El 18 de septiembre de 2016, un accidente marcaba para siempre la vida de Petteri Koponen. Recién aterrizado en Barcelona, el taxi en el que viajaba el jugador finlandés era embestido por un conductor a la fuga. Un golpe que dejaba al escolta en el hospital con un traumatismo craneoencefálico.
Pero más allá de las consecuencias físicas, que mantenían a Koponen 3 meses alejado de las pistas, las situaciones como estas marcan psicológicamente. Así lo ha explicado el jugador del Barcelona en una entrevista concedida a la web de la Euroliga, en la que recuerda el accidente y su recuperación.
(Primera sensación) «Mi primer pensamiento fue agradecer que estaba vivo. Con este tipo de lesiones nunca sabes qué puede pasar. Cuando los doctores me dijeron que podría tardar tres meses en volver, no podía creerlo. Pero me recordaron rápido lo afortunado que era por estar vivo».
(Recuperación) «Los primeros 3 meses fueron un poco aterradores. Cada vez que me levantaba o empezaba a hacer algo me sentía mareado. Los doctores no me dejaban hacer nada, era aburrido. Tenía que estar todo el día tirado en el sofá o en mi habitación. Al principio dormía mucho, así que imagino que así es como mi cerebro se recuperó».
(Primera experiencia fuera de casa) «Después de dos meses recuerdo ir a comer al lado de mi casa. Empecé a andar con mi mujer y mi madre, pero tras un par de pasos me sentí tan mareado y con tanta presión en mi cabeza que tuve que volver».
(Cariño de la gente) «Todo el mundo me envió mensajes y algunos jugadores vinieron al hospital a visitarme. El club y los seguidores estuvieron bien. Me ayudaron con todo. Recibí muchos mensajes en redes sociales, pero no tenía permitido usar el teléfono, no pude contestar.
(Reflexiones de vida) «Después de estas cosas, aprecias mucho más todo. No das nada por sentado. La vida es demasiado grande para preocuparse de pequeñas cosas. Hay que intentar disfrutar cada momento. Nunca piensa que esto te pueda suceder a ti. Pero luego te das cuenta de que puede suceder en cualquier momento. Te permite darte cuenta de lo feliz y bendecido que eres por poder jugar al baloncesto y vivir tu vida normal».
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