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Análisis: Los nuevos Celtics de Brad Stevens, año II

Análisis: Los nuevos Celtics de Brad Stevens, año II

Un día después de caer eliminados ante los Brooklyn Nets de Kevin Durant, Kyrie Irving y James Harden, el 2 de junio de 2021, Danny Ainge dejaba su cargo como presidente de operaciones de los Boston Celtics tras casi dos décadas al mando. El relevo lo cogería un Brad Stevens que hasta la fecha hacía funciones de entrenador en jefe, dejando al equipo con un novato en los despachos y huérfanos en el banquillo. Exactamente 365 días más tarde, los Celtics volvían a jugar un partido de las finales de la NBA por primera vez desde 2010. Un proyecto renovado, un equipo nuevo y una transición tan breve como intensa.

Brad Stevens decidió apostar por el núcleo del vestuario: sin Kemba Walker, se le dieron las llaves de la franquicia a Tatum, se promovió su pareja con Jaylen Brown y por fin se decidió que Marcus Smart iba a ser el base titular. Junto a ellos, Robert Williams cerraba en la pintura la médula espinal de estos nuevos Celtics. Esa fue la apuesta de Brad Stevens. Ellos cuatro y, sobre todo, la figura de Ime Udoka como entrenador en jefe. Otro novato, como el propio Brad, estaría al mando en el vestuario. Era, cuanto menos, arriesgado.

El tiempo le dio la razón, claro. A Brad Stevens y a cada uno de los que creyeron en el proyecto de estos Celtics que se quedaron a dos victorias de saborear un anillo por el que meses atrás nadie daba un céntimo. A mitad de temporada el récord era negativo, 20-21, y solo un final de campaña siendo el mejor equipo de la conferencia y la mejor defensa de la liga empezó a abrir los ojos de incrédulos y escépticos. Por el camino barrieron a los Nets, vengando la serie de 2021, y eliminaron en siete a Milwaukee Bucks y Miami Heat, los dos últimos equipos en llegar a las finales desde el Este. Pero se quedaron a dos victorias ante los Warriors.

Y la post temporada era el momento de apuntillar un proyecto hecho para competir por el título.

SUMAR SIN QUITAR

En su primer verano al mando, Stevens ya hizo magia al conseguir a piezas como Al Horford, a la postre clave en los playoffs. Ahora, con el equipo ya asentado entre los máximos candidatos para levantar el anillo y el beneplácito de los propietarios para gastar todo el dinero posible, Brad ha vuelto a mejorar el equipo. “El objetivo es sumar sin quitar nada” decía durante la pasada Summer League. Incluso apuntó a las necesidades de la plantilla tras la dura derrota ante Golden State: puntos desde el banquillo y generación de juego. A las pocas semanas ya había solucionado ambas con creces.

Malcolm Brogdon y Danilo Gallinari se han convertido en nuevos jugadores de la franquicia del trébol y a cambio, Boston no ha perdido a ninguno de los ocho jugadores de rotación de la plantilla en los pasados playoffs. La mala noticia, que el italiano se perderá toda la campaña por lesión. La buena, que ambos llegan a Massachussets con la mentalidad correcta. Brogdon ya ha dicho públicamente que Marcus Smart es el base titular del equipo y que su rol será el de sexto hombre, y en el caso del italiano, ya se ha filtrado que aceptó menos dinero con el objetivo de llegar a Boston, la franquicia de la que su padre fue fan desde la época de Larry Bird. A ellos se suma un Blake Griffin que aportará experiencia y veteranía en el vestuario. Ninguno de ellos, como el resto de la plantilla de los Celtics, sabe lo que es ganar un título NBA, pero el objetivo es hacerlo juntos.

La adaptación de Brogdon será más sencilla, pese a que tendrá un rol que no asumía desde su época en Milwaukee, aunque el mayor reto será su salud. El ex de los Pacers viene de dos temporadas con muchos problemas físicos, incluyendo una lesión en el Aquiles de su pierna derecha que le alejó de las pistas más de la mitad de la pasada temporada. A favor, su estilo de juego se adapta perfectamente al sistema ofensivo de Boston Celtics, un juego coral, abierto y donde el drive and kick y el pick and roll son dos baluartes de la ofensiva verde. Brogdon ya ha ejercido de generador, en su época en Indiana, como de ejecutor en los Bucks junto a Giannis Antetokounmpo.

Sin Gallinari, oficialmente fuera toda la temporada, a Boston Celtics le siguen faltando puntos desde el banquillo, aunque el equipo ha puesto toda la confianza en Sam Hauser y su desarrollo. El año pasado estuvo casi toda la campaña a caballo entre el equipo G-League con un contrato dual y el primer equipo a final de curso. Tras una muy buena Summer League, Brad Stevens ha decidido que Hauser sea el único alero suplente por detrás de los dos Jays y de sus triples dependerá el banquillo.

El problema surge en la pintura. Con la salida de Theis y la ahora baja de Gallinari, el peso de la zona recae únicamente sobre Al Horford, Grant y Rob Williams, aunque el último estará al menos dos meses de baja tras volver a pasar por el quirófano por una lesión en el menisco. Las alternativas, al menos hasta Navidad, serán Blake Griffin, Luke Kornet y quién consiga ganar un puesto en la rotación entre Noah Vonleh y Mfiondu Kabengele. Quién tenga mayor esfuerzo defensivo se llevara el premio. Al final, el discurso de sumar sin quitarle nada a este equipo también iba dirigido a la identidad de la franquicia.

EL ROL DE FAVORITOS

Boston es a día de hoy el máximo favorito para hacerse con el título NBA. En los últimos 30 años, solo en 2009 y tras salir campeón meses antes, los Celtics empezaban una temporada como principal candidato en las casas de apuestas (cayó en semifinales de conferencia ante Orlando). Hay suficientes motivos para creerlo, pero el valor recae en sumarlos todos: la llegada de piezas como Brogdon, Blake Griffin y Gallinari, lo mostrado en lo que va de 2022 y, sobre todo, mantener todo un bloque que se quedó a las puertas de un anillo NBA.

No solo han conseguido mantener a sus mejores hombres, es que salvo Al Horford y un Grant Williams a quien intentarán renovar antes de que empiece la temporada, los otros ocho jugadores tienen contrato vigente por al menos dos temporadas, incluyendo a Brogdon y Gallinari. El proyecto de Stevens en los despachos acaba de empezar, solo ha cumplido un año y ya sale primero en la parrilla de salida. Algo que, por supuesto, cuesta muchísimo dinero de mantener. Una plantilla con nueve hipotéticos titulares vale, a falta de llegar a los 15 contratos que la NBA permite, más de 170 millones de dólares. La más cara de la historia de los Celtics con muchísima diferencia.

El problema es que si se quiere competir con Golden State, Brooklyn, Los Angeles Clippers o Lakers, los dueños de la franquicia tienen que asumir su responsabilidad. Si quieres estar con los mejores, tienes que facturar como los mejores y pagar el impuesto de lujo como los más ricos. Este año se espera que al menos diez franquicias acaben pagando la tasa por superar el límite salarial, algo que Boston no suele hacer: solo una vez desde 2013 tuvo una plantilla más cara de lo permitido. Este año están más de 20 millones por encima de dicho límite con un castigo de casi 45 millones. Por fin los Celtics están gastando como un verdadero candidato.

El último problema que queda por solucionar es saber si Boston estará a la altura de la historia. Los últimos campeones, a excepción de los Pistons de 2004, siempre han tenido en su equipo a un jugador top-5 de la competición, incluyendo nombres como Steph Curry, Giannis Antetokounmpo, LeBron James, Kawhi Leonard o Kevin Durant en la última década. ¿Es Jayson Tatum un jugador top-5? O mejor aún, ¿puede llegar a serlo para final de temporada cuando los Celtics estén en posición de luchar por el anillo? Porque solo hay una alternativa si la respuesta es no.

Ser la excepción. Que el proyecto que ha un presidente de operaciones en sus dos primeros año sea el heredero de aquellos Pistons campeones. Conseguir que el bloque que tuvo la mejor defensa de la NBA el pasado curso sea mejor que cualquier individual, que opaque a los Curry, Kawhi o cualquier otro rival que pueda cruzarse en las finales. Porque los Celtics salen como favoritos, tienen plantilla para ser considerados los máximos candidatos al título, pero él mérito no recae en únicamente uno de sus jugadores. Este es el equipo de Tatum, de Jaylen, de Smart, Horford y Rob, de Grant, White y hasta de Malcolm Brogdon ahora.

Pero sobre todo, este es el equipo de Brad Stevens. Ese es el camino, la identidad y la cara de estos Boston Celtics, el colectivo. Y cómo se gestiona el proyecto de ahora en adelante será la respuesta a todas las dudas, problemas y preguntas. Sobre todo a la que todo el mundo se está haciendo antes de iniciar la nueva campaña: ¿pueden los Celtics ganar el anillo?

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