El puente de la Constitución dejará en los pies de los más adinerados y privilegiados un pedazo de la mejor historia del básket. Caen los años, las comparaciones e incluso cada vez se le acercan más, pero nadie, nadie aún es el más grande, o al menos más grande que Michael Jordan. Sin embargo, su concepción global ha cambiado. De ser el jugador más definitivo en una cancha de baloncesto, ahora cada vez que pones su apellido en Google, te lleva a las zapatillas. Unas zapas que no tendrían valor real sin el contexto del básket y su conquista.
En 2108, se cumplen 23 años de la vuelta de Michael Jordan a las canchas. Tras 17 meses aspirando a ser jugador profesional de béisbol, decidió que su sitio eran los parqués y no los diamantes con montículos. En un gesto significativo, cambió el número del 23 al 45, dorsal con el que trató de asaltar las Ligas Mayores del palo y la bola. Su vuelta, pilló a todos tan por sorpresa que hasta Nike no tenía disponía de modelo nuevo para su puesta de largo.
Zapatillas para un regreso inesperado
Pese a lo que se escriba y se divulgue en erróneas notas de prensa, Jordan volvía a las canchas con las Jordan X y con el 45. No fue hasta la segunda ronda de playoffs, contra los Orlando Magic, cuando decidió convencer a toda la masa de la multinacional de material deportivo de jugar con las Jordan XI.
En ese primer partido 11 jugadores de los Bulls jugaban con botas negras y rojas, con el 51% de la zapatilla negra, como ordenaba la NBA. Pero Michael, no. Decidió salir con un prototipo de las Jordan XI, llamadas Concord. Todas blancas. La osadía, le costó 5.000 dólares ese partido.
De esto hace 23 años y fiel a su número, la marca de Oregon honra a la zapatilla que cumple tal edad. Le toca a las XI, le toca a las Concord, pero con la mayor novedad. Por sólo una noche, Jordan llevó el mismo número en la camiseta que en las zapatillas. Las Concord llevaban en la parte trasera bordado el número 45. El mismo que el de la camiseta rojo sangre de los Chicago Bulls.
Pero tras una lastimosa puesta en escena contra los Magic de Penny y Shaq, con 19 puntos, 8 de 22 en tiros de campo y 8 pérdidas, Michael volvió al 23. Y la zapatilla, se le desemparejó. Jordan perdería su primera serie de playoffs en más de un lustro, con las zapas nuevas. Cada partido le costó 5.000 pavos. Y el cambio de número, 30.000. Jugó cinco más con el 23 y no bajó de 24 puntos. Metió 40, la noche que volvió al 23.
Vuelven las Concord del 45 original
Por primera vez, las Concord saldrán a la venta con el número 45, como eran y fueron en su nacimiento. A Michael le gustaron tanto que que durante el verano del 95, camino del 96, Nike se las apañó a su color original. Negras y rojas, y fueron las que llevaba en la icónica foto del cuarto anillo, tirado boca abajo en la moqueta del vestuario, abrazando el trofeo Larry O’Brien y llorando como un niño.
Había vuelto de verdad. Fue el MVP de la temporada regular, su equipo ganó 72 partidos, el anillo y también fue el MVP de Las Finales. La temporada soñada en la que recordaba a su padre y el duro trance de querer hacer su vida lejos de su vida, el básket. En ese viaje, siempre llevó las Jordan XI. Y en ese viaje, el más humano, las convirtió en la zapatilla más famosa y deseada del mundo.
No sé si la vais a comprar, pero, por favor, consumidlas con cuidado. En ese 45 bordado van emociones generadas y veneradas en una cancha de baloncesto. No es un objeto de moda, es una imagen del deporte que amamos.
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