Era un poco el guión preestablecido. El base de Duke Kyrie Irving fue el número uno del draft de 2011 y Derrick Williams, el ala-pívot de Arizona, el número dos. Era lo que se esperaba y así sucedió. Cuando David Stern llamó a Irving al escenario, el nuevo jugador de los Cleveland Cavaliers se fundió en un abrazo con Derrick Williams camino de la escalerilla que le conduciría hasta el comisionado de la NBA. Los propios jugadores tenían claro cuál era el devenir de los acontecimientos y lo recibieron, como si ya lo hubieran hablado mil veces, de muy buen grado. A partir de ahí sólo quedaba ver quién sería el elegido por los Washington Wizards en el número tres, donde recayó finalmente el turco Enes Kanter, y esperar a que Cleveland anunciase su selección en cuarta posición para saber por dónde iban los tiros de la reconstrucción de los Cavs. El enérgico ala-pívot de Texas Tristan Thompson fue el elegido y la franquicia de Ohio acababa de dar forma a los cimientos de su nuevo proyecto baloncestístico. Tras la espantada de LeBron James el verano pasado y un larguísimo y duro año de transición, los Cavaliers volverán a estar en la pomada con un equipo nuevo y dos jugadores que llevarán la voz cantante. Guste más o guste menos, los nuevos Cavs tienen ya cara, nombre y apellido en dos puestos tan importantes para levantar un equipo ganador como un base y un jugador interior.
Kyrie Irving por encima de todos
«Cuando David Stern salió al escenario y dijo que los Cleveland Cavaliers tenían cinco minutos para hacer su elección fueron los cinco minutos más largos de mi vida…
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