La madrugada del jueves al viernes, el 10 de octubre, pasaba a la historia de la NBA. Por primera vez veíamos a Klay Thompson jugar un partido de la mejor liga del mundo, todavía amistoso, con una camiseta diferente a la de Golden State Warriors. Porque el tirador debutaba con los Mavericks en la derrota de Dallas ante Utah (107-102), la segunda en pretemporada, en un duelo que sirvió para ver también el debut de Kyrie Irving esta temporada. Jugaron solo el primer tiempo, todavía sin Luka Dončić y con las también bajas de PJ Washington, Maxi Kleber y Dante Exum. Y pese a los debuts y las ausencias, los focos, en Dallas, los está robando Dereck Lively II.
Por las lesiones, Spencer Dinwiddie y Olivier-Maxence Prosper salieron titulares en el American Airlines Center, puestos que se espera que ocupen Doncic y PJ Washington. Pero en la posición de cinco no hay debate alguno: el jugador de segundo año será el pívot titular, premio más que merecido tras lo mostrado su primera campaña. El novato se volvió el epicentro defensivo en su primer año, cambiando la cara de la franquicia, pero su objetivo a corto y medio plazo es mejorar el ataque. Y en su evolución en el juego cuando los Mavericks tienen la pelota está el techo real de Dallas para volver a las finales o incluso soñar con el anillo.
Su crecimiento, desde la Summer League hace apenas 15 meses, hasta lo mostrado en los dos primeros partidos de esta pretemporada, invita a soñar con un interior capaz de ser referente en ambos lados de la pista. El espejo que los Mavericks veían en él era Tyson Chandler, especialista defensivo y ejecutor en ataque, pero lo mostrado permite ser optimista e ir más allá. En la derrota ante Memphis dejó detalles con el balón en las manos y en carrera, imitando a Giannis Antetokounmpo con un reverso y mate, algo muy complicado desde su altura. “Estoy intentando expandir mi juego lo máximo que pueda, y en cualquier momento que pueda mostrarlo, lo haré” decía tras el partido.
Dereck Lively II goes coast to coast. Now that’s the stuff. pic.twitter.com/WdVJ3j1poo
— Bobby Karalla (@bobbykaralla) October 8, 2024
Jason Kidd ya se imagina a Lively jugando escenarios para librarse de la presión con bote. “Lo ha estado haciendo en entrenamientos, y tiene las herramientas para lograrlo” aseguraba el entrenador. Si se le suma su capacidad de pasar el balón, el que fuera pick #12 apunta a jugador generacional en Dallas, algo que Klay Thompson puede aprovechar a la perfección.
Los datos en playoffs, cuando una de las habilidades más importantes es ser capaz de mantenerse en pista y que el rival no te anule, los Mavericks fueron +10.2 puntos mejores que su oponente con Lively en pista; al contrario, cuando el rookie se sentaba y jugaba Gafford, que fue titular en los 22 partidos, eran 4 puntos (-3.97) peores por 100 posesiones. Los números no son tan espectaculares como el impacto: 7.9 puntos, 7.4 rebotes y 1 tapón por partido, pero el impacto fue lo que verdaderamente dejó entrever. Incluso metió un triple en la serie por el anillo ante Boston, dando una pista de su siguiente gran reto. Y en el recuerdo, Brook Lopez.
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El jugador de los Milwaukee Bucks es en la actualidad uno de los interiores con mejor mano, pero si nos vamos un poco atrás en el tiempo, era impensable ver a Lopez tirar. En 2015/16, Brook lanzó 14 triples en todo el año. El siguiente curso, 387 (llevaba 31 en sus primeras ocho temporadas). Por ahora ya ha trabajado en su tiro, sea o no triple. “Me da igual si es un gancho, una bandeja, una bomba, creo que ahora tengo más control. He mejorado y me siento más cómodo”. Y ya se han visto vídeos de entrenamientos con el exjugador de Duke lanzando triples, el siguiente paso del plan ofensivo de Kidd para su pívot.
Pero donde más brilla Lively, mucho más que en defensa o en ataque, es su cabeza. Porque fue preguntado sobre si sería capaz de implementar su juego en ataque en cada posesión y dejó clara su realidad: “No, porque no es como queremos jugar, así no es como volveremos a las finales”. Y la realidad es que ese es el objetivo, volver. Y más con el verano de Nico Harrison.
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