Porque la economía reventó la división de poderes en esta Liga. Porque en verano el Lucentum pensaba simplemente en subsistir dignamente. Porque el Lagun Aro empezó con un balance 2-8 y en esta primera vuelta ha pasado más jornadas en puestos de descenso (tres) que entre los de Copa del Rey (dos: la 15ª y la 17ª). Porque el Fuenlabrada ha hecho del imposible su seña de identidad con un mutante reparto de actores; como si diera igual Fulano que Mengano. Habrá quien diga que son sueños efímeros. Poemas escritos en la arena de la playa. Que estos equipos no tienen ninguna posibilidad en Barcelona. ¿Y si no es así?
El triunfo del «equipo obrero»
La semana pasada Porfi Fisac desgranaba en estas páginas la filosofía que ha tratado de implantar en Fuenlabrada. En realidad, la que ha hecho reconocibles –y extraordinariamente competitivos– a sus anteriores equipos. Su«atrás todos podemos», un juramento de honor. Su amnesia del pasado e indiferencia hacia el futuro, una terapia muy recomendable. Su «donde no llega el talento llega la justicia», una utopía que quiero creer con todas mis fuerzas, aunque cueste. Negro sobre blanco todo esto luce, fascina, pero verlo plasmado sobre la cancha, además, convence…
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