El 5 de junio de 2000 se medían frente a frente los dos equipos principales de la ACB, el Barcelona y el Real Madrid, en un partido a cara de perro. Era el quinto y definitivo de la final de esa temporada, 1999/00, en el Palau Blaugrana, sede en la que se jugó ese día, iban a saltar chispas. Fue la Liga del Madrid, pero también la de Sasha Djordjevic.
El equipo blanco se llevó la victoria y el título en la casa de su eterno rival, pero eso no iba a tener tanta relevancia como suele tenerla. 73-82 se lo llevaron los blancos. Venían picados hasta los entrenadores, Aíto García Reneses por un lado y Sergio Scariolo por otro, pero tampoco ésa sería la historia. Algo desapercibido pasó que Alberto Angulo cerrara una gran serie final con 19 puntos o que Brent Scott acabara ese día con 27 de valoración. El protagonista fue el Sasha Djordjevic… El base serbio se tomó la revancha y de qué manera. El Barça no le quiso renovar en su día y terminó en la otra orilla, en la del Madrid, siendo clave en ese triunfo. Tenía tanta rabia acumulada que se puso a celebrar como loco en el centro de la pista catalana en una imagen totalmente icónica que es la que ha sobrevivido al paso del tiempo y que Nacho Rodríguez, que más tarde se convertiría en representante del club culé en los despachos se lo recriminó de malos modos y le echó de allí. Una instantánea de regocijo merengue y pesadillas azulgranas.
