El coronavirus en Polonia ha tocado de manera diferente a como lo ha hecho en otros países del continente como España o Italia. Pese a que la competición principal tuvo que cancelarse y la temporada 2019/20 terminó abruptamente con el Zielona Gora como campeón en los despachos, la evolución sostenida de los casos de COVID-19 ha hecho que los espectáculos deportivos como el baloncesto puedan regresar tras el periodo vacacional de verano con algo de esperanza.
Los equipos elaboraron unos protocolos contra el coronavirus hasta que las autoridades sanitarias de Polonia les hicieron llegar la regulación. Medidas parecidas a las de la burbuja de la Liga Endesa (balones desinfectados continuamente, recogepelotas sin contacto directo con los árbitros y jugadores, periodistas sin poder acercarse a los protagonistas, etc), pero con una diferencia: los aficionados sí pueden acceder al recinto. Ahí está la novedad, puesta ya en marcha durante la Kasztelan Basketball Cup y preparada para la disputa de la Energa Basket League 2020/21. Los pabellones se deben dividir en zonas y los espectadores no pueden coincidir unos con otros. Se permite, por ello, que no lleven mascarilla mientras están sentados, pero deben portarla si se levantan del asiento para circular por el pabellón. Se debe llegar hasta, como máximo, el 50% de la capacidad, dejando un asiento bloqueado.
Esta legislación es válida para las llamadas zonas verdes del país, las menos afectadas por el virus. Se ha producido un repunte en las últimas semanas y el gobierno polaco valorará ahora si estas disposiciones deben ser más estrictas o no.
Uno de los favoritos al título liguero, el Anwil Wloclawek, ha metido en su instalación principal, el Hala Mistrzow, a 1.200 espectadores para medirse este lunes en un enfrentamiento oficial a Arged BMSlam Stal Ostrow Wielkopolski.
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Foto: Silesia Breslavia
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