Faltaban 10:23 de partido en Toronto cuando un triple de Lindy Waters III, asistido por Steph Curry, abría una diferencia de 8 puntos en el marcador para los Warriors. Desde la salida de vestuarios, al descanso, la franquicia californiana controlaba el partido, pero esos ocho tantos era la máxima diferencia. Tenía a los Raptors en la lona cuando Steve Kerr decidió seguir el plan, implacable a las circunstancias. Mandó a Steph Curry al banquillo a descansar, listo para un último asalto. Para cuando la estrella volvió, junto con el resto de titulares, Toronto ya había empatado el partido y a la postre, de la mano de Chris Boucher, los Raptors se lo acabarían llevando.
“Es mi culpa. Soy el entrenador y tengo que encontrar maneras de ayudar al equipo. No estoy haciendo un buen trabajo en ello” decía Steve Kerr para abrir la rueda de prensa. Sus Warriors caían por debajo del 50% de victorias tras empezar el año 12-3 (7-17 desde entonces). Solo Charlotte, Washington, New Orleans y Toronto tiene peor récord que Golden State desde el 23 de noviembre. “Apesta estar por debajo del 50%, pero aquí estamos y tenemos que ser mejores” decía, antes de levantarse malhumorado rumbo al vestuario, acompañado por el jefe de prensa. Y Kerr se va de Canadá otra vez señalado por sus decisiones, especialmente a la hora de elegir sus rotaciones. Su currículum, con cuatro anillos, le avala; sus últimos tres no tanto.
Los Warriors están fuera de puestos de play-in, por debajo de San Antonio, Phoenix o Sacramento, equipos con los que competirán por colarse en la postemporada. Pero las sensaciones en San Francisco son, en la pista y fuera, algo menos optimistas. Mientras el conjunto sucumbía en Toronto, Draymond Green publicaba una entrevista en Yahoo! Sports donde aseguraba que la franquicia no debería hipotecar el futuro para intentar competir por el anillo: “Eso es lo que hacen las malas organizaciones” decía al micrófono de Vincent Goodwill. En la misma línea se movían Steph Curry y Steve Kerr, las tres voces del equipo, que están en contra de “movimientos desesperados” y confían en “volver a competir”. Pero la situación roza la desesperación.
Las bajas son, sin duda, un problema. Los Warriors llegaron a Canadá sin Jonathan Kuminga y Draymond Green fue baja de última hora por enfermedad. Se suman a Brandin Podziemski, de quien se espera que vuelva esta semana, y Gary Payton, con quien pudo hablar Gigantes antes del partido. “Estábamos ganando, todo era felicidad y llegaron las lesiones. Desde entonces, todos hemos tenido que ajustar” decía el que fuera campeón en 2022. Uno de los más veteranos, Payton ha visto como el estilo de Steve Kerr ha cambiado el último año: los Warriors tienen, en este momento, 13 jugadores promediando más de 13 minutos por partido. Se acabó el jugar por nombre, ahora tienes que ganártelo.
Funcionó por un tiempo, claro. “Todo el mundo estaba teniendo un impacto en las victorias” sigue Payton. “Ahora necesitamos encontrar esas combinaciones y ser un poco más pacientes, los entrenadores tienen que encontrar con la tecla” comentaba. “Más jugadores están teniendo más oportunidades, más largas, así que tenemos que estar listos. Nos hemos preparado físicamente para ello durante el verano, el training camp, ya sea para jugar 10 minutos o 28”. No son el único equipo con esa mentalidad, algo que hemos visto también en Memphis o Brooklyn, dos equipos afectados por las lesiones o bajas de igual manera.
“En un partido puede decidir ir con una alineación, en otro puede cambiar, puede querer probar cosas y los jugadores no tener tantas oportunidades como la noche anterior”. Uno de los ejemplos es Pat Spencer. El jugador de segundo año disputó 20 minutos en la derrota en Indiana tras jugar solo siete entre los dos partidos anteriores, ante Miami y Detroit. En el Scotiabank se quedó en blanco, fue el elegido por Kerr para no salir a pista, apostando por Gui Santos como último jugador de rotación ante un equipo más fuerte. El base también habló con Gigantes antes del duelo, analizando el sistema de juego de los Warriors esta temporada.
“A principio de temporada era complicado para Steve Kerr dejar a jugadores sin jugar” nos decía el jugador de 28 años en su segunda temporada, refiriéndose al 12-3 de inicio, “pero todavía estamos buscando ese sistema. Encontrar esas combinaciones y esa consistencia por parte del entrenador”. Y una de las claves es, desde su punto de vista, que el nivel en el vestuario era equitativo. “Tuvimos un gran training camp y fue ahí donde nos dimos cuenta que muchos jugadores pueden jugar, nadie se distanció del resto”. Deja al margen a los Curry, Wiggins o Draymond Green, pero el resto todos caen en el mismo saco. Incluso un tres veces campeón como Kevon Looney, quien ha perdido su titularidad.
“Obviamente, el último mes y medio no nos ha ido bien, pero seguimos confiando en el entrenador” dice Trayce Jackson-Davis, pívot titular de la franquicia. “Sabemos que saldremos adelante en algún momento” insiste el interior. “No es fácil ganar en la NBA, eso lo sabemos, pero sentimos que tenemos suficiente talento en este vestuario para lograrlo”. La línea editorial de cabecera en el equipo, confiar que con esta misma plantilla, a la que añadieron a Dennis Schröder en diciembre, puede pelear por todo. El problema viene con la irregularidad de los propios jugadores, que ven sus oportunidades variar en función del rival o el resultado pese a ser fijos, algo no tan fácil de lidiar en el vestuario.
Gary Payton, que vuelve esta noche de lesión, es uno de los responsables de ayudar a los más jóvenes a entenderlo. “Decirles que estén preparados. Si te llama el entrenador, ya sea para jugar dos o 20 minutos, sal y hazlo lo mejor que puedas porque en algún momento, ya sea hoy o en otro partido, volverá a llamarte, es situacional”. Algo que comparte TJD, que confía todavía en la idea de Steve Kerr. “El énfasis del entrenador es intentar aprovechar los minutos al máximo. Cuándo sales a jugar, hazlo tan duro como puedas y deja todo en la pista. Y el siguiente que venga, hará lo mismo”. Si servirá o no, solo el tiempo lo dirá. Pero si Curry, Kerr y compañía quieren su quinto anillo, mucho han de cambiar las cosas.
