Desde muy joven, Mariángeles García unió su destino al de una pelota de baloncesto, aunque quizá no sabía que el del silbato sería el camino que le llevaría más lejos. Dejó atrás su buen hacer como ala-pívot en su Linares natal y ahora cumple ya su tercera campaña en el grupo 1 de árbitros de la FEB, siendo una habitual en las canchas de LEB Oro y Liga Femenina Endesa.
¿Cómo empezó todo?
Siempre he estado ligada al mundo del baloncesto, porque desde pequeña jugué. Siendo muy joven hice un curso en Jaén de auxiliar de mesa, buscando sacar un dinero extra. Luego, a los 16 seguía jugando, y realmente me llamaba más la atención estar en la cancha que en la mesa, así que pregunté en el comité cómo podía hacerme árbitra de pista. El caso es que, como me conocían ya, sin mediar ningún curso ni nada por el estilo, a la semana ya me asignaron un partido. No tenía silbato, ni ropa ni zapatillas…
Espero que por lo menos el partido no fuera sénior.
¡No, minibasket! Si me hubieran un puesto un sénior creo que no vuelvo (risas).
¿Cómo se lo tomaron tus padres?
La verdad es que con naturalidad. Mi familia siempre ha estado ligada al deporte, así que no les extrañó. Y en Jaén para mí era muy normal ver a mujeres pitar, osea que fue un proceso casi natural, no fue una locura dar el paso, pues no era la primera. Ahora ellos son mis mejores fans y siempre que pueden vienen a ver mis partidos en directo. Aunque al principio ninguno sabíamos hasta dónde podría llegar esto.
¿Ayuda haber sido jugadora?
Creo que sí, porque te hace entender mejor situaciones de juego, así como empatizar con los jugadores. Cuando has estado ahí, sabes que hay situaciones en las que puedes reaccionar de una forma más caliente, o cabrearte. También cuando evalúas una acción ténica, si antes la has trabajado y puesto en práctica, el ojo está más acostumbrado cuando tiene que verla.
Pero el jugador no empatiza tanto…
Es más difícil, porque no han estado en nuestro lugar. Al final tienes que estar durante hora y media valorando situaciones constantemente. Y sabes que si te equivocas, que algunas veces lo vas a hacer, habrá gente que te lo recrimirará. Es complicado de entender, pero parece que poco a poco se va mejorando. Cuando hablas con jugadores o entrenadores de cerca, entienden los errores puntuales. Lo que no van a entender es si te equivocas sin parar, claro. Aunque eso no suele pasar.
¿Realizas alguna actividad que te ayude a preparar ese estrés mental?
No especialmente, pero no vendría mal. Lo cierto es que al final te acostumbras a esa situación de tensión permanente que exige tanta concentración. De inicio cuesta, pero según vas pasando por ahí, por partidos con más público y relevancia competitiva, la mente y el cuerpo se habitúan.
¿Se puede comparar meter una canasta en el último segundo con pitar en ese momento una falta al equipo que pierde por uno?
Creo que no, porque quien que mete ese tiro sobre la bocina queda como un héroe, mientras que si pitas una falta en ese momento, aunque lleves razón, no le va a gustar a mucha gente. Probablemente en un 95% de casos aciertes, porque hay que estar muy segura para pitarlo, pero siempre habrá gente que no esté de acuerdo. El punto de valentía arbitral también es importante en esos momentos.
¿Sueñas con pitar en ACB?
Ahora mismo no lo pienso. Ni como persona ni como árbitra me pongo objetivos de ese tipo. Cuando estaba en Provincial no pensaba en pitar en EBA, ni luego en llegar a LEB. Me centro en mejorar cada día, escuchar lo que me dicen los técnicos. Centrándome en eso me ha ido bien y estoy muy contenta, aunque me quedan mil cosas por mejorar. Si algún día llega, perfecto, y si no, seré lo mejor posible en LEB.
Recientemente Luis Medina Cantalejo, responsable del comité de árbitros de fútbol, dijo que árbitro y jugador no puede ser amigos. ¿Qué opinas?
Puede ser una relación complicada. Pero al final, el mundo del baloncesto es pequeño. Yo por ejemplo he sido compañera muchos años de Sara Sánchez, jugadora del Leganés de la LF Endesa. Jugamos juntas desde minibasket a júnior de segundo año y ahora podría pitarle, aunque aún no se ha dado el caso. Hay que separar lo deportivo de lo personal. Si haces eso, no hay problema. El tema es que a veces es complicado.
¿Hemos logrado normalizar ver a mujeres pitar deporte masculino?
Creo que hemos llegado a un punto en que sí está muy normalizado. Como digo, a mí no me costó porque es algo que siempre vi. Sí es cierto que cuando fui avanzando de categoría, hubo puertas que abrir. Ya no éramos tantas. Pero antes que yo ha habido muchas que han estado más expuestas, y gracias a su trabajo lo tenemos más fácil hoy. Ya a nadie le sorprende ver a una mujer pitar en LEB Oro.
¿Pero quedan conductas machistas?
Sinceramente, escucho comentarios similares a los que oyen mis compañeros. Los que le hacen a cualquier hombre, pero nada de eso de ‘vete a fregar’ ni cosas así. Y la relación con jugadores y entrenadores, por lo que a mí respecta y mis compañeras me cuentan, es tambíen muy respetuosa y nada machista.
¿Te fijas especialmente en cómo pitan Esperanza Mendoza, Yasmina Alcaraz o Anne Panther, por ejemplo?
Son referentes. Esperanza y Yasmina están en la elite del arbitraje español y a nivel FIBA, y siguen dando pasos enormes y demostrando que se puede llegar. Es cierto que quizá me fije un poco más en ellas, creo que es normal.
Disponible en preventa nuestro número de febrero:
