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Guía NBA 2019/20: Houston Rockets, por Andrés Monje

Guía NBA 2019/20: Houston Rockets, por Andrés Monje

Memoria 2018-19
Balance: 53-29. Cuartos del Oeste. Eliminados en Segunda Ronda (Golden State, 4-2)
Eficiencia Ofensiva Ritmo Eficiencia Defensiva
114.9 (2º) 98.4 (27º) 110.1 (17º)
Ataque 4 Factores Defensa
54.2% (4º) % efectivo en tiros 52.5% (18º)
27.9% (6º) Tiros libres 27.4% (25º)
13.5% (9º) Pérdidas 15.2% (7º)
26.9% (16º) Rebote ofensivo 30% (29º)
Ataque Triple Defensa
51.9% (1º) Volumen 34.4% (9º)
35.6% (10º) Acierto 34% (2º)
Glosario de la Memoria 2018/19:
* Ritmo: posesiones cada 48 minutos / Ef. Ofensiva: puntos anotados cada 100 posesiones / Ef. Defensiva: puntos recibidos cada 100 posesiones.
* Porcentaje efectivo: une valores en tiros de dos y triples / Tiros libres: porcentaje de tiros libres (lanzado o recibido) sobre el total de lanzamientos de campo / Pérdidas: pérdidas de balón (propias o provocadas) cada 100 posesiones / Rebote ofensivo: Capturas de ataque (conseguidas o permitidas) sobre el volumen total.
* Volumen de triples: porcentaje de lanzamientos (intentados o permitidos) de tres puntos sobre el total de tiros de campo/ Acierto de triples: porcentaje de acierto (propio o permitido) en lanzamientos de tres puntos.

Recular parece un término prohibido para los Rockets de Daryl Morey. Resulta impensable un paso atrás, cierto rearme con perspectiva, para una franquicia cuya mirada solo apunta al cielo. Este curso no será distinto, con un movimiento de verano tan valiente como arriesgado para tratar de ganar un Oeste abierto en el que, con James Harden al frente, deben volver a ser muy competitivos.

El único (pero gran) problema de Houston el último lustro, su obstáculo para no alcanzar la gloria, ha sido Golden State. Los californianos han eliminado a los Rockets cuatro veces en cinco años, frustrando un sueño mucho más tangible de no haber tenido que cruzarse, una campaña tras otra, con un equipo legendario. Y todo ese lado amargo a pesar de Harden.

La ‘Barba’ (36.1 puntos por partido, mayor promedio desde Jordan en 1987 y segundo más alto en los últimos 55 años de NBA) viene de protagonizar un curso para el recuerdo, plagado de récords, exhibiciones y rescates. Todo ello se podría condensar en un solo concepto: Harden es una de las mayores fuerzas ofensivas que jamás hayan jugado al baloncesto. Una bestia que une volumen y productividad de forma asombrosa.

Él justifica toda ambición del proyecto. Y así los Rockets, el gran paradigma del modelo de analítica en el baloncesto mundial, buscaron una nueva vuelta de tuerca a sus deseos de anillo a través de un traspaso que, en cierto sentido, dificulta pautas clave de su propio modelo. Más tarde entraremos en detalle.

En plena reconstrucción de los Thunder y estando –aparentemente- en el alambre la relación de Chris Paul y Harden, Morey se hizo con Russell Westbrook a cambio del propio Paul (34 años), dos primeras rondas del Draft (2024 y 2026) más dos intercambios futuros si Oklahoma así lo desea (2021 y 2025).

Habiendo acordado la extensión de Eric Gordon, otro jugador importante (54 millones garantizados por 3 años) y que podía ser agente libre en 2020, Houston rellenó, a mínimo coste, su jerarquizada rotación con secundarios ya conocidos (Austin Rivers, Danuel House y el recientemente lesionado Gerald Green, posible a baja a largo plazo) y otros por calibrar (Tyson Chandler y Ben McLemore, el último con su contrato no plenamente garantizado).

Junto a la continuidad de los dos complementos esenciales de la estructura, Clint Capela y PJ Tucker, Houston ha asegurado otro año más de asalto cuyo verdadero poder será definido por la adaptación de Westbrook al sistema. Algo de gran dificultad pero también con enorme recompensa.

Claves de la coexistencia

Houston emplea el sistema ofensivo más polarizado de la Liga, con las mayores diferencias entre líderes y secundarios, y donde más al extremo se lleva la vanguardia productiva que defiende el sabermetrics. Pero al final los resultados (los últimos tres años su ataque ha estado entre los catorce mejores registros de la historia, siendo este último el cuarto mejor de siempre) avalan la apuesta.

Ese ataque apenas circula el balón (246 pases el curso pasado, tercera marca más baja en los últimos seis años de NBA) y abusa del aclarado (20% de jugadas, mayor dato de la historia), tratando de limitar las pérdidas. Agiganta la pista (más tiros de tres que de dos y gran volumen desde las esquinas), procurando aumentar el espacio de sus manejadores para operar. Y elimina la media distancia para ejecutar (solo 7% de sus intentos desde ahí), por ser la zona de lanzamientos menos productiva. Es un sistema muy vertical, que elige y busca el mismatch para que Harden castigue a partir de él. Simple pero efectivo.

Ahora llega lo complejo. Del mismo modo que la coexistencia entre Paul y Harden era mucho más sencilla de lo que parecía (a pesar de que ambos estuviesen acostumbrados a manejar mucho balón), con Westbrook no está tan claro. Vamos a explicarlo.

Paul representaba buenas decisiones con balón, solvente tiro exterior para ser capaz de jugar sin él y gran desahogo defensivo a Harden, cualidades necesarias para el sistema. Pero Russell genera dudas razonables en todas ellas. Su toma de decisiones es discreta (nunca ha llegado a las 2.5 asistencias por pérdida en su carrera), su tiro exterior más aún (en cuatro de sus últimos cinco años no ha llegado al 30% de acierto en triples) y en defensa, pese a su salvaje poder atlético, es muy inconsistente.

Foto: Jesse D. Garrabrant/NBAE via Getty Images

Cuando coincidan, Westbrook va a obligar a Harden a una mayor adaptación a roles sin balón (también es determinante ahí) y necesariamente tener que elevar su rendimiento en las tres áreas antes citadas. Será básico para que la unión funcione. Pero, conviene aclarar, su presencia también ofrece ventajas a la estructura.

Físicamente es un portento, no solo por su (abrumador) despliegue en pista sino igualmente por su durabilidad (se pierde muy pocos partidos). Impulsa el rebote defensivo (grave problema en Houston el año pasado), lo que además puede aumentar el número de transiciones de un equipo determinante en ellas pero que no pudo usarlas tanto como le hubiese gustado. Y puede gestionar altos volúmenes de juego sin Harden en pista, algo que debe evitar la saturación de este durante la fase regular.

También el propio sistema puede proyectar a Westbrook de un modo sencillo: a través de su espacio ofensivo. En los Thunder Westbrook jamás encontró una ocupación de ataque tan buena como la que tendrá en Houston: esquinas ocupadas haciendo ancha la pista y especialistas en catch&shoot penalizando cada ayuda. Tiradores en casi todos sitios. Más un excelente socio para el pick&roll (Capela), claro.

Y simplemente eso, abrirle la pista a Westbrook, puede ser determinante. Con espacios para atacar el aro, su desequilibrio es capaz de generar constantes oportunidades al triple de sus compañeros una vez saque el balón (ya lideró la Liga en esas situaciones el año pasado) o para él mismo (mejorando sus porcentajes) si decide no hacerlo. El espacio es oxígeno para él. Y en Houston lo tendrá.

Sostener atrás

Es más que posible que los Rockets vuelvan a ser un ogro ofensivo. Agarrados a su modelo de alta eficiencia, sus formatos pequeños, el volumen de producción de Harden y con una rotación plagada de ejecutores (Rivers, Gordon, Tucker para abrir la pista; Capela, Hilario y Chandler como finalizadores de pick&roll), deberían serlo. Pero si quieren ganar el Oeste tendrán que responder también atrás.

Después de un excelente rendimiento hace dos años (séptima mejor defensa de la Liga), Houston se quedó sin su gurú atrás, Jeff Bzdelik, para comenzar la temporada pasada. Fue tan pobre el arranque que el propietario tuvo que convencerle para volver, cosa que hizo a finales de noviembre. Tras al All-Star, Houston firmó la quinta mejor defensa de la Liga, circunstancia que lideró al equipo a un 21-4 de balance en ese tramo.

Pero Bzdelik, de nuevo, no estará para comenzar este curso. La franquicia ha decidido no renovarle como asistente y sin él las dudas defensivas se agrandan. A pesar de tener un especialista en tapar agujeros (Tucker, de maravillosa versatilidad) y una presencia atlética cerca del aro (Capela), Houston es un equipo sin demasiadas herramientas para contener ataques que agiten su estructura.

Clint Capela

Ante sistemas directos (con gran uso de bloqueos, aclarados o triples mínimamente abiertos), la agresividad de su primera línea sostiene el plan. Pero ante rivales que hagan trabajar la defensa en lado débil, tras bloqueos indirectos o con más paciencia, el sistema tiende a hundirse y la zona se convierte en una hemorragia (70% permitido a un metro o menos de canasta, peor dato en la NBA) en la que Capela no da abasto (60% protegiendo el aro).

Harden es bastante mejor defensor de lo que parece, sobre todo a media pista. Pero Mike D’Antoni se va a ver sin su ‘cerebro’ defensivo en el banquillo y obligado a resucitar atrás a Westbrook. Siendo los secundarios especialistas sobre todo ofensivos (a excepción del veterano Thabo Sefolosha), su reto va a ser considerable ahí. Y por muy poderoso que pueda ser su ataque, llegado el momento su equipo necesitará consistencia defensiva. No les resultará sencillo adquirirla.

 Datos de lupa:

  • Colectivo:

Los Rockets fueron el tercer mejor equipo en transición (1.15 puntos por posesión), pero no uno de los diez que más la usaron. ¿Cambiará con Westbrook?

  • Individual:

Harden anotó 4.4 triples tras bote por partido. Nadie en la historia había llegado a tres.

Situación salarial:

  • Salarios franquicia: 124.5 millones
    • Límite salarial: 109.1 millones
    • Impuesto de lujo: 132.6 millones
    • Mínimo salarial: 98.2 millones

Fuente: Basketball Insiders

  • Opción de jugador
  • Opción de equipo
  • Qualifying Offer
  • No completamente garantizado

Jugador a seguir:

La norma dicta que a mayores responsabilidades asumidas de forma simultánea más riesgo hay de que la productividad descienda. Por pura lógica. Pero con ‘La Barba’ parece no ser así, ya que absorbe un volumen inhumano de juego ofensivo dejando datos históricamente productivos. James Harden es el mayor desequilibrio uno contra uno de la Liga, un maravilloso generador para el resto y ese jugador que te permite sostener todo un sistema de éxito sobre sus hombros. De nuevo apunta a serio candidato al MVP.

 

Foto: Noah Graham/NBAE via Getty Images

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