Raül López no fue un jugador más. Y ahora, con 41 años recién cumplidos, su recuerdo ha quedado en la retina de muchos aficionados como el de un jugador diferente que marcó a una generación. No es fácil explicarlo, pero tenía aquello que solo tienen algunos elegidos: un magnetismo contagioso, un atractivo en la cancha que hacía fijar en él la mirada cuando estaba sobre una pista de baloncesto, fuera en un partido de la NBA con Utah Jazz o en sus últimos años con el Bilbao Basket. Daba igual la camiseta que llevase o si era la tuya o la del rival. Su juego obligaba a mirarle.
Hay una palabra inevitable a la hora de hablar de Raül López que es talento. Pero yo le sumo otras dos más: inteligencia y personalidad. Un cerebro privilegiado dentro de una personalidad a veces enigmática, pero muy interesante. Discreto, de los que mandan sin gritar. Con ese aire despistado que tienen algunos genios de talento indie. Un talento único que ahora entra en cuarentena dejándonos un recuerdo de mito adolescente, de jugador que enganchó a muchos a este deporte. Que nos hizo sufrir y empatizar con sus malos momentos y alegrarnos de sus regresos, casi como si fuera un miembro de nuestra familia. (Foto: ACBPhoto/A.Arrizabalaga)
Leíamos sus recuperaciones, su trabajo en la sombra para poder volver, en un camino que nos lleva hasta otra de las cualidades que se pueden destacar de él: su insospechada capacidad de sufrimiento. Un físico de aspecto frágil en comparación con los que ahora abundan en nuestro baloncesto, pero al mismo tiempo una enorme capacidad de sufrir. Solo él sabe cómo ha sido su relación con el dolor, su gestión de las molestias y los esfuerzos que hizo para volver y seguir jugando. Y seguramente nunca seamos capaces de entenderlo. Ahí para mí radica parte de su éxito, en esa combinación de talento, inteligencia, personalidad y resiliencia. Un legado que queda para los que pudimos disfrutarle en plenitud y para aquellos más jóvenes que se acerquen a su figura.
Siempre quedará la incógnita de lo que pudo ser sin las malditas lesiones, pero incluso con ellas su despliegue fue sensacional. Siempre he preferido pensar en positivo, pensar que tuvimos la suerte de poder disfrutar de este jugador, de que fuera español y jugase en nuestra selección. De que se enamorase de Bilbao y allí echase raíces. Siempre pensé que es mejor quedarnos con lo que hemos disfrutado, que fue mucho, que con lo que pudo ser.
Algunas de sus portadas en Gigantes
Tres jugadas sensacionales de Raül López:
Hace 8 años Piti Hurtado le dedicó este vídeo:
Highlights de la final del Mundial Junior de Lisboa 1999:
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