Que el baloncesto es un deporte impredecible se demuestra viendo partidos como el jugado la pasada madrugada en la NBA. Se juntaban dos polos muy apuestos: el mejor equipo de la liga, la moda ‘Warriors’ testada victoria tras victoria, (42-4 era el balance hasta la pasada madrugada), frente a Philadelphia, que sólo sumaba siete victorias. A punto estuvo de conseguir la octava, ya que los polos se atrajeron hasta tal punto que a cinco segundos para el final estaban empatados a 105.
Hasta ese momento, paso casi lo inexplicable. Desde ese instante, sucedió lo lógico. El mejor equipo de la temporada regular hasta la fecha consiguió su victoria 43 gracias a un triple, a dos décimas del final, de Harrison Barnes. El alero superó la decena de puntos, (11), gracias a un lanzamiento liberado desde la esquina tras asistencia de Draymond Green. El 2c1 de Philadelphia sobre Stephen Curry, suicida.
¡Así le gana Harrison Barnes el partido a Philadelphia!
No obstante, todo lo sorprendente sucedió en el último cuarto. La relajación de los de Steve Kerr bien les pudo costar el choque. Llegaron al descanso con 19 puntos de ventaja, (54-73), pero, incomprensiblemente, dejaron de ‘enchufar’ en la segunda parte. No se recuerdan 24 minutos donde Golden State anotara menos: sólo sumaron 35 puntos en el Wells Fargo Center. El 33-17 de parcial en la segunda parte lo dice todo.
Eso sí, en la primera parte tuvieron el recital de Klay Thompson. El alero acabó con 32 puntos y un fiable 14/26 en tiros de campo. Green rozó el triple-doble, (10+13+9), y Curry sumó 23 tantos. En los Sixers, el mejor fue Isiah Canaan, que sumó 18 puntos.