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Aday Mara: conociendo al futuro gigante del baloncesto español

Aday Mara: conociendo al futuro gigante del baloncesto español

Este verano se presentó en sociedad en el Mundial U17 de Málaga. Su potencial llamó aún más la atención que sus 2.20 metros. Debut en la Liga Endesa a los 17 años con el Casademont Zaragoza. Un futuro gigante. Un presente ya ilusionante.

En el podio del campeonato del mundo U17 disputado en Málaga este verano destacaba la imponente figura de un gigante feliz. Con la medalla de plata al cuello y la bandera de España sobre los hombros, Aday Mara (Zaragoza, 2005) rubricó en el Martín Carpena el primer hito de una carrera que promete iluminar el futuro del baloncesto español desde la atalaya de sus 2,20m de altura (aún en crecimiento). En su hoja de servicios en el torneo figuraron unos notables registros de 12,6 puntos (71,2% en tiros de dos), 5 rebotes, 1,6 asistencias, 1,9 tapones y 16,4 de valoración media en apenas 18,5 minutos por partido. Pero, por encima de los números y de su físico formidable, el pívot dejó la impronta de su inteligencia y determinación, y la sonrisa de lo que está por venir.

El siguiente paso fue su debut en la Liga Endesa, el domingo 16 de octubre, con su Casademont Zaragoza. Otro día especial en el que volvió a mostrar su estampa disfrutona con un repertorio (que incluyó cuatro rebotes, un mate a dos manos, unalley-oop, y un triple llegando en carrera) que desató la ilusión en el Príncipe Felipe. Pese a la derrota ante el Cazoo Baskonia que costó el puesto a Martin Schiller, la afición aragonesa se marchó a casa abrazando el porvenir de un estudiante de 2º de Bachillerato que en cinco meses cumplirá la mayoría de edad (el 7 de abril) y a final de curso se presentará a las pruebas de la EVAU con la idea de matricularse en Fisioterapia.

Entre tanto, su entorno y el equipo tratan de contener una eclosión incontenible, de mantener la progresividad pautada para su llegada a la élite y de alejar el ruido de unos cantos de sirena que ya traspasan el Atlántico. “Muestra un conjunto de habilidades para el pase de esas que no se enseñan. Posee visión de la pista, conocimiento del juego, sincronización, precisión… Parece que tiene ojos en la nuca”, declaró a la web de la FIBA uno de los ojeadores de la NBA presente en el Mundial que, amparado en el anonimato, no dudó en lanzar una comparación grandilocuente. “Desde Jokic no hemos visto ningún pívot europeo tan buen pasador como él”, espetó el incógnito técnico estadounidense.

Todos los que rodean a Aday coinciden en que la mejor manera de despegar es mantener siempre los pies en el suelo. Pero la final mundialista en Málaga ante Estados Unidos (16 puntos, 7 rebotes, 3 asistencias y ¡5 tapones! de Aday aquel día) tuvo un valor fundacional para el pívot maño y para toda la generación del 2005, como corrobora el seleccionador Sergio Scariolo.  “Es una generación especial, porque tiene de todo: una buena cantidad de jugadores de nivel, con proyección para llegar al primer equipo, y también la calidad absoluta de piezas con un gran futuro”, explica Scariolo, entre la prudencia inevitable y la esperanza irreprimible. Una camada que el entrenador de la Virtus analiza desgranando los nombres de Izan Almansa (MVP del Mundial U17 y del Europeo U18), Sergio de Larrea, Lucas Langarita, Abel Delicado, Álvaro Folgueiras, Conrad Martínez… y, por supuesto, de Aday Mara. “Es un jugador de un interés extraordinario, porque con los centímetros que tiene muestra una coordinación, una agilidad y un instinto para el juego que son realmente superiores. Tiene un buen toque de cerca, y también buena mano para ampliar su rango de tiro hasta la línea de tres. Aún debe madurar físicamente, pero ya es muy competitivo. Nunca da un paso atrás, incluso cuando se trata de ir al choque contra rivales más fuertes”, le radiografía el seleccionador.

Mientras, en tiempos de elogios y expectativas, en casa toca prudencia y mesura. La hoja de ruta familiar trazada para Aday marca, para empezar, ocho meses de duro esfuerzo para sacar adelante los estudios y compaginarlos con una hora de tecnificación, físico y pesas, durante tres días a la semana antes de las clases; y con los entrenamientos con su equipo después del instituto. Un crecimiento gradual que incluye la estricta dosificación de las redes sociales y la máxima cautela y sincronización con el club en su incorporación al primer equipo del Casademont. La temporada pasada la comenzó en el Olivar, filial del Zaragoza en la Liga EBA, y llegó a debutar con los mayores en la FIBA Europe Cup (“me gusta su ilusión y su jeta”, dijo Jaume Ponsarnau al darle la alternativa). Luego fue cedido al Huesca en la LEB Oro (con tiempo para compartir pista con Marc Gasol en su reestreno en Girona y quedarse con la camiseta de uno de sus grandes ídolos).

El único hijo de Angélica Geli Gómez (histórica internacional del voleibol español, de 1,92m, que hizo carrera, sobre todo, en su Tenerife natal) y de Francisco Javier Mara (ala-pívot de 2,01m, que debutó en ACB con el CAI de Manel Comas en 1986) ha crecido con “una educación deportiva privilegiada, que le viene de familia”, cuenta Javier Zamora, el entrenador del Menorca en Leb Plata y de la selección U17 subcampeona del mundo en Málaga. “A nivel técnico, busca constantemente alcanzar el siguiente movimiento. Y, a nivel táctico, quiere siempre comprender el porqué de las cosas. Ve el baloncesto muy rápido. Por eso destaca su capacidad de pase, por cómo lee el juego”, desarrolla Zamora que, por encima de la envergadura de Aday (2,35m), pone en valor su “carácter especial y tolerancia a la frustración”. “En momentos de máximo estrés competitivo es capaz de mostrar una sonrisa, sin perder el foco. Mezcla responsabilidad y felicidad porque le apasiona lo que hace”, prosigue el seleccionador U17, que añade un ejemplo descriptivo del afán de Aday Mara. “Siempre está buscando retos, antes y después de los entrenamientos. Juega con sus compañeros a ver quién mete más tiros, les reta a lanzar triples con la izquierda a un pie, a ensayar movimientos de crossover… Siempre tiene ganas de más. Intenta superarse así mismo, pero con el pensamiento colectivo por delante”, señala Zamora.

La prometedora pandilla con la que Aday Mara ganó la plata mundial en el Carpena llegó al torneo después de dos años sin competir de manera oficial, en 2020 por la pandemia y en 2021 por los casos de covid que dejaron a la selección fuera de los Challengers U16 de FIBA. “Hasta la preparación no tuvimos referencias directas, pero llegamos con mucha hambre competitiva”, subraya Zamora, al tiempo que analiza un verano excelso en categorías de formación (8 finales en los 8 campeonatos oficiales FIBA en los que han participado España en masculino y femenino: 6 Europeos y 2 Mundiales, con 3 oros y 5 platas). “La clave es el trabajo en equipo. Son procesos con una metodología que ya tiene muchos años de recorrido. Cada generación va desarrollando sus automatismos y va moldeando su bagaje técnico-táctico para llegar a la senior con la mayor experiencia y formación. Lo fundamental es la coordinación entre la Federación Española, las Autonómicas y los clubes. Todos van de la mano para consensuar el mejor camino posible para cada jugador. Así es como logramos perfilar generaciones siempre competitivas”, completa Zamora.

Paso a paso, Aday Mara cumple etapas del camino que inició al entrar en el radar de la Federación con apenas 12 años. “Nos sorprendió desde niño. Le costaba correr la pista por su altura, pero tenía unas condiciones extraterrestres. No era como el resto”, analiza David Soria, responsable de los programas de formación de la FEB de los 12 a los 16 años. “Es un jugador muy inteligente. Por lo que había ido sufriendo en las posiciones interiores, que podían parecer su zona de confort, desarrolló una gran versatilidad. Tenía tan poco peso y la cadera tan alta que cualquier jugador le desplazaba a empujones. Ahí tuvo la virtud de abrirse para empezar a tirar y pasar desde fuera. Así fue mejorando paulatinamente, cerca y lejos del aro. Además, es muy competitivo. Ante los desafíos, saca pecho. Puede llegar a ser un jugador diferencial para el futuro del baloncesto español”, añade Soria, que desde infantiles trabajó mano a mano con los técnicos del Zaragoza para cuidar la evolución de Aday, y para personalizar al máximo su preparación física. “Es un caso único y eso requería un trabajo específico de coordinación, movilidad, y ganancia progresiva de músculo”, detalla. Se trataba de pulir las cualidades técnicas del pívot y armonizarlas con su crecimiento físico constante (9 centímetros en los últimos tres años).

Al frente de la cantera del Casademont Zaragoza estuvo, entre 2018 y 2021, Sergio Josa, que tuteló la evolución de Aday Mara de los 14 a los 16 años. “Ha tenido un avance más rápido de lo normal. Para niños altos y grandes el desarrollo psicomotriz suele ser lento, pero él ha superado esas dificultades a base de talento y de conocimiento del juego. Ese es su factor diferencial”, señala Josa, que explica esa cultura baloncestística de Aday por la relación con su padre. “Cuando él estaba en infantil o cadete, su padre aún jugaba en una liga laboral o de amigos y Aday iba siempre a verle y comentaban aspectos del juego. Y cuando Aday terminaba sus partidos pasaba igual, siempre analizaban cosas a mejorar. Desde niño disfruta de avanzar y aprender cosas nuevas. Siempre busca dar un paso más”, repasa. “Hemos tenido a Carlos Alocén, Jaime Pradilla, o Vit Krejci, que se veía que eran especiales, pero lo de Aday… Siempre me ha parecido una barbaridad todo lo que tiene dentro. Hay que mezclar la prudencia con el no cerrarle puertas. Ahora llega lo más difícil, pero su cabeza está muy bien amueblada y, si el físico le respeta, nos va a sorprender a todos”, remata el técnico zaragozano.

Un mensaje apasionante respecto al futuro de Aday Mara que Sergio Scariolo proyecta en términos colectivos para el prometedor elenco de 2005. “Hay material para que esta pueda ser probablemente, por talento acumulado, la mejor generación que hemos tenido desde los 80 y eso son palabras mayores. No hay que poner presión con las expectativas, aunque me parece que son chicos que no tienen problemas en asumir esta presión y en saberla gestionar. Y eso nos hace tener muchas esperanzas puestas en ellos”, cierra el seleccionador aventurando un futuro gigante.

Foto: Esther Casas
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Artículo publicado originalmente en la revista Gigantes 1526 de noviembre de 2022

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