Los Angeles es, ahora mismo, una montaña rusa. En los vestuarios del Crypto.com Arena se encuentran las dos historias más polarizadas de toda la NBA. Mientras los Lakers sufren, con nueve derrotas en doce partidos tras el In-Season Tournament, y el futuro de Darvin Ham está en el aire, al otro lado del pabellón celebran. Porque Los Angeles Clippers son el equipo más en forma en la liga, con trece triunfos en los últimos quince partidos, el mejor récord de la liga en los últimos dos meses y son, por méritos propios, otra vez candidatos a ganar el anillo. Y sobre todo, son una historia de superación. O al menos a las críticas del primer tramo de competición.
Apenas van dos meses y medio de la temporada y los Clippers ya pueden contar con dos momentos claves que han podido marcar el futuro de la franquicia: la llegada de Harden primero, y el cambio de alineación unas semanas más tarde. El traspaso, que no por esperado dejó de ser un movimiento de alto riesgo, trastocó por completo la rotación de Ty Lue, al que todavía le faltaban jugadores por lesión. Su plan original fue juntar a todos sus All Stars, pero el quinteto con las cuatro estrellas más Ivica Zubac perdió los cinco partidos que jugó, Knicks, Nets, Mavericks, una durísima derrota ante los Grizzlies y por último ante el campeón, el 14 de noviembre. Desde el duelo en Denver, del que salieron con un récord de 3-7, hasta el siguiente partido, ante los Rockets, pasaron 72 horas.
Margen suficiente para que la franquicia tuviera tiempo de reflexionar y hacer cambios importantes. El mayor, mandar a Westbrook al banquillo y recuperar a Terance Man como titular. Ese jugador que frenó las negociaciones por Harden tanto tiempo porque los Clippers consideraban clave, y que había empezado la temporada en el banquillo. Y 45 días más tarde, la narrativa en Los Angeles ha cambiado por completo. Desde el 16 de noviembre, Los Angeles Clippers son el equipo con mejor récord (18-5), más victorias y menos derrotas. Tienen el séptimo mejor ataque y la undécima mejor defensa de la liga, solo Oklahoma y New Orleans Pelicans han tenido un mejor diferencial y sobre todo, han recuperado la etiqueta de candidatos al anillo, y con motivos.
El principal es Kawhi Leonard. Con el dos veces MVP de las finales sano suman 11 victorias seguidas, y por primera vez desde el año en Toronto, está camino a jugar más de 60 partidos.Tener a Kawhi Leonard, sano y disponible, es una ventaja que muy pocas franquicias se permiten. Por ahora se ha perdido solo cuatro, y promedia 24,6 puntos, con un 43.7% desde el triple y el mejor porcentaje de tiro efectivo de su carrera. El nivel que ha mostrado a sus 32 años le hace ser referente absoluto, liderando un equipo que está jugando su mejor baloncesto. El equipo con Leonard en pista es 17.2 puntos mejor que cuando se sienta por 100 posesiones, mejorando el ataque 7.1 puntos y la defensa 10.1. Referente en ambos lados.
Aunque el mérito también recae en cómo el resto de miembros han sabido entender su rol. Paul George hace tiempo que asumió ser una segunda espada. Lo hizo con Westbrook en Oklahoma, y ahora con la llegada de Harden, ha sabido dar otro paso al lado, al menos a la hora de manejar el balón. Su ratio de uso ha disminuido, pero sigue siendo el segundo máximo anotador de unos Clippers que por profundidad de plantilla le pueden pelear a cualquier candidato. Nombres como Mann, Norman Powell, cuarto máximo anotador del equipo, o la rotación de interiores cargada con talento europeo, con Zubac, Daniel Theis como suplente y la presencia de Mason Plumlee, recién salido de lesión y listo para volver a la rotación.
Aunque nada de ello sería posible sin James Harden. El base pidió salir de Philadelphia, pidió ir únicamente a los Clippers y por ahora, tras un breve periodo de aclimatación, ha demostrado ser un maravilloso acierto. Junto a jugadores capaces de anotar sin problema alguno, Harden ha recuperado la capacidad de generar para el resto manteniendo todavía las explosiones anotadoras que le hicieron liderar tres veces la liga en puntos por partido. Su nombre ya ha salido entre los candidatos al All Star, pese a estar marginado de la liga los primeros 10 días de competición. Y su historia, sus últimos dos meses, son un legado a su carrera. El jugador y la persona nunca han ido de la mano, pero siempre han sacado la mejor versión.
Desde aquella polémica frase del base en su presentación como jugador de Los Angeles Clippers, aquel “no soy un jugador de sistemas, soy el sistema” ha llovido mucho. De las críticas, las reacciones en caliente al proceso de construcción de un proyecto con tantísimo talento, de la nula paciencia, de todo aquello ha llovido mucho. Promedia menos tiempo de posesión, menos toques de balón y está finalizando tantas jugadas como en su año de novato en Oklahoma. Y todo mientras tira en un career-high de 43.3% desde el triple. Lo hace tras bote y algo que no veíamos desde 2017, en catch and shoot. Y todo sin desmembrar el ataque de los Clippers, que ha mejorado ostensiblemente en aclarados: 12,7 por partido (#1 de la NBA) con 1,10 puntos por posesión (#3 de la liga), con Harden y Kawhi destacados.
Como hizo en Brooklyn primero y en Philadelphia los últimos dos años, Harden ha llegado a Los Angeles con el objetivo de facilitar la recolección de puntos. Genera 20 por partido, la octava cifra más alta de la NBA, solo con sus asistencias, más los 17,7 que anota por noche. Ha sido ese base que sí necesitaban los Clippers para poder mostrar un nivel más en su juego. Uno al que ahora mismo muy pocas franquicias se acercan, porque nadie está ganando al ritmo de Los Angeles Clippers. Y el proyecto James Harden, liderado por Kawhi Leonard, es un éxito.