Suena Despacito. El Iberostar Tenerife celebra en el Santiago Martín, al arropo de su afición la consecución de la FIBA Basketball Champions League. La canción de Luis Fonsi ha sido el leitmotiv del Canarias para tocar la gloria.
Uno, que ya tiene unos años, 31 no se vayan a creer que más, echaba atrás la mirada con la celebración de esta Final Four y el temporadón del equipo canarista no sólo en Europa si no en la Liga Endesa.
Recuerdo a aquel equipo en la LEB-2 allá por la temporada 2004-05 con clásicos tinerfeños como Sebas Arrocha o Juan José Fariña y sobre todo a un equipo que nunca ha dado un paso en falso. Ni cuando en la 2005-06 tuvo que disputar un play-out de descenso a la Liga EBA, que salvó, contra el Castellón.
La confianza plena en el proyecto no ha parado de dar réditos y hacer crecer a un equipo apoyado por una afición de una isla que ama el baloncesto. Así llegaría el salto a la LEB Oro, el pasó del Ríos Tejera al Santiago Martín y la vuelta del equipo a la ACB. Todo ello con un sello de identidad: los triples y el juego alegre.
Pero hablemos de la confianza. Porque ella ha sido otra de las claves de la imparable ascensión del club y el equipo. ¿Cuántos clubes confían 12 temporadas en un mismo entrenador como hicieron los canaristas con Alejandro Martínez? ¿Cuántos clubes confían en una pareja de americanos como Levi Rost-Jakim Donaldson que jugó en las tres categorías con los aurinegros? Este ha sido el germen de los éxitos conseguidos: la fidelidad a una filosofía. Esa filosofía hace que jugadores como Richotti ya lleve cinco temporadas en el equipo o Rodrigo San Miguel tres.
La salida de Alejandro Martínez llevó a Txus Vidorreta a la isla que ha culminado, no sin trabajo, el esfuerzo de años del club aurinegro, reencontrándose con Aniano Cabrera, gerente y director deportivo con el que ya coincidió en el UB La Palma. Y tras solventar un arranque de curso difícil en la 2015-16 el premio al trabajo bien hecho ha llegado en esta.
Todos los jugadores han tenido su momento de gloria en un curso que no ha sido fácil por las lesiones de pilares como Richotti o Beirán. Pero el trabajo en los despachos con llegadas importantes como Fran Vázquez o Bogris, o apostando por jugadores que conocían nuestro país y competiciones, como Grigonis, o desconocidos como Doonerkamp han dado sus frutos. Y el mantenimiento de jugadores que conocen la casa como Abromaitis, que ha mejorado sus prestaciones, o de un clutch Davin White. Hasta los jóvenes Bassas y Niang han dado un paso adelante.
Al gran caudal ofensivo y a los triples se ha sumado un excepcional trabajo defensivo, disciplinas, que hace que el equipo se agarra a la pista como pocos. Y ojo que todavía queda el final de Liga.
Un servidor, como el Canarias, es de carreras de fondo y de disfrutar el viaje. La velocidad es efímera. Enhorabuena Iberostar Tenerife.
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