de baloncesto salte, el domingo, al parqué en Lille, habrá cambiado la historia de Sudán del Sur. Y Luol Deng sonreirá sabiendo que ha cumplido su sueño y objetivo.
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