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Recuperamos la última entrevista a Quino Salvo en Gigantes. Aquí la tienes íntegra

Recuperamos la última entrevista a Quino Salvo en Gigantes. Aquí la tienes íntegra

Una larga enfermedad ha acabado con la vida de Quino Salvo a los 58 años de edad. El ex jugador y ex entrenador concedía en enero de 2014 (número 1.420) su última entrevista a Gigantes del Basket, concretamente a Javier Ortiz, rememorando su pasado y hablando de su presente.

Ahora, como homenaje, la recuperamos entera para que puedas recordar su figura.

Quino Salvo, el guardaespaldas

Quino Salvo tiene 55 años y su vida está alejada del baloncesto de primer nivel desde hace tiempo, pero eso no le impide tener una afilada mirada sobre lo que pasa. Y, si se le pregunta por su ocupación laboral actual, responde sucintamente: “me dedico a la seguridad privada”.

“Seguridad privada” significa ser guardaespaldas, “aunque no se llama así, eh”, aclara. “Es algo muy delicado”, agrega, reiterando que no es apropiado dar detalles.

Se siente mucho más a gusto hablando sobre basket. Estuvo quince años jugando muchos minutos en la máxima categoría, en la transición entre la Liga Nacional y la ACB, desde 1978 y 1993, con alguna incursión en Primera B. Y luego su carrera como entrenador lució sobre todo en Torrelavega, donde subió con el Cantabria Lobos de EBA a la actual Liga Endesa. Con Ciriaco Díaz, su controvertido presidente, afirma que siempre tuvo buena relación. Al contrario de lo que parecía, “no se metía en lo deportivo”, aunque, matiza, “fue un error llevarse el equipo a Santander”.

“Era un baloncesto diferente. Ahora veo poco, porque me aburre, es un coñazo. Todo es un ‘pick and roll’ constante. Y hay unos despistes impresionantes a nivel defensivo”, afirma. Vive en su Vigo natal, donde entrena ocasionalmente a jóvenes. Su profesión le impide la compatibilidad con cualquier banquillo profesional, algo que no puede evitar echar de menos. “Estoy en una etapa feliz, de todos modos. En los últimos años dirigí a un grupo de chicos en Marín en EBA y jugamos por el ascenso tres años. Saqué muchos jugadores, pero luego no tienen dónde jugar. Cuando acaban en juniors ya no hay equipos”, se queja.

Salvo habla sin la habitual ‘corrección política’ del mundillo. Sabe que ya no tiene que pedirle favores a nadie. “Está muy bien vender la selección y el Mundial, pero hay que estudiar los problemas desde abajo, ver lo que está pasando realmente. El 80% de los jugadores se pierde. Ahora están totalmente encorsetados y se ha perdido el encanto. Luego vas y lees entrevistas con entrenadores y el ‘peloteo’ con la Federación Española es alucinante. Que si somos un modelo de no sé qué…”, apunta.

También tiene para la ACB: “Viene mucho extranjero mediocre. En mi época había dos americanos que absorbían mucho juego, pero que eran de calidad. Y había pocos cambios de jugadores. Ahora es un jaleo constante”. Incluso prohibiría que hubiese micrófonos en los tiempos muertos: “Es que te quedas impresionado. Hace mucha gracia ver a un entrenador al que le han metido un 12-0 y decirles a los jugadores que vamos a hacer la jugada tal o la jugada cual. O soltarles lo mismo cuando van perdiendo de 30”.

De los técnicos de ahora, le seduce sobre todo el trabajo que está realizando Moncho Fernández en el Rio Natura. Y se sale de la corriente de elogios que recibe Pablo Laso con un argumento muy especial: “Me gusta el juego del Real Madrid, pero no depende del entrenador, sino de los jugadores. Si no tuviese a Sergio, Rudy, Llull… No podría hacerlo. Me he llevado bien con Pablo, es un poco de mi época, pero me gustaría ver a Joan Plaza con esa plantilla. Probablemente lo mismo”.

Según cuenta, dentro del Salvo jugador siempre hubo un Salvo entrenador: “Cuando era infantil ya dirigía minibasket. Era un poco más mayor que mis jugadores. Luego, cuando dejé de jugar, pasé inmediatamente a entrenar profesionales. Estuve bien en todos los sitios, menos en uno que no diré”. ¿Dónde? Huelva, León, Menorca, Los Barrios, Palencia… Alguno debe ser.

Ha hecho muchas cosas en la vida aparte del baloncesto: estudió Magisterio, fue gerente de dos restaurantes y un hotel en Suances (Cantabria)… Ahora nos tiene que dejar. Está cansado porque ha estado “controlando una cosa”, dice, hasta las 7 de la mañana. Ya se sabe: “seguridad privada”.

Aquel físico de italiano

Seguramente Quino Salvo fue un adelantado a su tiempo: en una época de físicos enclenques en el juego exterior, él exhibía un corpachón duro y, sorprendentemente, rápido. Parecía que estaba gordo, pero era pura roca. Hay quien le ha comparado con aleros italianos de su tiempo (Romeo Sacchetti, Roberto Premier, Enrico Gilardi) caracterizados por su dureza. “No me importaba chocar”, resume.

Se trata de uno de esos jugadores a los que las estadísticas oficiales, solo disponibles desde 1983, no le hacen justicia. En la etapa ACB contabiliza 239 partidos (9,8 puntos), pero, destaca, “antes estuve entre los mejores en varias facetas”. Ese “antes” es Zaragoza (1978-83), pero se le recuerda más por su paso por Valladolid (1984-89) y Sevilla (1990-92).

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