El tiro de tres es uno de los aspectos que más marca el baloncesto en la actualidad. Mucho ha cambiado desde su irrupción (1979 en NBA y 1984 en FIBA), donde su uso era reducido y los especialistas en ese arte poco comunes. En la actualidad, de la mano del crecimiento de la analítica que trata de elevar la productividad del juego, el triple ha pasado a ser un elemento vertebral.
Y el motivo es simple: siendo una acción cada vez más accesible técnicamente para la mayoría de jugadores, su valor (un punto extra y, en la práctica, un 50% más de puntuación que una canasta de dos) le convierte en muy determinante. Si se busca ganar, el triple es un aspecto clave. Y de ahí nace en buena parte el notable crecimiento que experimenta el juego durante los últimos años, viéndose cada vez más tiros de tres durante los partidos. Creando, en cierto modo, una ‘fiebre’ por el triple.
Sin embargo, a pesar de que la NBA expone abiertamente los casos que pueden marcar tendencia y crean vanguardia en ese estudio y aplicación del triple, con los Houston Rockets a la cabeza, el baloncesto europeo recurre al tiro de tres aún más que el practicado en suelo estadounidense.
Nadie alcanza los datos de los Rockets, que en las últimas tres temporadas han lanzado más triples que intentos de dos en toda la temporada, hecho para el que no existían precedentes. Pero su caso, el extremo, no debe dar lugar a confusión: el volumen medio de triples es superior entre los equipos que compiten, por ejemplo, en Liga Endesa y Euroliga.
Para detallar esto realizamos un estudio sencillo, averiguar cuántos triples han lanzado los equipos en la NBA, Liga Endesa y Euroliga de entre todos los lanzamientos que han intentado de campo. Así obtenemos precisamente ese volumen de triples. Cuanto más cercano sea el dato al 50%, más cerca están los equipos de intentar los mismos triples que tiros de dos durante un partido.
Los resultados son los siguientes:
Fuentes: ACB, Euroliga y B. Reference
¿Por qué se lanza de tres más en baloncesto FIBA que en NBA?
En ello influyen las dimensiones de la pista (por ejemplo, el triple frontal está a 7.24 metros en la NBA y a 6.75 metros en competiciones europeas) pero, sobre todo, la diferencia normativa con respecto a los tres segundos defensivos. Ahondamos en ese último punto en un texto hace unos meses, pero recordamos igualmente algunos de los pasajes clave.
Los tres segundos defensivos impiden, en la NBA, que un jugador en la zona pueda quedarse sin asignación defensiva clara, es decir, pendiente única y exclusivamente de la ayuda, durante más de ese tiempo. Se puede apreciar en este ejemplo con el caso de Klay Thompson, que a propósito ‘pierde’ a su asignación:
Tal circunstancia no está permitida en la NBA y es, por tanto, sancionada.
Permitir ese escenario con normalidad, es decir esa renuncia voluntaria a la asignación defensiva, generaría un juego distinto, en el sentido de que, sobre todo, facilitaría que ubicar a un jugador de enorme tamaño en las inmediaciones del aro -sin atender a otra tarea más que la protección del mismo- marcase todo el juego a media pista. Es justamente lo que sucede en FIBA, donde esa normativa concreta no existe.
Y realmente no se trata solo del efecto mayúsculo que esto tiene para casos de jugadores de gran altura y poder de intimidación (su valor crece de forma exponencial sin esa regla), sino igualmente en cómo potencia las ayudas defensivas del sistema y, como consecuencia, reduce el espacio ofensivo.
Dicho de otro modo, esa permisividad en FIBA deriva en un hecho decisivo a la hora de atacar o defender: saturar la zona de cuerpos es mucho más factible sin los tres segundos defensivos NBA. Hasta el punto de que en estos escenarios, considerando la evolución física que vive el baloncesto (y el resto del deporte), que plantea jugadores cuyas condiciones (altura, envergadura, velocidad de desplazamiento, etc) abarcan cada vez más espacio, pueda resultar difícil incluso meter un balón al poste bajo. No ya digamos jugarlo después, puesto que al primer bote (incluso antes) el atacante ya tendría la ayuda impidiendo su acción.
El espacio cambia notablemente según esa normativa exista o no. Y el espacio es un elemento muy determinante para el juego.
Lo complejo de encontrar espacio y tiempo en las posiciones cercanas al aro pero de espaldas al mismo, con el fin de crear situaciones de ventaja a partir de meter balones a la pintura (generar el baloncesto ofensivo desde posiciones interiores), ha acentuado la urgencia en buscar ese espacio en otro sitio. ¿Dónde? Fuera de la pintura.
Por ahí nace, en parte, el abuso del triple, una acción cada vez más accesible para todo tipo de jugador y, a la vez, una muy eficiente. Sin ir más lejos, un 34% de acierto en tiros de tres resulta ya más efectivo que un 50% de acierto en tiros de dos. Si unimos lo complejo de encontrar espacio cerca del aro (el lugar con mejores porcentajes), también para generar desde ahí, con lo relativamente cómodo que es el recurso del lanzamiento exterior, que además es más eficiente (el punto extra es diferencial), se encuentra el camino a seguir.
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