Lo que mal empieza mal acaba. Esa podría ser la primera de las conclusiones a las que se llega en relación a la situación esta temporada de Víctor Sada, protagonista de uno de los culebrones del verano pasado, en unas largas negociaciones que paradójicamente no dejaron contentos a ninguna de las dos partes. Desde muchos meses atrás a la finalización de su contrato, el representante de Sada exigió una importante mejora económica a la cual el club se negó en principio para llegar al final a un “mal acuerdo”. El problema en cuanto a los jugadores nacionales de los grandes clubes es el alto porcentaje de retención fiscal por lo que el coste para el club es muy alto y el jugador, en relación a otros compañeros extranjeros de la plantilla que tienen menos retención, se siente poco valorado en la cifra final a percibir. Un problema común en muchos deportistas españoles.
Pero solucionado mejor o peor el tema contractual la preocupación de los técnicos y directivos azulgranas, según ha sabido Gigantes del Basket, está en el rendimiento deportivo de un jugador que, en su papel de segundo base del equipo, firma a día de hoy una media en la liga de 13 minutos por partido y 3 puntos, números inferiores a los firmados la pasada temporada. Son sólo datos objetivos que se suman a otros, de apreciación personal desde dentro del club, en cuanto a la transmisión de motivación que le ha caracterizado dentro de la plantilla. Sada siempre fue la pieza clave en cuanto a factores emocionales y la inquietud de técnicos y directivos es no percibir del jugador las mismas sensaciones que temporadas anteriores. La preocupación en los responsables deportivos son, además del presente, las “dos más dos” temporadas firmadas y la necesidad de mejorar el rendimiento deportivo en una posición muy importante como es la de base.