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American Legenda. Los altos no venden zapatillas

American Legenda. Los altos no venden zapatillas

José Ajero te acerca la leyenda de que los pívots no son un buen negocio para las marcas de calzado, y pone a Shaquille O'Neal como ejemplo.

No se me ocurre medida mejor que acompañar con Pizza todo lo que hago en la vida. Se puede comer y pecar en cualquier momento del día. Fría, caliente… Todo menos la hawaiana. La piña es una de esas leyendas urbanas que dicen que a alguien le gustó una vez. O que tienes un amigo que le mola y eso… Bueno, en fin, gracias a Domino’s me gustaría poder descubrir auténticas leyendas urbanas que influyen en nuestra memoria colectiva sobre la cultura del basket. No voy a descubrir el mundo, ya os lo digo, pero algo encontraremos que contar y comentar.

A ver, por ejemplo ayer seis de marzo, Shaquille O’Neal cumplió años, y muchos, 47. Parece que se retiró ayer y que el partido de los 63 puntos a los Sacramento Kings fue la pasada campaña. Qué va. Resulta que se retiró hace mucho y suya ha sido uno de las excepciones con las que se confirma la regla.

A lo que vamos, este verano, mientras se apuraban las opciones de Joel Embiid en el mercado de agentes libres de zapatillas, le veíamos con Under Armour de arriba para abajo. Al final, acabó firmando con la marca de Maryland, para que todos repitiéramos eso de ‘los grandes no vendan zapas’.

Los pívots son menos humanos que tú

OK, mil ejemplos en la NBA nos dicen que por mucho que sacudan el mercado o tengan su aquel en la cancha, no venden una escoba. A ver no vamos a enredarnos más. Tim Duncan, gran contrato con Adidas, modelos propios y menos zapas vendidas que en la peregrinación a la Meca.

Pero hay un ejemplo en la historia que nos pone en perspectiva de que no siempre fue así. En un mercado dominado por Jordan o Hardaways, Shaquille O’Neal llegó a poner a Reebok en el mapa. Fue con las Shaq Attack, unos modelazos en tres colores -negro, azul y blanco- que hicieron de la marca inglesa uno más de la partida con los grandes.

Shaq llegaba a la Liga en el año 1992, y ahí, recibía su primer contrato y una zapatilla con su nombre. Era el número 1 de Draft, pero su afán de llamar la atención y la pasión recíproca con las cámaras aventuró a los de Reebok a darle la pasta.

Apenas estuvo seis años, y en esos seis años lució cuatro modelos de zapatillas diferentes a todo lo que había. Reebok apostaba por la locura, por la diferencia y por marcar estilo. En todo ese catálogo de intenciones, Shaq llevó unas zapas delo más modernas y técnicamente perfectas.

El mítico Pump volvió a la vida

Os acordáis del baloncito, ¿no? El famoso Pump pues los últimos modelos lo incorporaban al margen de una tecnología basada en celdas de colmena de abeja, llamada Hexalite. La versión más top de las Shaq Attack fueron las IV. El modelo con el que llegó en 1995 a las Finales de la NBA, donde los Rockets le devolvieron a la tierra.

La Shaq Attack IV se ha podido comprar hasta hace poco y seguro que rascando, aún hay algo por ahí. Ha sido de la mano de Adidas, que ha principio del siglo XXI se hizo con el poder de Reebok.

Shaq vendió zapas, puso a la maca en el mercado y luego, siguió su propio camino, con su propia marca. Por cierto… aún le recuerdo en el malogrado pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid de la Castellana, sacándome a hacer no sé qué juego a la cancha…

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