UCF (#9) 76 – Duke (#1) 77
74-70 en el marcador. 2 minutos para el final del partido. Posesión para UCF. Y una pérdida en un intento de alley-oop imposible que quedará en la memoria e historia del March Madness. ¿Qué hubiera pasado si los Knights hubieran gastado esa posesión en busca de una mejor opción? Nunca lo sabremos. Ni tampoco seremos capaces de predecir la magia de un deporte que escupió hasta dos veces el tiro que lo habría cambiado todo. Y es que UCF tuvo hasta dos oportunidades en el último ataque para convertirse en un equipo legendario, pero ni el tiro de BJ Taylor ni, especialmente, el palmeo de Aubrey Dawkins (que se paseó por el aro) acabaron dentro de la canasta.
«We were lucky». Palabra de Mike Krzyzewski. Y no le faltaba razón. Con un magistral Aubrey Dawkins (32 puntos), UCF llevó al límite a una Duke desesperada desde la larga distancia ante la más que descarada defensa zonal de los Knights. ¿El objetivo? Tapar como fuera posible la capacidad de penetración de RJ Barrett y, en especial, de la gran bestia Zion Williamson, obligando a los Blue Devils a competir desde una distancia en la que no se han sentido cómodos en ningún momento de la temporada (el peor porcentaje en triples de los 68 equipos que disputan este torneo).
Y para llegar a ser leyenda, debes jugar sin miedo. Y esta UCF salió comprometida a perderle el respeto a Duke desde el primer segundo. Sin pensar que delante estaría gran parte del futuro de la NBA y con las ideas muy claras, especialmente en defensa y rebote: enfrentar a Zion Williamson con la torre de la competición, Tacko Fall (2’30 metros). Un muro impenetrable contra el que Zion chocó en más de una ocasión, pero que, a base de desgaste e insistencia, acabó cayendo. Tras la fatídica pérdida que devolvió la vida a Duke, Cam Reddish (¡vital triple!) y un imponente 2+1 de Zion Williamson (32 puntos y 11 rebotes sumó el angelito) que acabó en jugada de 4 puntos con un palmeo de RJ Barrett cambiaron radicalmente el signo del marcador a 8 segundos del final. El resto queda para la historia. La que los dioses del baloncesto quisieron que fuera. Quizás, la llamada suerte del campeón.
Iowa (#10) 77 – Tennessee (#2) 83
28-49 al descanso. 21 puntos de ventaja y la sensación de que la tarde iba a ser plácida para Tennessee, que había vuelto a deslumbrar con un juego brillante, solidario y muy eficiente. Sin embargo, si te tomas un momento de respiro en este March Madness, los rivales te lo hacen pagar muy caro. Iowa salió con una marcha más tras el descanso, anotando con fluidez en transición y castigando sin piedad ambas pinturas. Una reacción brillante de los de Fran McCaffery, que consiguieron incluso llegar a los últimos 7 minutos a tan sólo tres puntos, aprovechando los problemas de faltas de Grant Williams y Admiral Schofield (19 puntos cada uno). Y que acabó consolidándose a 20 segundos del final, cuando Joe Wieskamp forzó la prórroga en el tiro libre, antes de que Jordan Bowden fallara el heroico triple ganador.
Pero cuando más tocada moralmente parecía Tennessee tras unos minutos de muchas dudas, sacó su mayor orgullo y carácter para barrer en los cinco minutos extra a su rival. Un huracán tremendo a ambos lados de la pista para salvar el honor y sellar el billete al Sweet Sixteen.
Washington (#9) 59 – North Carolina (#1) 81
Ante una posible amenaza de derrota, uno de los partidos más completos de la temporada. North Carolina reafirmó su candidatura al título con una brillante victoria ante Washington, que apenas fue rival para los Tar Heels. Los de Roy Williams atacaron con gran inteligencia la defensa zonal de los Huskies, que no pudieron impedir otra gran actuación del perímetro de North Carolina, con Luke Maye (20 puntos), Coby White (17 puntos y 4 triples) y un explosivo Nassir Little (20 puntos) como referencias. Los Tar Heels despejaron con rotundidad las posibles dudas de la primera ronda y se presentan en el Sweet 16 como el gran rival a batir.
UC Irvine (#13) 54 – Oregon (#12) 73
El duelo entre dos invitados inesperados en segunda ronda se saldó con un triunfo claro de Oregon. Los Ducks dominaron durante toda la primera mitad, pero salieron muy erráticos tras el descanso y dieron vida a una UC Irvine que se metió de nuevo en la pelea con un tremendo parcial de 16-0 en 8 minutos. A partir de ahí, los de Altman empezaron a funcionar bajo la dirección de un excelso Payton Pritchard (18 puntos y 7 asistencias) y, especialmente, con el dominio en la pintura de un espectacular Kenny Wooten, capaz de alcanzar los 11 puntos, 9 rebotes… ¡y 7 tapones! 38-17 de parcial y a Sweet 16 por la puerta grande.
Kenny Wooten was EVERYWHERE tonight for @OregonMBB!#MarchMadness pic.twitter.com/OCz1ZOHaBp
— NCAA March Madness (@marchmadness) 25 de marzo de 2019
Oklahoma (#9) 51 – Virginia (#1) 63
Quitarse la losa histórica de UMBC ha recuperado a la Virginia más eficiente. Un sólido bloque que ha sido una de las mejores defensas del país (un año más) y también uno de los ataques más efectivos. Y esa imparable versión es la que hemos vuelto a ver en una segunda ronda en la que Oklahoma siempre ha sido un juguete. Los Cavaliers dominaron el choque desde el primer segundo y aguantaron todos los arreones de unos Sooners desesperados ante la consistencia de los hombres de Tony Bennett. Virginia leyó a la perfección el encuentro y castigó con un gran Mamadi Diakite (14 puntos y 9 rebotes) la falta de contundencia interior de su rival.
Buffalo (#6) 58 – Texas Tech (#3) 78
Texas Tech decidió acabar con la emoción e interés de uno de los duelos sobre los que había más expectación en esta segunda ronda. Había ganas de ver la realidad de una de las grandes sensaciones de la temporada, una Buffalo que se empequeñeció ante un reto de la entidad de los Red Raiders, que dejaron a uno de los mejores ataques de la liga en una pírrica anotación. Los Bulls apenas pudieron aguantar 20 minutos a su rival, que rompió el choque con un tremendo parcial de 3-20 tras el descanso, apoyándose en el poder interior de Norense Odiase (14 puntos y 15 rebotes) y la calidad de Jarrett Culver, que volvió a ser el mejor de su equipo con 16 puntos y 10 rebotes.
Liberty (#12) 58 – Virginia Tech (#4) 67
No fue el mejor partido de los Hokies, pero sí el más importante. La historia ya pesaba mucho y, desde la llegada de Buzz Williams, esta Virginia Tech lo había merecido. Desde el ya muy lejano 1967, los Hokies no conseguían entrar en el Sweet Sixteen. Y aunque sufrieron más de lo esperado contra una combativa Liberty, consiguieron romper esta mala racha. Y eso que los sorprendentes Flames cerraron la primera mitad con ventaja (32-29), pero acabaron acusando el mal día en el tiro (38% de acierto) ante un sólido equipo que no perdonó su oportunidad. No brilló Nickeil Alexander-Walker (6 puntos, 6 rebotes, 6 asistencias y 2/8 en tiros), pero sí lo hizo un inspirado Kerry Blackshear (19 puntos). Mejorar sensaciones lo antes posible, la gran obligación de Virginia Tech. Y es que el siguiente rival es temido: Duke.
Ohio State (#11) 59 – Houston (#3) 74
Un lobo con piel de cordero. Así se presentará Houston en el Sweet Sixteen, sin ser una de las grandes universidades de la NCAA (aunque sí a nivel histórico, con el legendario Phi-Slamma-Jama de Hakeem y Drexler), y con la etiqueta de equipo revelación de una temporada que quieren que acabe en Minneapolis. Los Cougars afrontaron con gran seriedad un auténtico ‘partido-trampa’ ante una de las grandes sorpresas de la primera ronda, Ohio State. Los Buckeyes, que echaron a Iowa State, campeón de la Big12, fueron un hueso muy duro para los de Kelvin Sampson, que apenas pudieron respirar en los últimos minutos gracias al desacierto de su rival desde la larga distancia. Una gran demostración de resiliencia y solidez de Houston (con Corey Davis como referencia, 20 puntos) antes de jugarse el volver a la élite histórica de la NCAA ante Kentucky en Sweet Sixteen.
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