La competición esperaba su turno. Todo un verano de descanso fue demasiado tiempo y, por lo tanto, las ganas de baloncesto en España eran máximas. Santiago de Compostela abría sus puertas para disputar la Supercopa de la Liga Endesa 2018, y los dos primeros equipos en saltar a la cancha y buscar una plaza en la gran final fueron Barcelona y Baskonia.
Con el primer rebote del nuevo capitán blaugrana, Ante Tomic, y el posterior triple de Chris Singleton, fichaje estrella de la sección, los hombres de Pesic se quitaban las telarañas y daban comienzo al intercambio de golpes.
Baskonia entraba enchufado al duelo, buscando las esquinas del perímetro y sin miedo al combate cuerpo a cuerpo. Trabajar en las trincheras no iba a ser un problema para los chicos de Pedro Martínez. Un cuarto de buen y vistoso juego, diversión en la grada y canasta sobre la bocina de Pangos.
En el segundo cuarto, los vitorianos ponían un poco más de acierto en su ofensiva, en especial desde el triple (7 de 10 al descanso), mientras, los azulgranas desaprovechaban un par de tiros cómodos y tomaban una serie de decisiones precipitadas. Aceleraron su juego los de la ciudad condal y no obtuvieron los resultados esperados. Mala manera de poner rumbo a los vestuarios para el Barcelona, con un luminoso de 34-49 abajo. Lo único positivo para los de Pesic, la ovación cerrada del público al nuevo interior de la plantilla catalana, Artem Pustovyi, debido a su pasado en el conjunto local, el Obradoiro.
Una vez refrescados los dos equipos, regresaron a un pabellón de iluminación diferente y atrevida, en el que la pista, más que nunca, se convirtió en el único foco para el espectador. Tímida reacción en el tercer parcial del Barcelona, pero insuficiente para bajar de la barrera psicológica de los 10 puntos, aunque sí para situarse justo en el límite (56-66 en favor de Baskonia). Eso sí, todo el pescado por vender en el cuarto y definitivo.
Aleix Font, uno de los canteranos más talentosos del club blaugrana, ponía la primera canasta del último parcial y también la primera falta. La intensidad y mayor dureza en la defensa del Barcelona intentaba la remontada, pero no se lo iban a poner fácil los muchachos del Baskonia.
El ataque de los vascos no carburaba y se notaba la presión, pero los rebotes ofensivos y un par de buenas acciones corales, finiquitadas con calma y eficacia por Hilliard y Poirier, dejaban un resultado holgado (+11 para Baskonia) a falta de 5 minutos.
La magia nunca desaparece si se tiene, y por eso los azulgranas se colocaron a cuatro puntos con algo menos de 4 minutos por disputarse. Tomic y su clase invadían la pintura del Baskonia, y las muñecas pesaban más de la cuenta en el lado vasco. El aire no llegaba a los pulmones como al principio del encuentro, y la adrenalina de una posible remontada impulsaba los cuerpos vestidos con camisetas del Barcelona hacia la épica. No obstante, todo fue un espejismo.
Shengelia, desaparecido en combate durante buena parte de la batalla, se ponía la capa de héroe sobre su espalda y tiraba de los suyos para evitar la hazaña blaugrana. Sin embargo, no podía terminarse el partido sin una revisión de posible canasta para probar la nueva tecnología. La ‘máquina’ indicó tapón legal de Singleton, aunque no sirvió para que el Barcelona, en una última posesión, pudiese empatar el choque y forzar la prórroga. Al final, 76 – 79 para Baskonia.
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