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ENTREVISTA GIGANTES: Nate Davis quiere cerrar el círculo. ¿Qué fue de él?

ENTREVISTA GIGANTES: Nate Davis quiere cerrar el círculo. ¿Qué fue de él?

Antes de Julius Erving o Michael Jordan, en España tuvimos a Nate Davis. aterrizó a finales de los setenta para descubrirnos un baloncesto nuevo. ingrávidos saltos, mates estratosféricos, letales suspensiones, rebotes, tapones desafiando toda lógica... un espectáculo nunca visto

Nate Davis ahora y en los 80

En los primeros años de los setenta, la Liga española no tenía extranjeros, una decisión adoptada para favorecer al jugador nacional de cara al EuroBasket de Barcelona’73. Cuando se volvieron a abrir las fronteras, la mayoría de los americanos fichados eran blancos. A lo largo de cinco temporadas, Ed Johnson (Manresa), Earl Beechum (Mataró), Héctor Blondet (Barça del nacionalizado Charles Thomas), Ken Brady (San José), Bob Gords (Hospitalet), Calvin Chapman (Baskonia) y Essie Hollis (Askatuak) fueron los únicos negros en nuestras pistas. El último de ellos provocó una auténtica revolución: ¡casi 40 puntos por partido y jugadas eternas para la memoria! Nuestro protagonista, precisamente, sustituyó en el Askatuak a Hollis… y en aquel curso 78-79 fue el único negro de la Liga junto a Ed Johnson (Mollet).

José Antonio Gasca, fundador del club donostiarra y un adelantado a su tiempo con contactos americanos, volvió a dar en el centro de la diana. Llamó a Nate Davis (“si estás aquí el miércoles, te contrato”) y éste, tras un año sin jugar, superó el difícil reto de mitigar el recuerdo en la parroquia donostiarra de la magia y carisma de Hollis. Y en sus ocho campañas en España (1978-85), Nate fue la gran atracción de nuestro basket.

El imprescindible Informe Robinson ‘Yo vi jugar a Nate Davis’ (2013) nos redescubrió a El Extraterrestre treinta años después. Y sus visitas posteriores nos devolvieron un personaje único. Tras su lesión a finales de 1985, desapareció del mapa. Su tormentosa historia, con la desgraciada muerte de su mujer Anne por una transfusión de sangre contaminada con VIH tras el nacimiento de su segundo hijo, apagó una estrella que dejó de brillar con apenas 32 años. Ahora, en esta entrevista, repasamos su trayectoria ahondando en aspectos y detalles no tratados en el citado documental.

Con 68 años, cinco hijos, seis nietos y ya jubilado, ha regresado a vivir a su Columbia, South Carolina, natal. Comenzamos preguntando por su estado actual y cómo ha pasado este tiempo de pandemia. “Estoy muy bien, muy sano. Cada día camino dos millas y cinco en bicicleta… estoy en el mismo peso que cuando jugaba. Estoy en forma. Y, bueno, esperando una oportunidad para trabajar en España para ayudar a jugadores jóvenes. Me gustaría que mi experiencia fuese inspiradora. Sé que es un momento difícil, pero puedo encajar bien porque conozco la cultura española, su estilo de vida, su mentalidad más cercana y familiar. No es cuestión de dinero; tengo buenas pensiones. Esa oportunidad me permitiría completar una tarea que como jugador quedó interrumpida. Hace 36 años que me fui. Los equipos, entrenadores, jugadores de ahora no me conocen. Pero si alguien tiene confianza en lo que puedo aportar, seguro que tendrá buenos resultados”.

Fue un jugador de basket tardío: una lesión le apartó del football. Dos veranos de intenso trabajo con su primo Harrison, all american colegial en tres deportes, le prepararon. “Con 16 años, me enseñó todo del basket, me convirtió en el jugador que fui. Cuando llegué a high school, era mucho mejor que el resto”. Pero cuando acabó la escuela, su primera idea fue alistarse en los Marines. Llegó a ingresar en el cercano Fort Jackson para las pruebas, pero fue reclutado a última hora por Bobby Cremins, asistente en South Carolina del reputado Frank McGuire.

Nate Davis pasó cuatro años con los Gamecocks (1973-77), los tres primeros junto a Alex English, el máximo anotador NBA en el cómputo de los 80s. Sólo alcanzaron el torneo nacional el primer curso de Davis, cayendo en primera ronda ante Furman. Con 20 años, Nate fue más protagonista (16 puntos y 13 rebotes) que English (11), un hall of famer, ocho veces All Star con 15 campañas NBA. El verdugo fue Clyde Mayes, que jugaría en Manresa y Valencia, con 21 puntos y 16 rebotes. Hoy en día, Nate Davis se enorgullece de la amistad de ambos vecinos.Nate Davis

Otros ilustres compañeros en la universidad fueron Brian Winters (22 tantos aquel partido jugado en The Palestra de Philadelphia) y Mike Dunleavy (12). El primero fue el rookie de los Lakers tras la retirada de Jerry West (nº 12), figura en las listas históricas de los Bucks y fue habitual en banquillos NBA y WNBA; el segundo es el 19º entrenador con más partidos NBA (1.329 con etapas en Lakers, Bucks, Blazers y Clippers). Es decir, que Nate Davis rindió siempre al nivel de los mejores. O más. Pero sin la misma suerte.

“Fue una etapa extraordinaria, cambió mi vida. Era un farm boy y me convertí en un hombre. Conocer a coach McGuire fue impactante. Brian era mi compañero de habitación y me enseñó realmente a tirar bien. Yo era un buen jugador, pero necesitaba mejorar para pasar al siguiente nivel. Con Alex nadie dudaba que iba a triunfar en la NBA, tenía ese estilo, esas maneras. Recuerdo aquellos años de forma muy especial. Los Gamecocks ahora están muy mal, apenas han ganado seis partidos. Menos que las chicas de Dawn Staley sí estan jugando de maravilla”.

Mientras sus compañeros sí encontraron acomodo entre los mejores, Nate se vio relegado a la quinta ronda del draft (Chicago Bulls). El baloncesto iba a quedar a un lado; pocos meses después de graduarse en Criminología nacía su primer hijo, Junior. “Era la época de la fusión de la NBA y la ABA. Había muchísimos jugadores disponibles. Muy difícil. Decidí trabajar como asistente del sheriff en Richland County, cerca de casa. Estuve nueve meses: tres turnos, sólo un día libre… Pronto comprendí que no era mi vocación. Lo dejé después de que un borracho me disparase mientras ayudaba a una persona que habían robado”. Y en ésas, la llamada de Gasca.

San Sebastián (1978-79). Llegó con un contrato a prueba: podía ser cortado antes del tercer partido oficial. Y en los primeros entrenamientos se le vio apurado en series de cien metros. El listón estaba muy alto: Hollis había dejado al equipo sexto y clasificado para la Korac. El Helicóptero significó un auténtico fenómeno social…

Aún se recuerda en Donostia la primera (y única) visita de Davis a la clásica sidrería. Para salvar la barrera linguística (… si alguno hablaba otro idioma, era francés) se lo llevaron al típico menú de tortilla de bacalao y chuleta en la típica mesa sin platos. Nate, en vez de esperar, se agenció una tortilla entera. Y no se cortó con el zumo de manzana. Al día siguiente, entrenamiento resacoso. Había caído en un buen grupo.

No tardó en ganarse a la afición de Anoeta, en su Flu Game particular. Partido de ida de la segunda ronda de la Copa Korac. El potente Antibes domina desde el inicio (10-26). Pero una portentosa reacción revolucionó juego y gradas. ¡Los franceses no anotaron en los 6 últimos minutos (desde 63-74, 16-0 final)! Cinco puntos de renta (79-74). Un griposo Davis anotó 29 y abandonó la cancha entre lágrimas de emoción. ¿La vuelta? Ejem, ejem…

“Cuando me fichó, Gasca me dijo que tenía que meter la mitad de los puntos. Y eso hice [los datos: Askatuak fue el peor ataque de la Liga con 82,5 por partido y Davis fue el máximo anotador con 34,5]. Era lo que tenía que hacer para intentar ganar; no teníamos un gran equipo. En Valladolid fue diferente porque era otro tipo de conjunto, con jugadores importantes. Ganamos a todos menos al Madrid y el Barça”.

Inolvidables sus 55 puntos al Real Madrid (sí, Itu respondió con 40). Lo que se queda en el tintero es que aquella tarde los afortunados espectadores fueron testigos de los genuinos alley-oops en nuestro país. Los bases Fernando Galilea, tío de José Luis, y Estanislao Ubarrechena, que estaba en la mili, quedaron entre los mejores asistentes de la Liga.

El primero de ellos nos recuerda que “ya lo hacíamos con Hollis: un guiño y puerta atrás. A Nate se lo explicamos; recuerdo que nos subíamos a una silla para decirle donde iba a tener el balón. Nos salía de forma natural; después, en Valladolid con Cabrera, era más sistemático. Llamaba mucho la atención porque entonces pocos machacaban”. Con el tiempo, la FIBA acabó prohibiendo temporalmente esa jugada por encima del aro.

Sólo tres victorias, descenso, ¡12,8 rebotes con su 1.95! y traspaso al Valladolid del presidente Gonzalo Gonzalo (una década después llevaría a Sabonis a Pucela). Pero al margen del basket (acabada la liga, inmerso en eliminatorias coperas, fue apartado por Gasca por un calentón en unas declaraciones contra él), su paso por San Sebastián tuvo un episodio muy especial. Estableció una gran amistad con el matrimonio Miller, misioneros baptistas, y se convirtió al cristianismo. “Leo la Biblia diariamente, viaja conmigo” declaraba.

Valladolid (1979-82). La temporada 1979-80 contó con los ascensos de Zaragoza y Valladolid, dos plazas que serían primordiales a lo largo de la década. En el caso pucelano, heredero del ADC Castilla y con el patrocinio de la Editorial Miñón, apenas era su cuarto año de historia. Y Huerta del Rey cayó hechizada por los vuelos galácticos y letal eficiencia de Nate Davis. Por 20.000 dólares fue el máximo anotador (29,7 por delante de Wayne Brabender), segundo reboteador (9,2, sólo por detrás del estudiantil Larry Gibson), tercer taponador (1,9)… Para frotarse los ojos. Irreal. Pese al cambio final de entrenador (Vicente Sanjuán dimitió y entró Enrique García), satisfactorio noveno puesto. Con la guinda de la participación en la Copa Korac: 36 puntos en casa a la Jugoplastika y en Mestre.

“Aquellos viajes, partidos y experiencias a lo largo de toda Europa, competir contra otros estilos de juego, me hicieron mejor”. Nate Davis jugó 30 partidos de Copa Korac en los que sumó 790 puntos (26,3 de media). Split, Varese, Orthez, Sibenik (Drazen de baja en ambos choques), Rieti, Budapest, Lieja, récord internacional de 41 en Gante… también disfrutaron de este talento único.

El episodio más celebrado en Valladolid fue el de la remontada al OAR Ferrol del dominante canadiense Lars Hansen… ¡con un dedo roto!El doctor dijo que no podía jugar, que tenía tres semanas de recuperación. Pero me cambié con un vendaje blando. Perdíamos por 20 al descanso, hablé con Pesquera y le dije que podía jugar con mi derecha, que no me importaba la izquierda porque tiro con la derecha. Necesitamos ganar ese partido. Y salí a jugar… tras ganar, estuve esas tres semanas sin jugar en las que el equipo no ganó”.

Un inciso. Normal que 40 años después la memoria se ajuste sin obedecer tajantemente a la realidad. El partido de la mano vendada es historia de nuestra Liga por lo que quisimos ceñirnos a lo ocurrido. Un documentado artículo de Juan Pablo Bravo en jgbasket.net explica que Nate Davis entró en pista doce abajo en el minuto ocho. Al poco de la reanudación, 45-71. Y ahí empezó el recital: 27 puntos con 13/19 tiros en 31 minutos. Decisivo en las jugadas finales (102-100). Bravo, incluso, señala que Davis sí jugó una semana después. De hecho, metió la canasta ganadora ante el Manresa (92-90, con 4 puntos en 17 minutos). Y después sí llegaron las tres derrotas sin él.
Carmelo Cabrera (“jugábamos con el espíritu de los Globetrotters”), Arturo Seara, Samu Puente, Morty de Francisco, Toño García, Vicente Lafuente… Un grupo estable en continuo crecimiento. Con Mario Pesquera al mando, progresaron hasta acabar cuartos en la liga y semifinalistas coperos en 1982. Meteóricos.

Galicia: Santiago (1981-82) y Ferrol (1982-85). Ahora o nunca. Con 28 años, último intento de entrar en la NBA. Prueba con los Washington Bullets dirigidos por Gene Shue y el ex barcelonista Jeff Ruland como estrella. Apuró sus opciones hasta bien entrado octubre, pero fue cortado. “Estuvo bien, fue una experiencia. Pero hay mucha política en la NBA. Fue muy difícil; no tuve un padrino”.
En una operación express, Davis recaló en un Obradoiro recien ascendido. Una lesión de Chuck Verderber ante el Joventut [se rompió el tendón de Aquiles tras un robo e ir a hacer un mate cuando llevaba 35 puntos y 16 rebotes] propició su regreso. Aunque se valoró repescar al portorriqueño Jimmy Thordsen, que ya había jugado con ellos en Primera, Davis debutó a las órdenes del yugoslavo Todor Lazic el 14 de noviembre en Manresa.

Un mes y medio después, el entrenador balcánico sufrió unas dolencias cardíacas. Pepe Casal se hacía cargo del equipo de forma interina. Y el 23 de enero, en la pista del Inmobanco, estalló la tormenta. En dos tiempos muertos de la primera parte, el técnico ordenó jugar posesiones largas y controlar mucho el balance defensivo para frenar las carreras de Del Corral. En ambos casos, Davis se jugó tiros lejanos a las primeras de cambio. En el vestuario, bronca y gritos. Nate se negó a jugar la segunda mitad (“nunca nadie me ha hablado así”)… ¡y Casal determinó que no volviese en el autobús con el equipo!

Poco más de dos meses, doce partidos (41 puntos al Baskonia, con 33 al descanso; 38 en la pista del Cotonificio lanzado 31 de los 61 tiros del equipo), problemas económicos… Santiago, un episodio con sombras.

Juan Fernández apostó por él. Y el flechazo, en Punta Arnela primero y A Malata después, fue inmediato. El equipo de basket, como elemento identitario. “Los tres mejores años de mi vida. Allí jugué mi mejor baloncesto. Aller, Saldaña, Loureiro, Ricardo García, Ramiro, Delgado… los spanish eran fantásticos. Mi querido Rogelio, que murió hace poco, fue la razón de que estuviese en la mejor forma física de mi vida”.

Máximo anotador de las dos primeras ediciones de la Liga ACB: 28,2 puntos de media en el curso 83-84 y unos redondos 30 en la siguiente. Era el boom del baloncesto español: los primeros playoffs (victoria ante Caja Ronda; derrotas ante el Barça y Breogán), las primeras parejas de extranjeros (jugó con John Washington, Bill Collins, Terry Martin y Lavodrama), tres entrenadores (Tim Shea, Jaume Ventura y Moncho Monsalve).

En Ferrol, Nate fue capaz de asombrarnos de nuevo. Pocos jugadores se adaptaron mejor a la llegada del triple que él. Con una mécanica elegante con elevaciones altísimas, registraba porcentajes sobresalientes: en la escasa temporada y media que jugó con la línea pintada a 6.25, firmó un excelente 43% (92 de 213 en 46 partidos). “Mi suspensión era muy buena para los triples. Me sentía cómodo. Mejoró mi juego. Una vez, en Magariños contra Estudiantes, metí seis de nueve triples”. Contexto: en aquel primer curso 84-85, se lanzaron diez triples por partido; Nate, casi cuatro.

Nate Davis, en la actualidad

Todo iba sobre ruedas, proceso de nacionalización incluido (¿hubiera llegado a jugar con la Selección?). Mejor artillero de la primera fase de la temporada 85-86 (29,7 puntos de media), pero todo se fundió a negro súbitamente. Último partido del año (28 diciembre), visita al Licor43 de Santa Coloma. “Fue ya cerca del final. Defendía a un chico mucho más alto que yo [Jordi Freixanet, 2.04]. Fintó con la cabeza; salté alto, demasiado. Mis tobillos tocaron sus hombros, me desequilibré y caí sobre el hombro. El doctor Villarubia me operó aquella noche para reconstruir la articulación. Estuve una semana en el hospital Dexeus”.

En esa habitación comió las doce uvas del cambio de año y vio el primer concurso de mates que se celebró dos días después de su lesión, en Don Benito. Ganó David Russell. “Sí, claro, lo iba a ganar yo: ¡nadie en España podía machacar como yo! ¿Te acuerdas de aquel mate de espaldas en el Palau? Nadie podía hacerlo”.

Regreso a Estados Unidos para protagonizar un proceso vital tormentoso (sí, sobrecogedor su Informe Robinson). Su mujer Anne falleció en 1988 con apenas 28 años. Nate peleó para sacar su familia adelante sin que nadie supiese nada de su pasado. Ahora quiere cerrar el círculo que las circunstancias no le dejaron hace 36 años. ¿Alguna idea en la sala?

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