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Gigantes del Basket
Víctor Arteaga y el premio de hallar la confianza, por José Manuel Puertas

Víctor Arteaga y el premio de hallar la confianza, por José Manuel Puertas

Es una realidad que nunca han sobrado los pívots en España. No deberíamos dejarnos engañar por el efecto de los hermanos Gasol. Ni siquiera por los Romay, Fran Vázquez o Willy Hernangómez, por citar algunos, pues si bien la realidad es que nuestro país han existido notables jugadores en la pintura que han alcanzado los siete pies de talla, lo cierto es que, si se hiciera un estudio de la densidad de los mismos por habitante, seguramente no saldríamos del todo bien parados. Por eso siempre llamó tanto la atención que, no hace tanto, existieran fundadas dudas sobre si los 212 centímetros de Víctor Arteaga (Cuenca, 7 de julio de 1992), daban realmente el nivel para jugar en la Liga Endesa.

El manchego forma parte de la rotación actual del MoraBanc Andorra después de haber llegado en primera instancia como temporero. Pero él mismo reconoce que los números que está firmando actualmente podrían resultar una quimera no demasiado tiempo atrás. “Aunque hace algunos años pudiera haber dudas creo que la confianza en mí mismo ha cambiado las cosas y que ahora puedo dar mi mejor versión” valora un Arteaga que, a los 29, cree estar en su mejor momento como jugador. “He madurado físicamente y mentalmente y eso ha sido un punto clave, unido a la confianza que me han dado los entrenadores para crecer en mí mismo y evolucionar”. Bien sabe él que no hace tanto la autoestima con la que juega actualmente era impensable.

Arteaga llegó al UCAM Murcia ya entrada la temporada 2013-14 tras rendir a buen nivel en LEB Oro en Lleida para aportar unos promedios más que dignos de siete puntos y tres rebotes por partido y ayudar a la salvación del equipo dirigido entonces por Marcelo Nicola. El argentino, pese a los 21 años del pívot, apostó sin demasiados ambages por él dándole 18 minutos por juego. Sin embargo, a partir de ahí la experiencia en la huerta de Arteaga fue claramente a menos. El curso siguiente, con Diego Ocampo como entrenador, apenas fue capaz de aportar dos puntos y un rebote de media en poco más de seis minutos en la cancha. Y la cosa no mejoró con Fotis Katsikaris (solo jugó nueve partidos con dos minutos de media en todo el curso) ni con Óscar Quintana, que regresaba a la disciplina pimentonera en 2016 para seguir manteniendo la desconfianza en Arteaga, ya con 24 años, de sus dos predecesores. Y ahí hasta el conquense empezó a dudar de sí mismo. Se convirtió básicamente en un ‘cupo’ para cubrir el mínimo de jugadores nacionales.

Te replanteas un poco todo. Si tienes que volver a la LEB o realmente puedes estar en ACB”, admite. De hecho, su momento personal llegó a ser muy bajo, sintiéndose virtualmente fuera del UCAM. Y lo inevitable no tardó en pasar. “Yo me dedicaba a jugar y no a pensar en cómo me veían, pero la situación en la que estaba no me parecía la correcta y decidí salir”. Efectivamente, con la llegada del mes de octubre y en los albores del curso 2016/17, Vïctor Arteaga se marcha al Estudiantes. Quizá su último tren en la Liga Endesa. “Quise seguir intentándolo en ACB y no dudé en aceptar la propuesta del ‘Estu’ y desde luego ha sido un buen cambio para mí y mi estilo de juego”.

Madurez física y emocional y confianza desde fuera como claves de un proceso lógico, en el que el portentoso físico de Arteaga tenga como poco un sitio en ACB. Un recorrido en el que incluso le ha llegado la selección española, siendo parte de aquellas ventanas FIBA que acabaron con el título mundial en China. Algo, desde luego, difícil de asumir en sus horas más bajas en Murcia. “La primera vez no esperaba la llamada pero luego a la hora de la verdad estuve en cinco de las seis ventanas del mundial”, presume, con la ilusión de volver a la próxima cita, justo tras la Copa del Rey: “estaría encantado”, afirma sintiéndose en parte campeón del mundo. “Los de las ventanas aportamos nuestro granito de arena y estoy muy orgulloso de que la selección acabara ganando el oro”, dice.

Atrás parece haber quedado lo más difícil. Momentos donde hasta él dudó de su potencial. Obviamente, sigue habiendo puntos de evolución en los que se enfoca. “Siempre quiero mejorar y creo que cada año iré dando pasos”, estima. Y entiende como clave en su recorrido “la defensa, pues en ataque al final te llegan balones pero atrás es básico ser capaz de evitar que te anoten”. También parece comprometido a dar otro paso en lo “´físico”, aspecto imprescindible en su posición, e incluso en el tiro, en estos tiempos en los que parece que cualquier ‘5’ debe animarse a lucir muñeca. “Llevó pensándolo varios años y creo que tengo un buen lanzamiento a 5 metros, donde se me da bien. De momento no me centro mucho en los triples aunque no lo descarto”, concluye, consciente de la tendencia actual del juego.

Dicen no pocos estudios que a los 29 años los deportistas están mayoritariamente alcanzando su punto de madurez absoluta. En el caso de Víctor Arteaga no hay muchas dudas al respecto y, pese a que todavía pueda aumentar sus prestaciones, consuela saber que semejante físico, al menos, no se nos quedó en el camino. Porque no, en España no nos sobran tipos así. Y por suerte para él y el baloncesto nacional, una decisión en el momento oportuno cambió para bien su carrera.

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