El Barça funcionó como una orquesta bien afinada para solventar su semifinal ante el Iberostar Tenerife (92-86). Hasta seis jugadores anotaron 10 ó más puntos (4 de ellos saliendo desde el banquillo). Los canarios recibieron de su propia medicina, un juego coral catalán inabordable. La maquinaria azulgrana, perfectamente engrasada para disputar el título.
En la previa, se señalaban dos factores esenciales ante esta semifinal: defensa y triples. Frente a frente, dos de las tres mejores defensas de la Liga Endesa y el equipo que mejor tira de tres (40% azulgrana) y el más pródigo desde fuera del arco (31 intentos aurinegros por partido). Ritmo controlado, elaborada selección de tiro, control de las posesiones…
Y el arranque del choque se ajustó a esos vaticinios. Iniciativa catalana (12-5, 15-8 minuto 7 con la llegada de los primeros relevos), pero reacción isleña con sus primeros triples (empate a 15).
En el comienzo del segundo cuarto, con ambas segundas unidades en pista, el Barça abrió brecha merced a dos triples seguidos de Kuric (25-16). Sí, la línea 6,75 marcaba el juego. Txus Vidorreta no tardó mucho en recomponer su formación inicial para contener el impulso culé (27-21). Pero Pesic sí logró una buena amalgama entre titulares y suplentes (Hanga y Seraphin) para volver a dar un arreón importante: máxima 39-25 tras varios robos y contrataques del alero húngaro. Al descanso, buenas sensaciones azulgranas (41-29) y desconcierto tinerfeño (4/12 triples).
En la reanudación, con Brussino por Beirán como único cambio respecto a los diez protagonistas iniciales, dos triples culés (Ribas y Claver) contuvieron una salida motivada de los aurinegros. Intercambio de canastas y transcurrir de minutos a favor de corriente azulgrana (57-41, minuto 25).
A falta de 15 minutos, el Barça ya había anotado los mismos puntos que en la derrota en su visita liguera a La Laguna. Ésta era otra historia. Las máximas se iban sucediendo y el marcador al término del tercer periodo era definitivo (72-52).
En el último cuarto, justo cuando se alcanzó la máxima brecha del partido (80-56 tras un 2+1 de Oriola), un parcial de 0-10 permitió a los canarios maquillar un tanto el resultado. El recorte de puntos se mantuvo hasta el final: ya en el último minuto, 87-83 y bronca por una falta de Brussino a Ribas cuyas protestas significaron la segunda técnica y descalificación de Txus Vidorreta. Loable esfuerzo, pero estéril. El Barça defenderá su corona conquistada hace un año en Las Palmas.
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