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El Djordjevic jugador, por Piti Hurtado: ‘Adaptado a la ambición’

El Djordjevic jugador, por Piti Hurtado: ‘Adaptado a la ambición’

No tantos nacen líderes, es un tema recurrente en el mundo del deporte, pero es muy raro encontrar a jugadores que no evolucionen en esto, en base a los grupos humanos, la personalidad de Saša Djordjevic es consustancial a un liderazgo en el mundo del baloncesto europeo, quizás el más grande que recuerdo.

En la conversación del mejor jugador nacido en Europa de la historia, Saša queda un poco relegado por Sabonis, Kukoc, Gasol, Petrovic, Nowitzki… Pero no mucho más atrás. En la conversación sobre quién fue la estrella con más carisma y capacidad de ser el líder vocal, ahí debe estar entre los tres primeros, sin dudarlo.

Bratislav «Bata» Djordjevic, su padre, fue jugador profesional entre los 50 y 60, para luego ser uno de los entrenadores yugoslavos con más capacidad de innovación. Montó los primeros Campus de verano y fue impulsor de la primera Asociación de Entrenadores de su país. Durante la década de los 70 entrenó a Estrella Roja, ganando la Liga del 72, mientras su hijo Saša pasaba del pensamiento mágico de la primera infancia al uso de razón, su padre dirigía a tremendas personalidades baloncestísticas como la de Zoran Slavnić. Todos esos recuerdos imponen un camino, también ayuda que en tu adolescencia veas que tu padre emigra para ser Seleccionador de Iraq y de Emiratos Árabes, romper la barrera idiomática y cultural para llegar a los que tienes que convencer de tu idea de baloncesto…Revista, Gigantes del Basket

No es que hablar o jugar a baloncesto fuera algo habitual en su casa, eso pasa en millones de hogares en el mundo. Sino que liderar, convencer, no perderse en la traducción y viajar para buscar tu lugar, era lo natural en aquella familia.

Saša Djordjevic crece entre las categorías inferiores del Radnički (club de Belgrado y alma mater de los Djordevic) y el Partizan donde llega al primer equipo. Base con buena estatura y gran tren inferior es el capitán y líder de la Selección de Yugoslavia en el mítico Mundial Junior de Bormio (Alpes italianos). Torneo famoso por la caída del equipo de los EEUU ante unos “plavi” con Kukoc, Radja y Divac, los cuales brillaron en distintos momentos de este Mundial pero el que levantó la Copa fue Saša…

Ese mismo verano, estos cuatro juniors que iban para estrella y ya son leyendas de nuestro deporte, también estuvieron con la Selección Senior en el Eurobasket de Atenas, campeonato recordado por el triunfo final de una Grecia catártica, por el ascenso al cercano olimpo del pequeño escolta natural de New Jersey, Nikos Galis y en nuestro país por la defensa que le hizo José Antonio Montero. Pero hubo otra defensa menos conocida, la que le aplicó Saša Djordjevic a nuestro Epi. Salió a gastar 5 faltas y a fe que las usó tratando de defenderle con carácter, no jugaba apenas, pues el base titularísimo era Drazen Petrovic, la gran estrella del momento. Aquel partido lo tenía controlado España y aquella defensa ayudó a la remontada.

Y luego llegó el bien conocido pique entre un Drazen reinante y un Saša que llegaba con su propia fuerza, ese choque de genios carismáticos en la liga llevó al veto del joven en la selección, fomentado por Petrovic y ayudado por la mala relación entre el nuevo seleccionador “Duda” Ivkovic y Djordjevic padre. Muchísimo gallo en el corral del baloncesto en aquellos 70 y 80 de los Balcanes. La gente con tanto genio (del bueno y del malo) pasa malos momentos por no controlar los humores y crear cuentas pendientes. Pero también esa selección natural era brutal y ayudaba a un deporte al que los mejores llevaban al éxito. La desmembración fue criticada por muchos deportistas que pasaron de ganar siempre a no hacerlo, pero también repartió honores entre las selecciones, hubo café no para todos, sino para unos cuantos más.

El caso es que entre el veto y las sanciones internacionales, nuestro hombre no apareció hasta 1991, se perdió citas tremendas como fueron los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, el Eurobasket de Zagreb 1989 (ciudad de los Petrovic) y el Mundial de Argentina 1990… Dos medallas de Oro menos en su palmarés por la gracia de no renunciar a una personalidad. Las sanciones internacionales le llevan a perderse los JJOO de Barcelona y no volver los serbios hasta 1995 y ahí, reaparece como líder absoluto. Su juego fue cambiando de aquella exuberancia juvenil, de aquella suspensión lateral que proporcionó la Copa de Europa con Partizan hacia un juego de sabiduría tomando bloqueos, una parada en un tiempo seca y equilibrada, un saber cuantas veces tomar el camino del aro y sortear grandes ajenos y propios. Por el camino la llegada a Italia, el éxito económico de grandes contratos en la Philips y en Fortitudo. Entre 1991 y 1997, tres medallas de Oro como Campeón de Europa de Selecciones, la final del 95, el MVP del 97, pura excelencia. Revista

Sobre su mejor partido de siempre, la final del Eurobasket de Atenas 1995  Djordjevic toca el cielo al anotar 41 puntos en la final por el oro (96-90) ante la Lituania de Marciulonis y Sabonis, la final más recordada de un torneo de selecciones. Momento mítico, cuando los lituanos se cansan del arbitraje, hacen un amago de plantarse, se sientan en el banquillo y aparece nuestro protagonista a abrazar a Marciulonis que llevaba más de 30 puntos y decirle al oído que no podían retirarse, que el deporte hay que jugarlo hasta el final. No sé si por eso, pero se levantaron y terminaron el partido, mordiendo el polvo por los 9 triples de Saša Djordjevic. Clavados a golpe de astucia táctica ocupando espacios, aprovechando pases de interiores superdotados en el pase. Luego hay que meterlas, que es una final. Nueve.

En 1995 el mejor jugador de la final, en 1997 el MVP del Eurobasket. Tienes que ser muy bueno consiguiendo eso cuando compartes cancha y camiseta con Dejan Bodiroga, el acaparador de MVP´s…

La NBA se cruzó en un Campamento de Verano, tras hacer la “mili” y estar sin contrato acudió a Boston, parecía que podía haberse quedado con los Bird y cia a principios de los 90, pero no quedó claro. Y aquella cortísima experiencia en los Blazers de PJ Carlesimo, el cual no le iba a dar el equipo a un base rookie europeo, por poco rookie que fuera… La cuota europea ya la cubría Arvydas Sabonis. No fue la paciencia una de las virtudes de Aleksandar Djordjevic, no iba a esperar en ningún banquillo con 29 años cumplidos…

El reto de jugar para Aíto y para Scariolo, la aventura de jugar en los dos grandes equipos españoles, la enorme rivalidad futbolística y baloncestística, ser líder en ambos equipos con entrenadores de mucho peso, de muchísimo. Y hacerlo sin etapa intermedia, sin dejar que las heridas suturen, hasta la herida final. Tuve la oportunidad de entrevistar a Saša Djordjevic y a Jordi Villacampa hace pocos días, decía el mito de la Penya que ser abucheado en según que canchas es signo de respeto de alguna forma, pedía la confirmación de Saša, el cual le contestaba:

¡A mi me lo vas a decir, Jordi! Soy serbio, me han llamado “asesino” en todos lados…

 

No le asustó el Palacio de los Deportes de Madrid vestido de blaugrana, no le asustó el Palau vestido de blanco. No se escondió nunca, quiso el protagonismo con un físico ya desgastado pero con un carisma intacto. En los 80 la guerra vivió la guerra de las pistas en Yugoslavia, una concentración de talento sin igual, en los 90 sintió como su gente vivió la guerra de verdad, la del horror y la muerte. El final de siglo en el puente aéreo le pareció sencillo, solo era baloncesto. Y su desaparición por el túnel de vestuarios a empujones de Nacho Rodríguez es la firma de una carrera exigente consigo mismo y con los demás. Con esa chulería tan aclamada en la victoria por el aficionado, tan dolorosa en la derrota por quienes la sufrieron.

Luego vendría un final de jugador en el norte de Italia que se confunde con su inicio como entrenador. No podemos saberlo, habló tanto como mariscal de campo, ordenó y mandó a todos, absolutamente a todos. La figura de entrenador se queda corta para él, que ha cosechado éxitos pero que nos parece que podría ser hasta más exitosa aún con los equipos que ha dirigido. Hay veces que lo ves en la banda de pie y crees que no da crédito ante los errores de sus propios jugadores. Una mentalidad tan fuerte como la suya no es sencillo ponerla en el lugar de voluntades más blandas. No puedes ser muy empático y compasivo y en la misma vida ser un jugador que no le importaba la presión. Si piensas demasiado en los demás, vas a dudar cuando todos quieren que falles. Djordjevic no dudó.

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