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Nuestra crítica del documental de Jordan y los Bulls: así los hemos visto (ep. 7 y 8)

Nuestra crítica del documental de Jordan y los Bulls: así los hemos visto (ep. 7 y 8)

Documental Michael Jordan: The Last Dance. Crítica de los episodios 7 y 8.

En 1998 los Chicago Bulls terminaron con 62 victorias y se encontraron en la primera ronda de los playoffs con los New Jersey Nets. El líder anotador del equipo era Keith Van Horn, el mismo jugador por el cual Jerry Krause había estado a punto de traspasar a Scottie Pippen en la noche del draft anterior. Sam Cassell era su base titular, y Kerry Kittles su escolta y estrella del equipo.

Kittles apuntaba a que podía ser uno de los nombres más importantes de la liga en el futuro. Había sido elegido por delante de Kobe Bryant en el draft de 1996. Los Nets iban, de hecho, a seleccionar a Kobe, pero el mismo Bryant había llamado a su entrenador, John Calipari, para amenazar con irse a jugar a Italia si le seleccionaban. El caso es que terminaron cediendo a sus presiones y seleccionando a Kittles, un gran talento que más tarde se perdería por las lesiones, y que tenía la misión de complicar las cosas a los Chicago Bulls en aquel 1998.

Pero el grueso de los primeros minutos es para el asesinato del padre de Michael Jordan, James, las especulaciones posteriores y la primera retirada de Jordan. La idolatración de Jordan por su padre llegaba hasta el punto de copiarle involuntariamente su gesto característico, sacar la lengua, algo que James Jordan hacía mientras arreglaba coches y que su hijo trasladó a la pista de baloncesto. Para los que no lo vivimos de manera consciente en el momento es imposible saber la sensación generalizada de incertidumbre que debió acompañar a ese momento. ¿El mejor jugador de todos los tiempos, que acaba de ganar tres anillos seguidos, podía retirarse así, de repente? ¿A los 30 años? ¿Por qué? Tenía que haber algo más. Era imposible de entender, incluso con la muerte de su padre. Y ahí surge la relación con sus supuestos problemas con el juego.
Hubo más elementos que contribuyeron a alimentar la teoría de la conspiración de los que se cuentan en The Last Dance.

La NBA estaba investigando los supuestos problemas de Jordan, con testimonios que aseguraban que también había apostado en partidos de la NCAA, algo que él siempre negó y no se demostró. Los investigadores no llegaron a entrevistarse con Jordan porque la investigación se cerró en cuanto el jugador anunció su retirada. En la rueda de prensa, Jordan dijo lo siguiente: “Dentro de cinco años, si vuelvo a tener ganas, si los Bulls me quieren, y si David Stern me deja, puede que vuelva.” Esa referencia a Stern, esa broma, también hizo que la teoría de la conspiración ganase adeptos. De la misma manera, cuando Jordan se retiró por segunda vez en 1999, dio las gracias a Stern por haberle dado “la oportunidad” de jugar. La versión alternativa ya estaba montada: David Stern le había obligado a retirarse temporalmente, como sanción encubierta, y para que un hubiese problemas los Bulls le pagarían su salario completo durante ese tiempo.

La parte de la historia del Jordan jugador de baseball es otro giro inesperado que dio su historia. Empezó haciéndolo medianamente bien en las ligas menores, pero las expectativas para él siempre iban a ser demasiado altas. En The Last Dance se nos cuenta cómo terminó siendo algo positivo para él, y quizás lo fuera en el terreno psicológico, pero deportivamente la gente en general lo vio como un fracaso. Porque la expectativa era que Michael Jordan, el mejor jugador de baloncesto del planeta, debía triunfar en cualquier deporte que se propusiera. Probablemente muy pocos jugadores podrían haber cambiado así de deporte y haber hecho lo mismo que él, pero así no es como se medía a Michael Jordan. Tan solo su figura podía hacer que aquello quedase como una pequeña manchita en su historia. El regreso triunfal posterior contribuyó. Pero viendo estas imágenes solo esperaba que apareciese de una vez Bugs Bunny para llevarse de nuevo a Michael a una cancha de baloncesto.

Volvemos a 1998. Vemos a Jordan cebarse con Scott Burrell en los entrenamientos. Seguramente sea lo más cercano que veamos a una recreación de aquel día en el que Jimmy Butler abusó de Andrew Wiggins cuando compartían equipo en los Wolves. Me asalta una duda: ¿habrá flashforwards en la serie? ¿Nos sorprenderán, a lo Lost, con algo que parece que es un flashback pero en realidad sucede en el futuro? En definitiva, ¿nos enseñarán cómo Michael Jordan destrozó la moral y la confianza de Kwame Brown en los Washington Wizards haciéndole llorar delante de sus compañeros? (Para que conste, Brown negó esa historia. Jordan no).

Scott Burrell tenía 27 años en esa temporada. Con 25 había empezado a despuntar en los Charlotte Hornets, promediando 13.2 puntos por partido después de ganar el premio al jugador más mejorado, pero las lesiones se cebaron con él en esos años. Aun así, era un chico talentoso. No en vano había sido el primer atleta en ser elegido en primera ronda de la MLB (Toronto Blue Jays) y la NBA (Charlotte Hornets). Burrell insistía en competir con Jordan, pero nunca respondía a sus ataques. “Te acabo de ganar, ¿quieres echar otro uno contra uno?” le dijo en una ocasión. “Claro, quieres decirles algún día a tus nietos que ganaste a Michael Jordan. Pero qué les diré yo a los míos, ¿que gané a Scott Burrell?”

El mismo Jordan lo dice. Siempre estaba buscando pelea. Si le respondías, te defendías, y estabas a la altura, te ganabas su respeto. Eso es lo que hizo Bill Wennington. El pívot hacía su labor, pero no era precisamente un mago del baloncesto. Cuando jugaba en la Virtus de Bolonia compartía equipo con Micheal Ray Richardson y este no paraba de decirle al entrenador, Ettore Messina, que “Wennington no es un jugador de baloncesto… ¡es un leñador!” El caso es que Jordan le llamaba “manos de trampolín,” porque decía que siempre que le llegaba el balón inmediatamente tiraba a canasta. Un día el pique fue a más, y aunque Wennington quería dejarlo, Jordan insistía e insistía.

“Michael Jordan, como sigas así cuando vengas mañana te vas a encontrar con una serpiente de dos metros dentro de tu taquilla, te lo juro,” dijo Wennington. “Si haces eso te mato,” respondió Jordan. “Vale, entonces yo seré hombre muerto. Pero tú serás el gilipollas con una serpiente de dos metros dentro de su taquilla.”

Cuando Jordan se retiró en 1993, los Bulls se reforzaron con Toni Kukoc (¡Kukoc!) mientras Scottie Pippen asumía el rol de líder del equipo. Como macho alfa de aquel vestuario, Pippen se ofendió tremendamente cuando Phil Jackson puso en manos de Kukoc el balón decisivo del game 3 de semifinales de conferencia. Decidió no salir a la pista. Seguramente Phil tuvo en cuenta dos factores. El primero, que se comenta en The Last Dance, que Kukoc ya había metido varias canastas ganadoras esa misma temporada. El segundo, que no se llega a ver, que Pippen ya había tenido el balón en sus manos en la acción anterior en un aclarado, y no fue capaz de lanzar a la canasta antes de que se acabara el reloj de posesión. Él consideraba que el croata no había hecho bien el aclarado y eso le había perjudicado. Pero Kukoc la metió. Si el cabreo el arrepentimiento de Pippen tuvieron como resultado el gran mate que nos regaló sobre Pat Ewing más adelante en esas series, que sea bienvenido. De cualquier manera, los Knicks ganaron a Chicago y se demostró una vez más que, mientras Jordan canalizaba su carácter en el juego y era un as de la manipulación, Pippen era mucho más volátil, capaz de explotar en cualquier momento, y menos sutil en otras artes.

El final del séptimo episodio vemos por qué se había tratado de inflar un poco de más la amenaza que fueron realmente los New Jersey Nets en la primera ronda de 1998: es Scott Burrell, el “maltratado” anteriormente por Jordan, quien aparece como el héroe del game 3 que cierra la barrida. Burrell termina con 23 puntos ese partido, 11 de ellos en el tercer cuarto, que es cuando se rompió el encuentro. Michael Jordan podía ser muy duro con sus compañeros, pero mirad lo que conseguía. Si a los dos minutos finales (se me han puesto un poco los pelos de punta, lo reconozco) le añades un logo de Nike al final, tienes un anuncio brutal. No me gustaría ser compañero de Jimmy Butler cuando vuelva a los entrenamientos después de haber visto The Last Dance.
Llegamos al episodio 8, ya solo nos quedan tres para el final.

Los Bulls ganan el primer partido de la segunda ronda de 1998 contra los Charlotte Hornets. Pero, cuidado, BJ Armstrong estaba ahora en los Hornets, y nos asegura que “yo conocía su sistema mejor que nadie, yo sabía cómo ganarles.” Y, efectivamente, los Hornets ganaron el segundo partido de aquella serie. Nos dan la sensación de que Armstrong metió 40 puntos aquella noche, pero hizo 10 puntos y 2 asistencias. Lo que sí que metió el base con eterna cara de niño fue la canasta que sentenciaba el partido. “¡Esto es una reivindicación para Armstrong!” dijo el comentarista sobre el jugador, que en su día había sido importante en Chicago, pero ahora promediaba 4 puntos por partido en Charlotte. Razón no le faltaba, BJ Armstrong sabía cómo ganar a los Bulls. Un partido, al menos, que fue lo que ganaron los Hornets (4-1). Con esto nos intentan ilustrar cómo Jordan encontraba también una motivación extra ofendiéndose con sus rivales por nimiedades.

En 1994 los jugadores de la MLB, la liga de baseball, convocaron una huelga para tratar de mejorar sus condiciones. Ese año no hubo campeón, y la huelga llegó a amenazar seriamente también a la temporada de 1995. Una de las últimas medidas que propuso la liga fue jugar con jugadores de repuesto procedentes de las ligas menores. ¿Os imagináis a la NBA proponiendo que jueguen los jugadores de la G-League? Pues algo parecido. Como jugador de ligas menores Jordan se negó, y poco a poco fue acercándose de nuevo al baloncesto. Eso nos lleva a su famosísimo fax: “I’m back”.

Los Bulls apenas estaban por encima del 50% de victorias en aquel momento. Horace Grant, a quien habían acusado de ser el chivato del vestuario, se sorprendió cuando Jerry Reinsdorf le dijo que no querían que siguiera, pero firmó un jugoso contrato de 50 millones de dólares por 5 años con Orlando. Fueron precisamente los Magic quienes eliminaron a Chicago en segunda ronda. Jordan solo había jugado 17 partidos de temporada regular y otros cuatro de playoffs hasta ese momento y no estaba en su mejor estado de forma. Pero aquellos Magic se emparejaban muy bien con unos Bulls que aún no contaban con Dennis Rodman. Con Penny Hardaway y Nick Anderson en las alas, Dennis Scott desde el banquillo y un monstruo de 22 años llamado Shaquille O’Neal, solo dos leyendas ultra inspiradas como Hakeem Olajuwon y Clyde Drexler, acompañados en Houston de los mejores Robert Horry y Sam Cassell, pudieron apartarles del anillo.

No hubo quien frenase a Chicago en las tres siguientes temporadas. Pero antes había que grabar Space Jam. Me parecen muy interesantes las pachangas que echaban algunos de los mejores jugadores de la liga en aquel momento (evitaré comentarios sobre “hoy en día los jugadores son demasiado amigos, entrenan juntos, etc.” porque ya los hice antes). BJ Armstrong asegura que aprovecharon para hacer scouting de aquellos jugadores: Reggie Miller, Patrick Ewing… por lo visto, los Chicago Bulls no debían tener ojeadores, ni realizar informes sobre otros equipos y jugadores. Al menos esos informes no le debían llegar a Armstrong, que llevaba 6 años ya en la NBA, pero tuvo que entrenar con esas estrellas para conocerlas. Empiezo a pensar que el bueno de BJ está en The Last Dance para aportar un punto cómico involuntario.

Steve Kerr, por su parte, está en este documental para hablar de dos cosas principalmente: su canasta ganadora, y el puñetazo que le dio Michael Jordan. También para atraer a una audiencia más joven en la campaña promocional, aunque ese es otro tema. Pero ahora le toca hablar del segundo de esos dos puntos principales. Es lo que decíamos antes: si eras fuerte y te defendías, te ganabas el respeto de Jordan. Aunque eso supusiera recibir un puñetazo suyo. Casi cualquier otro jugador habría sido despedido, claro, pero era otra época y era Michael Jordan quien lo hizo. No es comparable.

En 1996 los Chicago Bulls ganaron 72 partidos. Si durante aquella temporada alguien les hubiera dicho que unos cuantos años después otro equipo llegaría hasta los 73, probablemente habrían ganado 75. Porque la sensación que daba aquel equipo era de absoluta imbatibilidad. Sus tres últimas derrotas, contra Toronto, Charlotte e Indiana, fueron por un único punto. En aquellos playoffs solo perdieron 3 partidos, pero lo mejor de todo es ver a Jordan riéndose de la insinuación de Payton de que aquellas finales contra los Sonics habrían sido muy diferentes si él le hubiera defendido todo el rato.

https://twitter.com/NBA/status/1259682260414070796

Ya solo nos quedan dos episodios para terminar The Last Dance. Hasta ahora mis episodios favoritos han sido el 4 y el 6. Coincidencia o no (no), en los que menos viajes en el tiempo se realizan. Por suerte, las líneas temporales ya están coincidiendo y llegarán a tocarse en los dos últimos episodios. El final ya conocemos cuál es. Nos falta saber cómo terminan de contarnos el camino.

Otras notas sobre los episodios 7 y 8 de The Last Dance:

  • Mientras vemos The Last Dance no podemos olvidar que es un trabajo inacabado hasta este punto. El director, Jason Hehir, aún estaba entrevistando a gente hasta el momento en el que comenzó el confinamiento. La idea era que se estrenase en verano, pero la situación actual ha hecho que todo se adelantase. Y eso, inevitablemente, puede afectar al producto. Tomar decisiones más fáciles. Profundizar menos en algunas cosas complicadas y meter algún montaje más sencillo. El episodio 9 no se terminó de montar hasta el 1 de mayo, y la fecha estimada para terminar el 10 era ayer, 10 de mayo. Hehir probablemente no lo dirá, pues debe vender su producto, pero quizás estemos viendo algo diferente a lo que tenía en mente en un principio.
  • Relacionado (quizás) con el punto anterior: la semana pasada comentaba que habían cancelado una entrevista con un importante periodista para poder grabar a Justin Timberlake, pero no recordaba el nombre. Esta semana pasada ha estado con Zach Lowe: era el grandísimo Jack McCallum, autor de muchos libres entre los que destacan “The Dream Team” o “07 segundos o menos.” Una enorme pérdida para el documental, y quiero pensar que tenían pensado entrevistarle ahora, pero la pandemia lo impidió, no que preferían tener a Justin Timberlake antes que a uno de los periodistas que mejor conocen los entresijos de la NBA.
  • “¡Vamos, Scott Burrell!” ¿Jordan siempre llama a sus compañeros por su nombre y apellido?
  • 8 episodios han pasado, nos quedan solo dos… ¿alguien ha visto, aunque sea de refilón, a la mujer de Jordan? ¿O a sus hijos?
  • Bill Wennington cuenta la historia mencionada de la serpiente y unas cuantas más en uno de los últimos episodios del podcast de Howard Beck.
  • Durante mucho tiempo hubo gente que seguía dudando de la salud económica de Michael Jordan, achacando sus posibles problemas financieros a su afición por las apuestas. Pero cualquier duda que hubiese al respecto debería quedar disipada en 2010 cuando se le realizó una auditoría externa a sus cuentas para aprobar la compra de los Charlotte Bobcats.No es menos cierto, sin embargo, que la compra de los Bobcats, valorada en 275 millones de dólares en su día, a él solo le costó 30 millones de dólares en efectivo. El resto fue asunción de deuda del dueño anterior. Y tuvo mucha ayuda de la NBA para realizar la adquisición, pues la liga estaba muy interesada en que su mayor icono siguiera involucrado. En cualquier caso, es evidente que, si en algún momento llegó a tener algún problema económico, que no lo creo, ahora ya no es así. Los Charlotte Hornets están valorados actualmente en 1.500 millones de dólares, y en septiembre de 2019 vendió una parte minoritaria que seguramente le permitió recibir más valor que los 30 millones que pagó en un primer momento.
  • El “Way to go, Craig” del principio es mortal. Un minuto de episodio y ya me han sacado una carcajada.
    Michael Jordan fumaba puros entre partido y partido de playoffs. No tengo más que añadir.
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