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El último baile de Marko Popovic

El último baile de Marko Popovic

Emilio Cobos fue testigo de excepción del último partido de Marko Popovich antes de su retirada, fotografiando los mejores momentos de ese choque.

Sabía que no era un día normal. No sólo era el último partido de la temporada del Montakit Fuenlabrada, sino que también era el encuentro de despedida del jugador más querido por la afición en los últimos tiempos, Marko Popovich, y se veía en el ambiente incluso un par de horas antes de que empezara el choque.

Suelo llegar pronto al pabellón, con unas dos horas de antelación a que empiece el partido. Me gusta tener todo mi equipo preparado, es quizá mi única manía después de todos estos años. Aquel domingo, quise estar allí antes incluso que llegaran los jugadores más madrugadores, incluido el protagonista del día. Hay gente que lleva preparado lo que quiere fotografiar, pero yo simplemente me dejo llevar por el encuentro, por cómo está transcurriendo y, más o menos, si que me coloco según crea que puedo conseguir una foto que busque o un instante especial. Lo tenía claro, y a pesar de ser el último partido de Marko Popovic, no iba a cambiar mi planteamiento. Eso sí, durante el calentamiento y cuando salió a pista, sí que le hice un pequeño seguimiento, y vi que estaba bien de la lesión de rodilla que arrastraba de las últimas semanas.

Tras una charla con gente del club, me dicen que Marko no está para jugar. «Como mucho un par de minutos y según cómo esté el partido». Con estas premisas, mi idea era ponerme al final del choque lo más cerca posible del banquillo para poder captar el momento en el que Popovic se dirigiera a la cancha, pero todo cambió. Durante la presentación del equipo me di cuenta que había un grupo de amigos de Popovic venidos de Zadar con banderas croatas y camisetas con las letras con su nombre y apellidos. Buen momento para pillar una foto de presentación suya con sus amigos detrás, pensé.

Marko Popovich

Fotos: Emilio Cobos.

Marko salió a jugar al poco de empezar el partido. Me dije, «bueno, el par de minutos ahora», pero tampoco le vi demasiado cojo como para no seguir. Así que me decidí a hacer el partido normal… hasta los momentos finales. Tiro sobre la bocina de Beirán para empatar el partido e ir a la prórroga. He de confesar que el resultado me daba igual. Quería estar concentrado en Marko para contar sus últimos minutos, sus últimos segundos en una pista de baloncesto profesional.

Llegaron los instantes finales de la prórroga. Saque lateral de Luka Rupnik y… triple lejanísimo de Popovic. ¡La locura! ¡las reacciones! y las emociones. Me emocioné. Siempre digo que estar detrás de una cámara me sirve como escudo de emociones. He vivido numerosos campeonatos, títulos, retiradas, momentos especiales. He podido fotografiar a Michael Jordan o Magic Johnson, héroes de mi infancia, pero no he llegado a emocionarme tanto como lo hice con aquel momento de Marko. La instantánea del triple no me quedó muy limpia, porque Rupnik, que acababa de sacar de banda, ocupaba gran parte del fotograma, a lo mejor podría haberme ido a la zona de medio campo para poder hacer la foto desde atrás, y tener una vista general con el público, el marcador, el tiro… pero preferí sacrificar esa imagen por las emociones. Sabía dónde estaban sentados su mujer y sus hijos e intuía que, si pasaba algo gordo, Marko se giraría para ellos. Y se giró, pero antes, tuvo que hacerse con un rebote, le hicieron una falta y a la línea de tiros libres. Las emociones se dispararon y pude captar el momento que Popovic rompe a llorar de emoción. Un triple de película para un final de película. Luego los tiros libres  llorando con sus amigos de Zadar de fondo. Y la sustitución. Salté a la pista. Le seguí en su camino de despedida al banquillo. Los abrazos de sus compañeros, entrenadores, Óscar el utillero. Más emoción. Se me nubla un poco el visor con alguna lagrimilla. Marko se derrumba en el banquillo. Estoy haciendo fotos y veo por el rabillo del ojo como Marc García aparta a sus compañeros haciendo una barrera para que no me tapen a Popovic de la foto del banquillo. Puntazo de Marc.

Marko Popovich

Fotos: Emilio Cobos.

Luego, el final de partido. Todos van a por él. Le quieren mantear, pero con la cabeza fría pide que no, primero hay que saludar al rival. Respeto. El mismo que le tienen los jugadores del Iberostar Tenerife, que aún perdiendo su plaza para el Playoff de la Liga Endesa son capaces de mantener el semblante también para abrazar a uno de los mejores y más respetados jugadores que ha tenido el Montakit Fuenlabrada en sus filas. Tras los saludos, el manteo, intento colocarme siempre de cara a Popovic, hay que ver su estado entre emoción, alegría, tristeza. Es indescriptible. Luego el homenaje previsto por el club, con su mujer y sus hijos, las peñas y los aficionados, él saludo a sus padres en la grada. La foto con sus amigos de Zadar. Era el final. Era el último baile de uno de los más grandes, y tuve la suerte de poder contarlo con mis fotos para el Montakit Fuenlabrada y la ACB. ¡¡Gracias Marko!!

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