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Dino Radja

Si había un equipo al que le sentara bien un jugador como Dino Radja, ése era Boston. Si había un jugador europeo que pudiera entroncar en los Celtics, ése era Dino Radja.
[Por Paco Torres
Fotos: Getty Images]

Llegó al equipo más laureado de la NBA para sustituir nada menos que a un tal Kevin McHale. Se puso la camiseta número 40 de los míticos Celtics y sus 2.09 metros se movieron por el Boston Garden como si no hubiera hecho otra cosa en su vida. Y es que si alguna virtud destacaba en Dino Radja (Split, Croacia, 1967) era la facilidad para jugar al baloncesto. Jugaba con y sin balón, característica esta que no era muy apreciada en el reino de ‘uno contra uno’. Pues si había que jugar con balón, pues se jugaba. Llegó a Boston después de haber ganado todos los títulos en el Jugoplastica de su ciudad natal y todo dinero en Il Messaggero de Roma. ¿Qué le faltaba? Demostrar al mundo y a sí mismo que era capaz de triunfar en un equipo que no era muy dado a reclutar jugadores europeos. Su reto era demostrar que en el Este también se podía destacar –casi todos los jugadores llegados desde Europa a la NBA lo habían hecho a equipos de Oeste– y además al lado de alguien como Robert Parish y sustituyendo a McHale.

Por la puerta grande
¿Cumplió Dino Radja con las expectativas? Juzguen ustedes: segundo máximo anotador del equipo (15.1) y mejor reboteador (7.2) para una estancia en cancha de casi 30 minutos por partido. Cierto es que llegaba a un equipo con más historia que presente, descolocado aún tras la retirada de Larry Bird. Radja tuvo minutos, pero estaba lejos de estar en un equipo con aspiraciones al anillo.

Mejoraron aún más las cosas al año siguiente. Aumentó sus prestaciones (más de 17 puntos por partido) ya sin el gran Parish al lado. Jugó menos partidos (66) porque se lesionó, pero supo lo que era disputar un play off –perdido ante Orlando–. Esa temporada 94/95 había demostrado lo que tantas veces había sido capaz en el Jugoplastica: ser el mejor apoyo de una gran estrella. Si en Split lo había sido de Toni Kukoc, en Boston los había sido de Dominique Wilkins.

… Más información en la revista GIGANTES.

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